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Poemas

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El sur

En pleno centro del mundo,
la brisa taconea las cortinas
del azar. Abre las ventanas
hacia las Dunas y los Océanos,
vueltos sobre sí mismos, sonríen.
Es en el centro del mundo donde
el Sur purga Soles,
escupe lunas y esparce Arena,
en las entrañas mismas de las
pesadillas. Mi Sur, sima
de Agua, de búsqueda insaciable
donde recuesto mi cabeza
para no olvidar que existe un Azul más intenso.

 

Mar de vuelta

El mar va mordiendo en cada embate
la piedra sigilosa. Siglos de dientes
y uñas de espuma la arañan. El
mar quiere volver a la playa, borra
todas las hendiduras que el viento traza.
Ese mar que regresa y huye... Esas rocas
calladas... Esa arena siempre casta...

 

Rayuela

Dónde van a dormir las palabras
cuando el verbo descansa en la arena,
cuando el tibio adjetivar
las aleja
de los despojos que
cortan las venas.
Esas frases aireadas al sueño
son sólo
alazanes,
desbocadas quimeras,
restos grises
de plomo hacinado
en las fábricas,
plata negra,
oscuras monedas
con las que trucar
la magia indecisa si,
al callar,
las despiertas.
Las miro:
ya se marchan dibujando
en el agua
las ondas que, al lanzarlas,
dejan las piedras.

 

Regreso a Belén

Regreso a Belén una tarde muda,
muda de agravios
en las que las playas encarcelan
oleajes nefastos
y en los abisales florecen libres
abecedarios,
obsequios malvas, recostados
sobre la montaña.
Belén, Belén es el regreso,
partida a expediciones
antropofágicas,
donde buscar con los huesos
la verdad que se escapa.

 

Tránsito

Las estaciones
espuma en la arena dejan,
hilos de estrellas perdidas
con los que coser las ausencias
a las faldas
de esos llanos
que en soledad recuesta.

Ese amor antojado
ríos de polvo sedimenta,
caudales de cuerpos húmedos, palmas,
manos desnudas,
sensuales inocencias,
las pulsiones primeras
en atávica danza
donde los cuerpos se alejan,
si las miradas
furtivas
otros ojos no encuentran.

Las estaciones recuerdan
que sólo el árbol
se queda
cuando la hojarasca,
reclina ocre,
saludando a la hoja nueva.

Son esos surcos de vida,
en los que el color se siembra, los que
arrullan a la tierra, hermana ungida para la entrega;
brote de unidad,
música que busca
la voz que la ascienda,
sin esos pasos
transidos del temor,
que con luz se apacientan.

 

Resignación

Uno convive con la locura en ciernes.
Calibrando el espacio que nos separa
del gran pájaro que sobrevuela,
con afiladas alas,
nuestra carne abierta.
Aun así, disfrutamos del paisaje:
un trébol, una piedra,
una coca-cola fría o una cerveza.

 

Presentimiento

Agachas la cabeza y la tejes
entre las manos
como un ave dormida
sobre el manto del cielo gris.
Agachas la cabeza
mientras presientes,
con los dedos entrecruzados,
la sombra lenta que se recuesta
para enturbiar
todas las copas
que has alzado.