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Poemas

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Vida nueva

Hoy me ha tocado abrir el día,
estrenar el mundo, ser el primero
de todo el edificio que sube las persianas;
ser el primero también
en recibir la luz de un lunes recién amanecido,
una luz aún suave y tímida, a punto de romper.

Hoy lo he estrenado todo:
Las cucharas de siempre son hoy cucharas nuevas
y las tazas, la leche, el cola cao.
(Soy el primer hombre de la tierra en probar el cola cao
y estaba bueno, sí, tiene futuro.)

Me he dado una ducha y el agua ha nacido para mí.
Me he sentado en el sofá y aún olía a nuevo.
Y aquí estoy, sin nada nada más que hacer.
No tengo trabajo. Me pasaré el tiempo
viendo la televisión, programas que se irán creando
según los mire, y que tal vez ya existan
en mi recuerdo o en mi imaginación
(si es que hay alguna diferencia).

No pienso moverme de aquí en todo el día
o en toda la vida
(si es que existe alguna diferencia).

Y por la noche cerraré los ojos
y el mundo se apagará conmigo.

 

A mi perro

Arrastras esta hoja con los dientes mientras cuento
que te has portado mal y tú lo sabes.

No pido que comprendas las materias
de filósofos y genios elocuentes.
No aspiro a que te creas que hay un dios
y comulgues con la fe en la que he crecido.
Quizá nunca distingas los conceptos de izquierda ni derecha
ni qué es sentir amor.

Me conformo, querido Goya
con que no te mees en el sofá, en las alfombras,
en el suelo de la cocina,
o cualquier lugar que encuentres
menos en los que te hemos asignado.

Tú no lo entiendes.
Tú sólo entenderás por nuestros gritos
que en casa tienes que ir a los periódicos
y que la calle es grande y tienes ancho mundo.

Si yo pudiera, si me dejaran
mear sobre la prensa diaria,
salir a la calle y cagarme en el mundo,
si yo pudiera, querido Goya, sería feliz.

Tú no me entiendes.
No sabes la envidia que te tengo.

 

Hoy me levanté Dalí

Hoy me levanté Dalí
y tras admirarme en el espejo
sentí un dolor inmenso por tu ausencia,
porque no soy capaz de poner los pies
en el suelo sin ti.

Cuando no estás me siento
una maruja de Almodóvar,
un barco en el desierto,
un personaje de los Monty Python,
una quisquilla en mitad de Madrid.

Si no estás
me siento como Sara Montiel cantando rap
como Laetitia Casta con el cuerpo de
Monserrat Caballé,
como una versión cinematográfica
de la Gramática de Alarcos.

Y si hoy me levanté Dalí
debería aprovechar mi genio para
crear grandes obras,
pero no puedo
porque tú no estás aquí.

 

A corazón abierto

No penséis en la belleza del poeta
como un hecho constatado y lógico.

No os dejéis engañar por la palabra
colocada de forma tan perfecta
que transmite emoción y desenfrena.

No idealicéis al poeta, no lo merece.

Es un triste pecador que vive solo
se emborracha y nunca reza.

Tras esos versos, de perfilada metáfora,
hay complejos de la infancia,
mala leche,
barrigas cerveceras y alopecia.

Sé que cuesta creerlo al conocerme,
pero no todos los poetas son tan guapos.

 

Héroes

Nos machacamos en el gimnasio
cada tarde. Sudamos la piel.
Estamos más bracos que el Stallone
y somos más guapos.
      A veces me sujetas las piernas
mientras hago abdominales.
Sin mariconadas, claro.
      Somos machos sudorosos.
Somos héroes lubricados.
      En la ducha siempre miro
tu polla sin prepucio.
Sin mariconadas, claro.
      Somos tipos duros de película.
Sólo nos falta la pistola.
Somos el prototipo de salvavidas
que las nenas desean tirarse.
      Somos muy pero que muy machos.

Y no sé por qué esta noche
he soñado con besar tus labios.

 

Un poema breve

Estoy tan cansado que éste será un poema breve.
De hecho, no sé por qué me he puesto a escribir
a punto de agotarse otra apenas provechosa madrugada
cuando debería haberme ido a la cama
y soñar, mientras descanso, que estoy aquí sentado
escribiendo un hermoso poema, largo, de al menos
ocho horas ininterrumpidas de silencio,
uno de esos pocos poemas que me hacen sentirme feliz
y que siempre son escritos por otros poetas
mucho más feos que yo, pero a los que odio igualmente.

Podría estar soñando ahora mismo un poema
por ejemplo sobre París,
(un poema hermoso, más de lo que sería estando despierto)
e incluso soñar que me encuentro en París
escribiendo el poema,
concretamente en el café Les Deux Magots,
y que en mi mesa está sentado Baudelaire,
al que conozco de toda la vida,
y me contempla mientras escribo, en admirado silencio,
y noto su envidia hacia mi arte nuevo,
y lo termino y se lo enseño (queda mucha noche
y mucho sueño por delante, puedo escribir
más desde París, puedo escribir en sueños
todo un libro en una sola noche),
y Baudelaire lo lee con calma
y luego me mira a los ojos y me dice:
Nunca llegaré a escribir tan bien como tú.
Te lo mereces todo, todos los premios del mundo, todas
las mujeres del mundo deberían ser tuyas.
Eres un puto genio
.

Pero ahora estoy despierto y muy cansado,
fumando sin parar,
y sólo trato de escribir un poema breve, mientras sale el sol,
justo antes de irme a la cama,
porque nunca recuerdo mis sueños
y podría escribir el poema más hermoso de la historia
en París, en 1853, con Baudelaire contemplándome
admirado, y sería feliz, y pasaría a la Historia
de la Literatura de mi subconsciente,
pero nunca podría compartirlo con vosotros.