Letras
A orillas del Yulong

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I

Amo el sonido de tus pasos a orillas del Yulong.

Los cormoranes dormidos te escuchan
y sueñan con peces dulces
que nadie los obliga a depositar en las balsas.

Tu reflejo en el agua se incorpora
y me ayuda a entrar en sus sueños;
saltan los peces asustados por nuestras voces.

Los peces cierran los ojos imposibles:
los cormoranes y nosotros
                                                   los abrimos.

 

II

Me has dicho: vayamos a la montaña
tenemos que escribir lo que hemos andado.

Pero la montaña ya tomó nuestra historia
ya rehizo nuestro esqueleto con varas de bambúes.

Los patos salvajes
imprimen sus marcas en el lodo:
aún tenemos tanto que leer en silencio.

 

III

Hubo un calígrafo
que nos trazó las cejas
con su pulso fuera del tiempo.

Era tan serio cuando tomaba el pincel
hasta tropezar con nuestros ojos
y la risa nos ganaba las ganas de nacer.

Si la carne siempre ha sido una broma del alma
no sé por qué ahora
perseguimos asuntos importantes
con dudas que riegan la tinta de nuestras cejas
como inútiles maniquíes
                                                 nosotros, que fuimos perfectos.

 

IV

Me dices aprendamos un poco el idioma
pero yo me distraigo recogiendo bambú fresco.

Para qué intentar voces tonales
si en mi fácil español
los verbos no me eximen de la soledad.

Pronuncio mi lenguaje otra vez
nombro algo de mí que no tengo.

Sé que crecerá
desde la parte más afilada de mi plumaje.

La palabra que busco
se vuelve ciega para volar sin prisa
para que la meta no la apresure.

 

V

Me descalzo en el Yulong
y mis pensamientos suenan a esta agua fría.

Recuerdo cuánto raspé mi frente
con lo más delgado de otras lunas menguantes
pero un día fue inútil arañarme con la luz.

Sólo me descalzaba en el río
y el perdón hacía resbalar los líquenes de mis pies.

Al caer las hojas esbeltas
se desprendía la cáscara amarga.

Pensé en mi madre
y el Yulong pensó en mí.

Yo, que he sido más palabra que piel
soy parte del agua sin tiempo
y soy madre de mí misma,
soy mujer y soy agua que brilla sus líquenes
y soy la huella de un pie que se descalza en el Yulong.

 

VI

Recuerdo que el río te confundió con él.
Me confundió contigo.
Y no lo desmentí.