Alabanza a la razón
Va pasando un río ancho entre mis dedos.
Sobre las piedras del lecho envejecido, motas vidriosas
del ojo seco, lleno de polvo, lleno de sueños.
El viento que ha hecho estragos en las venas
mueve la brújula que entorpece la tristeza.
Más allá de los recuerdos helados, más allá
de las sombras perversas, hay un espacio verde,
calles que brillan cuando humedecen las lluvias
y los remolinos presagian claridades diferentes.
Las llamas vuelven y suben. Despiertan las camelias
enardecidas con el acontecer del fuego.
Los ojos resplandecen, traspasan el filo del invierno.
Viajan por las noches eludiendo al enemigo
que pretende adueñarse de los cuerpos arrugados.
Rescatan a la esperanza prisionera en una cripta
donde mueren los pájaros, donde se queman las alas.
El desaliento, que intenta trasponer las ventanas entornadas,
se queda con las manos vacías. Alabada sea la razón
por la que descienden las estrellas sobre las rocas amargas,
y la luna se refleje en el río ancho que va pasando entre mis dedos.
A mi manera
Desde este lecho recién amanecido
voy cruzando los umbrales de la luz
y siento que anidaste aunque invisible
a la par de mis azules mariposas.
Que habitas en mi fase iluminada
y sufres también mi tiempo umbrío.
A veces me pregunto si todos esos versos,
que embebidos de misterios se soltaron,
partieron de mi afán ensimismado
o si los modelaste tú.
Si los pájaros que nunca más volvieron
a reñirnos con sus cantos tempraneros,
se espantaban por tu sombra o por la mía
cuando la noche ya era la de ayer.
También me deleita la osadía nuestra
de soñar cuando despuntaba el sol
dejando muchas veces sólo ideas
abrigadas en un blanco sin renglón.
Advierto que insinuamos más acá de lo cercano,
y mostramos desnudeces, muy sutiles.
Gocemos la licencia que tenemos
y brindemos, porque somos muchas más que dos.
Respiro al sentir que me sacudes,
que imperiosa estimulas mis enigmas
y celebro que tocaras mi lisura y te quedaras
para animar a mi lírica callada.
Quiero que soñemos cuando ya salió el sol.
Que sigas habitándome aunque invisible.
Que vuelvan los pájaros al alba
y que canten cuando encontremos letras.
Letras, ideas. Idea/esencia. Esa que tú engendras
y que yo transcribo a mi manera.
Almas que beben horizontes
Tal vez se entrecruce con destinos impensados
la propia historia por los años asignada.
Verás que no hay tanta diferencia
cuando se tiene que beber la última gota
del agridulce jugo de la vida.
Es la lírica excitada la que lleva a estos decires
porque cree que todos llevamos en la espalda
una cruz similar a la sagrada
y debemos soportarla hasta el regreso de las almas.
Almas parecidas, nunca iguales... nunca iguales
aunque beban horizontes cuando viajen
y regresen por caminos semejantes.