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José PulidoUn comentario tardío sobre Los héroes son villanos tímidos, de José Pulido

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Luego de más de un año de publicado y de mis repetidas lecturas, deseo comentar estos relatos del escritor-periodista José Pulido. Se trata de 17 cuentos, no para ser leídos en una sobremesa, ya que cada uno de ellos amerita una profunda reflexión.

En este siglo XXI recurren en el ámbito literario fenómenos de complejidad discursiva que responden a lugares devastados por la crisis de inseguridad, de caos moral y un inexplicable desastre económico, sobre todo en una nación como Venezuela, petrolera por excelencia. El nuevo discurso literario no legitima cánones. Luego del boom, del posboom y de la posmodernidad, un diferente lenguaje emerge desde el trágico sarcasmo de Fernando Vallejo, del valor y la corrupción comprometidos con la muerte en Abril rojo, de Santiago Roncagliolo, o en La Reina del Sur, de Pérez Reverte, donde una voz expresa la preocupación intelectual, como inquietud, ante la posible historia oscura de personas entre las que se vive. Escritores que relacionan el relevo literario con la desdicha de los seres humanos, cuyos lenguajes van acercando, cada día más, el centro a las periferias.

Tal vez José Pulido, escritor-periodista, quiso ficcionar relatos que no tienen cabida en artículos literarios. Un poco al estilo Kapuscinski, nos hace reflexionar sobre perfiles humanos que observa en recorridos por diferentes sectores de la ciudad, y nos ofrece así esta serie de relatos de “géneros revueltos”: narración, crónica y estilo periodístico, los cuales definen, en su combinatoria, que hasta la literatura ha perdido el sentido unitario.

Estas son, en parte, las razones del nuevo desplazamiento de lo cotidiano que, envuelto en mitos y supersticiones, sugiere Héctor Torres en el prólogo al libro de Pulido cuando dice: “El objeto de la literatura es precisamente entender que el mundo es un todo con sus inagotables variantes de formas visibles o metafísicas y que esa unidad caótica es su campo de acción”. Pocas pero certeras son estas palabras que se refieren a un mundo de fenómenos que parecen ilusorios, pero son reales, sobre el cual Pulido nos entrega un discurso de diferente lenguaje, que sin haberle hecho “un aseo al muerto” nos sumerge en la trampa de una oralidad verídica, aunque nace vieja, sin la frescura de la inocencia. Un lenguaje que pide prestadas las palabras, las tergiversa y le hace olvidar al lector el sentido real del texto, para disfrutar un sentido lúdico que mengua las tragedias relatadas. Leemos sobre personajes que buscan un lugar en la alteridad, sin poder encontrarlo en la trampa donde viven. No es aventurado considerar que el escritor presenta un esquema precursor del colapso actual, donde contexto, vida y sueños no tienen más posibilidades que la mediatización virtual. Pulido coincide con las palabras dichas por Michel de Certeau en El invento de lo cotidiano: “Cada individualidad es el lugar donde se mueve una pluralidad incoherente (y a menudo contradictoria) de sus determinaciones relacionales”.

“Los héroes son villanos tímidos”, de José PulidoEl habla es lo único verdadero en estos contextos; inmediata, incorregible, potencia a momentos su intensidad, crea su propia ley. Pulido prende con su discurso, legitima el espacio, les ofrece pertenencia a los personajes. La escritura se acerca tanto a la filiación de lo cotidiano que recurre al lenguaje desproporcionado, agresivo, donde esconde, a través de un narrador sarcástico, la inquietud, no fingida sino de angustia, del escritor. Cuentos que hacen reflexionar sobre el deterioro existencialista de un grupo social que vive al minuto, y sólo adquiere coherencia eliminando palabras, repitiéndolas, contradiciéndolas porque asíndeton, anáfora y oxímoron pueden ser expresiones de castración. Pulido le da vigencia a un bilingüismo local que no se manifiesta como el viejo argot, unificador de grupos de trabajo y aficiones, sino como el deseo de crear lo único que nadie les puede arrebatar, un criptolenguaje de identidad.

La narrativa deja de ser en este siglo XXI un discurso estructurado y estético. En los relatos de José Pulido el narrador se incorpora, comenta, se identifica con los personajes, expresa el conflicto de incorporarse al contexto social y compartir la nueva oralidad, sin perder su capacidad de reproducir la semiosis social para que el cuerpo de cada persona coincida con sus expresiones verbales. Sin embargo ese hablar, del día a día, que revela Pulido, no pierde sus características tipográficas, son las comas, los puntos suspensivos, las interjecciones, entidades apenas distinguibles en las interlocuciones, las que expresan el imaginario del pensamiento. Sólo desde allí podemos comprender la ira, la violencia, la desesperanza de una Dayana Traviata cuando le dice al Jarry, “Mamagüevo, perro sarnoso, gonorrea, apúrate con esa jodienda, por decir, hasta sin tener mayor tema, porque Jarry ni siquiera la está escuchando”. Triste es la palabra que brota de esta lectura, y más triste porque el referente de estos cuentos no es inventado, está allí, exacerbando el lugar social, enfatizando unas diferencias irreconciliables, donde mitos, supersticiones, animismo y muerte son reales. Una confrontación de verdades ocultas sobre realidades increíbles.

Pero será siempre la escritura literaria la que le dé a la palabra el sentido que ella sola no contiene, su conjunto funda en el texto de Pulido la polaridad entre la sabiduría espiritual de Swedenborg y la acción punitiva, necesaria, del ángel Amosabel. No se trata de darle valor a lo irreal, sino de romper el cortocircuito entre muerte y vida, lo bioficticio de una situación que justifica el cuento. Una manera de descubrirse como escritor al desenmascarar el juego. Lo extraordinario que sucede en Alas que nadie escuchó es que no es el hombre el que funda el mito, sino que el mito es parte constitutiva del hombre. Cuando el ser humano ingresa al mundo se integra a lo mítico que ya existe, un elemento que a nivel cultural implica códigos y lenguajes que Pulido va insertando en algunos cuentos, la gramática de un contexto social que conocemos muy poco. Y que revela un sistema de significaciones poco formalizado. Aquí radica la novedad en el discurso de José Pulido: en el ejercicio lúdico de un lenguaje marginal que le permite armar con libertad diferentes elementos de la lengua, en un goce lingüístico, que el lector también disfruta por el placer de su funcionamiento, desde el cual el escritor nos está diciendo que cada frase está envuelta en el espesor de pensamientos y sentimientos, retoños a los que aspira todo creador literario.

 

Autores citados

  • De Certeau, M. 2000. El invento de lo cotidiano, México. Universidad Iberoamericana.
  • Kapuscinski, R. 2003. Lapidarium IV. Barcelona (España). Anagrama.
  • Pulido, J. 2013. Los héroes son villanos tímidos. Caracas. Otero Ediciones.