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Edición Nº 45 20 de abril de 1998 |
una mujer música y espanto
me ha inventado la muerte sin quererlo
se me esconde en la tinta en el volver en la mirada
los muros se cansan sin su nombre
y se echan a endurecer
a recuperar polvo
polvo de una ciudad que no existe sin ella
sus huesos son los huesos del tiempo
una mujer me ha vedado el antojo de ser yo
le ha roto el alma a la mirada
desde los puentes han caído las cenizas
hambrientas del hambriento
la señalaron le esparcieron las culpas en la sombra
y yo no pude envejecer entre sus muslos
su ombligo no atrapó mis manos
la tarde no nos salvó
de lo intocable y de la nada
no consigue un soñarse una mujer
sigue lo prohibido clavado en mis riñones
soy solo y ardo como un accidente
este poema no es otra cosa que un pretexto
para quedarme con ella
aparte en un rincón
están mis labios crudos
esperando.
Desatención a tu nombre
me han cartereado tu nombre
en la agolpada sombra de un tumulto
y me faltaron quejas
reviso los discretos vestigios
que pudieron quedar en el lobby de un hotel
desarmo los días torpemente
no hago más que atropellar cercanías
alrededor del escote de tus letras
Pero lo peor no son mis lágrimas
ni tu nombre perdido *
ni callarme ante los amigos
mezclarte en otra cara en otro tiempo
lo peor está en dejar tu nombre
bien envuelto
en una esquina cualquiera
tan cualquiera que no quede
tiempo para el recuerdo.
* Guillermo Rodríguez Rivera.
Hojas caídas
algún ciclón barrió las flores del árbol
por siempre la vida se hizo otoño
lluvia de ayer para tanto cuerpo vacío andando
brazos deshabitados
un ardor recordando viejos ardores
el adiós del azúcar del verbo
adiós al final del pasillo
tiempo ciego de historias de arenas
incómodas cortinas de los años
hijos bastardos del olvido
sin marcha atrás hacia el horizonte de las sombras
todo es campo y mar
mar donde no nadan peces
siempre orilla siempre
campo donde no se reventarán las uvas
con la piedra del regreso.
Un problema muy a pecho
a través de la blusa a contraluz
noto un nido palpitando
campo de batalla perfecto
comienza la lluvia en mi frente
escurro los sueños me adentro en sus laberintos
en cada suburbio de su desnudez
donde todo me es ajeno
donde no aspiro ni a la esperanza
decretaré duelo nacional bandera a media asta
si no soy guardabosques de sus pechos
puedo mendigar un roce una ojeada
antes que la locura se integre a mis manos
y no halle mesura en mi equipaje
será tarde dentro de cuatro segundos
la vida comienza en un sostén
bajo sus telas sería cualquier cosa
un lunar
un vello
hasta un cáncer de mamas
aliviaré
al mundo de un suicida
antes que el tiempo se encargue del fracaso
y esos senos no sean más
que copias sublimes de la torre Eiffel.
Fuera de mí
una mujer cruza la vida sin mirarme
tercos mis ojos osan llamarla
a mi lado sin crisis
pasa con sus despiadadas caderas
regando muerte y esperanzas en la esquina
cosa fácil crucificar su ombligo
rostro tobillos
humanizar su aire en el mito del futuro
beberse hasta el fondo su pelo suelto
una mujer pasa fuera de mí
la espero
no sé su nombre su piel
ni su mirada.
Giros o la especie
vuelta inmensa de las vueltas
llanto de niño
desajustados pedazos de llanto
niño metido en el negocio del respiro
oxidando sábanas con cientos de óxidos
lluvias acabadas de nacer
lloviznas imitando los ciclones de un padre
un maestro
un amigo
una escuela donde se ve siempre por primera vez
el aletear del suspiro en el mismo vientre de la tierra
enredado
inseguro
en la pena y en el beso
vuelta cruel de las vueltas
carrusel de miedo
espacio de lamerse la vida con la vida
cada columna olvidando en los portales
enumerando indiferencias
polvo en medio del polvo
desde tan lejos un nombre a nombrar
bocabajo desangrando los astros y la sombra
fuego color fuego
quemando pasiones en desgracias
puras pasiones en puras desgracias
llegan los domingos
sonrisa a cuadros
de oreja a oreja y otra soledad
es una muerte que no muere y que no vive
muerte de tanto y de tan poco
cirugía menor del alma
vuelta eterna de las vueltas
por si acaso menciono a Dios
me llevo la letra el pan y una ciudad.