Letras de la Tierra de Letras - La poesía y la narrativa de Hispanoamérica
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Edición Nº 50
6 de julio
de 1998

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Te juro que me acordé de Carrión

Luis Carlos Rodríguez

¡Vamos, Olatz, responde aunque sea telepáticamente! que, dejándose de cosas, es la única manera en que podrías hacerlo. Maja, yo sé que te cuidas una barbaridad, pero eso de que estés haciendo los Caminos del Inca con toda tu diabetes a cuestas y eso de que ya lleves tres años de insulinómana y que lo más trágico del asunto es que eras normal hasta los veintiún años y que un día despertaste y ¡puf! tu páncreas se plegó al paro y no soltaba insulina ni para poder decir que antes sí sabía hacerlo, me preocupa. Bueno maja, esto último no es una simple expresión sino casi una confesión porque eres una chica muy guapa y no estaría tal vez de más que te lo diga, porque creo que ha llegado el momento de confesarnos muchas cosas... Pero me estoy yendo por las ramas, nesca, y eso es lo que debería evitar, abre tu mente al universo y desde ese paisaje que tanto has pagado por ver y que espero te guste después de toda esa peregrinación a lo largo y ancho de este pais que se dice mío pero con el que jamás congenié, en fin desde ese paisaje o desde el que prefieras por favor respóndeme.

Olatz, maja, en todo caso sé que fue mi culpa y soy el único responsable de todo lo que puede suceder posteriormente, ¡no me digas que no me entiendes! pero sí tienes razón en pedirme una explicación por haberte despertado de tu carpa a 4.000 metros sobre el nivel del mar. Sí, ya sé que hace un frío de mierda pero no tenemos por qué ser tan groseros, flaca, hace frío pero en verdad necesito hablar contigo y no, no puedo esperar a que llegues a Lima ni a que llames por teléfono; ok, deja de temblar y ponte una casaca o un jersey, esto no tardará mucho rato. Al diablo si se despiertan todos. ¿Quién va a saber que estás hablando conmigo? y Eider ahora es sólo una amiga más, pero siempre muy especial, así que no creo que se ponga celosa de nada porque sales a hablar conmigo y además debe estar muy hipóxica para creer que en verdad estamos hablando si yo estoy en mi cama, la que compartí con ella muchas veces, y ustedes están en el "quinto coño del mundo". Sí, ya sé que esa frase es tuya, Olatz, pero como te decía en Lima hace unos días, eso del quinto coño suena cuanto menos raro, porque si existe un quinto coño necesariamente ha de haber un tercero o un cuarto y yo de veras nunca he visto alguien con más de uno y por eso no creo que el mundo tenga siquiera dos. Bueno, en todo caso el ir hasta esas lejanías sólo para ver que en el Perú la geografía es muy abrupta y que todos esos indios que hicieron Machu Picchu en verdad eran unos cholos recios, más recios todavía que esos portadores que caminan cuatro días con más carga que un burro a una altura donde ni los burros caminan porque les da soroche y sólo comen un bocado día por medio y el resto es mascar coca, me parece al menos heroico, porque ahora hay algo que se llama helicóptero o tren o Internet porque hasta puedes ver la "ciudad perdida de los incas" desde tu casa y sin esfuerzo.

Ok, no te desesperes, ya sintetizo, pero es difícil el sintetizar todo el cúmulo de emociones, sentimientos, pánicos, fobias, terrores, miedos, depresiones, creencias, supersticiones y toda esa carga que viene acompañada de los actos que se le atribuyen a la mala suerte, porque en verdad algo de mala suerte hubo en todo eso ¿no lo crees? Está bien, respeto tu opinión pero en verdad no estaba cotillando nada, sino todo era sólo afán científico, Olatz. Sí, ya sé que me crees loco, pero en todo caso ya existe hasta el estereotipo del científico loco y eso es lo que dice en mi cartón Bachelor of Science, pero en castellano porque aunque haya estudiado en inglés más de la mitad de mi carrera, el castellano es el idioma oficial del Perú y todo tiene que ser escrito legalmente en la lengua de Cervantes que ya sé que no es la tuya, que es más bien la de Unamuno y Pío Baroja, más de Pío que de Unamuno, porque éste último era vizcayno y por el contrario Pío Baroja era de Donostia y San Sebastián siempre ha sido tu hogar. Bueno, dame un abrazo blanco y azul de la Real Sociedad y saca el chakoli ese que sé que tienen guardado para celebrar entre vosotras y mi hermano la reconquista. Por cierto, a ese ya creo que me lo asimilaron y hasta euskaldunberri no para. ¡Salud, Olatz! ¡Vamos, un poco de vino no le hace mal a nadie!, y a ti que te importa lo que piense la gente por verte beber sola. ¡Al demonio!, estás bebiendo conmigo porque Unamuno era un llorón que le faltaron cojones para cruzar de Hendaya a Fuenterrabía y se deprimía desde el país vasco francés oyendo las campanas de la iglesia de Fuenterrabía que ya es Euskadi, pero bajo el dominio franquista. ¡Salud por Pío Baroja! Ya, flaca, te dije que un trago no le hace mal a nadie pero la botella es para todos y la altura no es un mito y dentro de poco vas a tener que meterte un pinchazo para chequear tus niveles de azúcar sanguíneo y tal ves aplicarte una dosis y eso es justamente el punto, Olatz; yo estoy aquí en Lima preocupado por tus al menos seis pinchazos diarios, ya sé que todo tu material es estéril, descartable y es hecho en Dinamarca casi casi hasta con mucho amor que yo llamaría más bien tremenda necesidad porque aunque no lo sepas, en Escandinavia el veinte por ciento de la población es diabética, así que ya sabes por qué las cosas se fabrican allí y no es por esas mentiras de las cuotas comunitarias, porque tú sabes que en la Unión Europea son tres países los que mandan y tu país de papel sólo entra a tallar cuando se reparten las ayudas a los miembros menos favorecidos, que son siempre los del sur y aunque ustedes sean del norte siempre es un norte demasiado austral porque como decía uno de los Dumas, "Europa termina en los Pirineos y Africa empieza en España". Bueno, ustedes podrían vivir sin España, pero decir eso es casi hacerle propaganda a Herri Batasuna y ser tildado de pro etarra, aunque qué reparo puede haber en decir la verdad a más de doce mil kilómetros de distancia y a cuatro mil metros sobre el nivel del mar. ¿En esas punas quién te va a escuchar? Estoy desvariando y eso que es imposible que esté hipóxico, hipertenso sí, pero hipóxico no creo, Olatz, volvamos a tu campamento en los Andes, a la botella de chakoli que te estoy ayudando a acabar y al test que vas a tener que hacerte en un rato, ¿ok?, rebobinemos hasta el instante en que te dije que me preocupaban tus al menos seis pinchazos diarios. ¡Sí, sí, luego podemos volver a la escena casi inicial donde te mencionaba que en verdad te consideraba guapa!, y es tan cierto como que ahora estas majísima con todo ese paisaje nocturno alrededor y esa luna preciosa, que en verdad estás como para darte un beso entre otras cosas. Pero ya, está bien, puedes abrazarme; pero sólo porque sé que hace frío y te he despertado para contarte algo que todavía no puedo decir porque no sé si decírtelo o dejarme llevar por esta noche telepáticamente andina y que todo pase y de veras tener entonces una razón para preocuparme, pero Olatz tú debes comprender que estoy lejos: en Lima, y que aunque quisiera no podría tener nada más contigo esta noche, fuera de esta conversación a la distancia, lo que no quiere decir que en cuanto llegues a Lima no podamos beber una jarra de vino o un vaso de Pepsi Max o Coca Cola Diet en la Posada del Mirador mientras rebobinamos esta conversación hasta el punto en que te decía que eras una chica maja. ¡No, no soy gay, sino simplemente estoy a miles de kilómetros de distancia y cuesta arriba todavía!, y además tengo que contarte algo, y con este abrazo tan caluroso y con toda tu respiración cerca de mí, me es difícil decírtelo. No sé por dónde empezar, sí, ya sé que sería bueno el empezar dándote un beso, es lo clásico y lo fundamental, un buen beso con ternura y aliento a licor, casi no sé lo que estoy diciéndote, Olatz, porque tu cabello lo percibo juguetón y medio como que me cubre el campo visual, estamos muy cerca y en verdad el chakoli es un vino excelente y dejándose de huevadas (disculpa la palabra) dejándose de huevadas estas punas son casi las más cinematográficas del planeta y tú eres una chica muy linda y una escena de romance, ternura y amor ocuparía una buena parte de los recuerdos de este tour. Pero tengo cosas importantes que decirte, y así, así es muy difícil y con esta erección que me empieza a incomodar como que te estoy demostrando que no soy un gay aunque esté a miles de kilómetros. Te aseguro que esta es la erección más lejana que he tenido alguna vez en la vida y es por ti, flaca, eres una chica muy dulce y no lo digo porque seas diabética sino porque así lo percibo, en fin, así es la vida y sigo sin contarte el porqué me preocupan tus pinchazos, porque seis pinchazos diarios son muchos y yo diría demasiados. Aunque tú me jures que toda Dinamarca está esterilizada y aséptica, siempre existe el riesgo de que alguna jeringa esté contaminada o una aguja mal testeada y ocurra una infección, no lo puedes negar, ¿cierto?, pero tú y yo sabemos que el riesgo es bajo, pero de tu vida privada yo no sé nada y tampoco sé nada de qué tan aséptico es tu dentista o cosas por el estilo, por eso, maja, sírveme un vino porque tengo que contarte de una buena vez el porqué me preocupan tus pinchazos y además necesito que me cuentes cosas que pueden resultar tal vez demasiado personales, pero que te digo que necesito saber, porque en caso contrario no podré dormir cuatro meses o seis meses por estar pensando el porqué no te pregunté y por qué no te conté lo de la mala suerte del espíritu científico. Te juro que al rato me acordé de Carrión, Daniel A. Carrión, era un estudiante de medicina que tenía la idea de que dos enfermedades en verdad eran una sola pero en dos estadios distintos y se inoculó la enfermedad y por supuesto se murió, pero con todos los síntomas bien explicaditos y muy bien apuntados por él, y por sus amigos cuando ya estaba tan hasta las huevas que no podía ni cojer el lápiz de la fiebre que le daba. Te juro que me acordé de Carrión, pero en ese caso el tipo era un suicida potencial pero lo mío fue un accidente. ¡Accidente, no cotilleo, por más que lo repitas no estaba husmeando ni nada de eso!, fue sólo un accidente producto de mi espíritu científico, porque cuando ustedes se fueron, dejaron la habitación ordenada y todos los desechos en unas bolsas, pero clasificados para facilitar el reciclaje, en la de plásticos, que ya estaba por tirarla a la basura junto con todas las demás porque aquí en letrinoamérica jamás reciclamos nada y toda la basura va a podrirse junta al mismo lugar, bueno entonces en la bolsa encontré una de tus hipodérmicas danesas de insulina y me puse a chequear cómo funcionaba, aquí había un dosificador en mililitros y en unidades, más allá estaba el indicador del contenido de insulina, la concentración de la dosis y más allá estaba el selector de aguja y de aplicación intradérmica, intramuscular y de repente ¡pum! se me disparó la hipodérmica y una de tus agujas usadas me penetró el dedo. ¡No me digas que fue por cotilla!, y no te rías, bueno al menos no te rías así tan fuerte que vas a despertar a los demás. ¡Vamos, Olatz, es serio lo que te estoy diciendo!, me hinqué con una de tus agujas usadas, por supuesto que salió sangre y fui al baño y la restañé, pero antes hice que sangrara un poco como si todavía eso podría hacer algo para aliviarme el sentimiento de que algo muy serio podría pasarme si tú tuvieras algo muy serio, porque en el fondo por más que esterilicen el mundo sólo por y para ti, no podrías negar que estás en un grupo de riesgo mayor para contraer enfermedades transmisibles por sangre o pinchazos y eso te pone en una región de las estadísticas donde si te pones pesimista te entra el pánico. Por eso necesito dos cosas, Olatz, ¡primero deja de reírte porque le quitas seriedad al momento!, y además todavía no te he preguntado lo que tenía que preguntarte, y lo segundo que necesito es que me respondas la pregunta en sí y por favor con toda la confianza y sinceridad porque sino te pregunto tendría que esperar seis meses o cuatro meses según el tipo de análisis para descartar lo que quiero y necesito preguntarte, pero te digo linda que si sigues así de tierna y con ese cuerpo tan tibio en este sitio frío, tal vez no me importe el que tu cabello lo perciba juguetón y me cubra el campo visual y coja otra botella de chakoli y terminemos de rebobinar todo hasta el punto casi inicial donde recién te decía que tenía algo importante que decirte y que tal vez había llegado el momento de confesarnos muchas cosas... Ok, Olatz, tengo que decidir si preguntarte o actuar cariñosa y diría casi cinematográficamente en las punas más fotogénicas del mundo, en cuyo caso ya no habría razón para saber si eres o no VIH positiva, porque con este frío y con toda la soledad que me acompaña ya no importaría mucho pues podríamos pensar que la vida no es tan terrible si se vive de a dos, aunque tú estés a cuatro mil metros y yo esté en Lima en mi cama masturbándome por ti...


       

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