Tu texto permite hacer una
lectura breve del contexto histórico dentro del cual un individuo se encuentra
inmerso, así como un análisis de las relaciones sociales que posibilitan o no
el reconocimiento y ascenso de una persona en campos donde otros individuos se
disputan el mismo reconocimiento y ascenso. Identificas al diálogo como una
discusión por tonterías y por reafirmar el prestigio, más que como una
dialéctica erudita, amorosa o solidaria entre pares pertenecientes a un mismo
grupo. Tal vez sea porque, de hecho, en nuestra sociedad capitalista tenemos
que competir en todo momento ya sea por una plaza, por el amor de los padres e
incluso por tener la virilidad suficiente como para sustentar el propio modo de
vida. Así pues somos víctimas y victimarios de violencias sincopadas, directas
(patriarcales) y pasivas (maternales), violencias que al fin y al cabo son
sociales porque corresponden a estructuras culturalmente heredadas, las cuales han vulnerado tanto nuestra
realidad que muchos han optado por construir soluciones utópicas, que a pesar
de sonar “marxianas” no resultan imposibles, sólo basta actuar en conjunto para
llevarlas a cabo y como lo has dicho ése es el mayor de los retos, despojarse de
uno mismo y abandonarse a la pareja, a la familia, al grupo. De acuerdo contigo,
no hay mejor comienzo que empezar por lo cotidiano, por hacer coincidir la
teoría y la práctica, para dejar de decir lo que no se hace. Freud dijo que
infancia era destino y Bourdieu que los habitus son formas de comportamiento
permanentes, pero coincidiendo con Franz Boas: nuestro modelo de naturaleza
humana puede cambiar, dependiendo de los contextos y los valores que persigamos.
Saludos hermano y que en el camino hacia la lucha puedas definir muy bien al enemigo,
porque muchas veces pasamos la mayoría del tiempo peleando contra nosotros
mismos. Y recuerda que Trotsky dijo: la revolución es permanente.

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