Opiniones
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Nirvana literario

Vamos a ver. Lo primero de todo, deslizar un suave saludo detrás de la oreja de cada uno de ustedes. Lo segundo, exponer mi opinión acerca de tan controvertido asunto.

¿Cómo se aprende a escribir? La pregunta me causa vértigo, mareos y vislumbro incluso la forma gestada de la infelicidad.

El “tratar” de escribir es un proceso en el que se tiene que prever el llanto cómo algo lógico, normal y rutinario. Ya sea un llanto testimonial en forma de cuatro lágrimas huérfanas surcando nuestras mejillas, o en otro caso, absoluta y dolorosamente torrencial. Hay que estar preparado para que la frustración te invada hasta el último resquicio de los huesos, para que la impotencia se presente una y otra vez. En resumidas cuentas, escribir es presentar batalla contra ti mismo. Y la verdad, es que suele perderse con muchísima frecuencia.

No obstante, hay un atisbo de esperanza, una luz que pueda borrar de un plumazo la hegemonía que ostenta durante este proceso la lúgubre y pegadiza oscuridad. Un momento incomparable de gloria saboreada lentamente, con jactancia desmedida y sublime placer. Y creo que es la busca de ese nirvana literario el que hace que uno aprenda a escribir. Aunque hay casos y casos, como casi todo en esta vida. Suscribo lo dicho porque yo soy de los que piensan que las acciones que acomete un hombre (ser humano), suelen ir ligadas en un tanto por ciento descarado a suscitar y espolear su ego. El egoísmo forma parte de nosotros, como la sangre lo hace de las venas. Una cosa es querer o poder admitirlo. Cuando uno escribe busca gloria y reconocimiento. Así que la sombra de éstas suele ser la motivación principal para no venirnos abajo en los momentos de más desolada desesperación.

Pero no creáis que todas las palabras que se desprenden de mi teclado tienen una connotación tan negativa. También puedo apreciar en las personas que tratan de convertirse en escritores un afán de generosidad importante. Ya que compartir sentimientos también es una manifestación holgadamente legítima de generosidad.

Y por último, el hipotético móvil de mi opinión: cómo aprender a escribir. Desafortunadamente para escribir hay que tener unas cualidades innatas. Si no se tienen jamás se podrá ser un escritor; de la misma manera que un invidente jamás podría ser un fotógrafo profesional.

Si eres uno de los privilegiados que cuenta con este pequeño don, sólo tienes que hacer tres cosas:

  1. No lo proclames a los cuatro vientos de manera vanidosa. Cálmate. Es mejor ganarte amigos que enemigos. Y los amigos de interés es más fácil ganárselos si no se ven en inferioridad respecto a ti.
  2. Trabaja duro y elimina uno de los enemigos más poderosos del ser humano; La pereza. Y sobre todo ese tipo de pereza que tiene tendencia a transformarse en desidia. Trata de conseguir un sistema de trabajo óptimo y que consiga la mayor concentración por tu parte. Por mucho que digan que para escribir sólo hace falta escribir, es como si se manifiesta que para hacer el amor sólo hace falta hacer el amor. Todo fruto digno de elogio necesita mucho trabajo previo.
  3. No te desanimes. La madurez juega a tu favor. Sé tenaz en buscar el idilio entre tu esfuerzo y tu creatividad. Y sobre todo, date por satisfecho si consigues terminar una novela de manera coherente y satisfactoria para tus propias entrañas, ya que eso ya es una victoria. Lo demás, como anteriormente he comentado, sólo sirve para alimentar tu ego. O en caso de ser muy osado y radical, para alimentar tu estómago.

5 de abril de 2005


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