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Elsa SanguinoElsa Sanguino

Dueña de una bellísima sonrisa y de una voz hermosa y seductora. Mujer intensa, de esas que aunque no se lo proponen dejan huella al pasar. Mujer que desata pasiones: o se la ama o se la detesta, pero jamás produce indiferencia ni pasa inadvertida. Una artista polifacética e integral: poeta, ceramista, pintora, fotógrafa y profesora de inglés egresada de la Universidad de Los Andes. ¡Definitivamente Elsa es todo un estuchito de monerías, como quien dice!

Guardiana celosa de su privacidad. Su hogar es el templo donde se encierra a crear, pensar o sencillamente oír música. De su familia dice: “Bonita y, afortunadamente, nada común. A veces demasiado ruidosa, he llegado a sospechar que existe algún gen de italianos flotando en el árbol genealógico. Tengo un hijo, uno solo, el motor de mi vida y que ya me convirtió en abuela. Un padre que es mi mejor amigo, cómplice en todas las locuras. Tres hermanos, tres temperamentos muy particulares y a los que quiero profundamente. Tías, tíos y primos al por mayor esparcidos a lo largo de la frontera. Hermanas, sobrinos y sobrinas que la vida me regaló, porque familia no es sólo los consanguíneos sino también los amigos. A mi madre la perdí hace ocho años”.

Con un espectro sentimental vasto y vehemente, hasta podríamos decir que su persona está compuesta en un 70% por afectos. Ella es así, intensamente emotiva y afectiva en todo. Defiende a sus cariños como leona en celo. Tiene fama de ser “brava” y alguno que otro en tono de ofensa la ha llamado cuaima, pero realmente lo que sucede con Elsa es que es una mujer que exige respeto en todos los ámbitos y aspectos de la vida. Como creadora, a su trabajo y su ser profesional. Como persona, a su derecho a ser. Y como mujer, sobre todo como mujer, exige la consideración que merecen ella y todas las féminas a sus ideas, pareceres, sentires. Y al reclamar estos derechos en voz alta se la califica como problemática. Cosas de machistas, suponemos. Elsa se describe a sí misma: “Terca y persistente. Con un carácter bastante fuerte pero muy ganada para la risa y el optimismo. Rebelde. Solidaria. Melancólica a ratos. Demasiado sensible. Inquieta hasta el agotamiento. Majadera. Me encanta resolver cosas. Me cuesta tener las manos quietas. Independiente. Expresiva, lo que me gusta o desagrada no lo puedo ocultar, los ojos me delatan. Observadora y muy detallista. Explosiva, aunque eso con los años lo he matizado un poco, de algo sirve apagar tantas velitas en las tortas...”.

Una artista muy completa, como ya dijimos, en su obra literaria encontramos que en dos oportunidades ha obtenido el Premio de Poesía de la Dirección de Cultura del estado Táchira, en 1987 con Equinoccios y en 1997 con El Guardián de la Salamandra, y aunque son varios los libros que lleva escritos, su afán de perfeccionismo la ha hecho editar sólo dos de ellos: Piel, bajo el sello de El Árbol Editores, y Bitácora inconclusa, que recibió Mención de Honor en el Primer Concurso de Publicación de la Dirección de Cultura y Bellas Artes del Táchira. Sus poemas también han aparecido en varios suplementos literarios y en los volúmenes IX y XIII del Taller Literario Zaranda y en Poesía Contemporánea de la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses. Como ceramista ha participado en más de una docena de exposiciones colectivas, individualmente ha presentado tres muestras. En todo su trabajo Elsa se dosifica muy cuidadosamente, no tiene una producción masiva, no exhibe sus talentos a diestra y siniestra, al contrario lo hace muy comedidamente. Porque para ella el proceso de creación es un acto tan personal e interno que no puede ser cuasi industrializado. Por eso no puede desvincular el trabajo de su vida pues labora en algo que la apasiona, de hecho opina que las personas deben ganarse la vida desempeñando la ocupación que más les agrade.

Obras de Elsa SanguinoEsto de ser artista lo trae en la sangre y desde su más tierna infancia lo demostró, pues entre las muchas anécdotas que tiene en su haber hay una en especial que demuestra lo romántico de su temperamento y lo artista de su ser: “Una tarde de lluvia, siendo muy niña, se desató un aguacero terrible. En esa época vivíamos en una casa vieja, en las cercanías del Liceo Simón Bolívar. Saqué una sillita al patio y me senté a disfrutar del agua. Recuerdo que mamá comenzó a llamarme y a reñir porque, según ella, por lo menos me iba a dar pulmonía. Y yo, nada que me movía. Tuvo que salir al patio con un paraguas y casi a rastras llevarme adentro...”. Sólo un poeta de alma se sienta vivir la lluvia así, y por esto será que prácticamente nada la desmotiva para escribir, por el contrario asegura que todos tenemos una historia que contar, imágenes y sensaciones que se acumulan a lo largo de la vida y están allí latentes, esperando su oportunidad de salir a flote. Y como pareciera que entre los escritores y los poetas la constante al escribir fueran la soledad, tristeza, desamor y la muerte, ella explica esto alegando que quizás sea muy difícil escribir desde la alegría porque se está muy ocupado disfrutándola. Aunque este es un muy interesante reto a afrontar. En el caso de ella lo que normalmente le falta es tiempo para escribir, ya que la escritura no es lo único que ocupa su tiempo: “Hay que producir para vivir y de la escritura pocos logran el sustento, por lo menos en este país”.

Muchos piensan que la poesía es coto restringido a una élite, a lo cual Elsa argumenta: “Por momentos pareciera que sí, que hacer poesía significa pertenecer a una casta especial de seres superdotados y con beneficios de los que no participa el resto de la humanidad... ¡Pendejo el que se lo crea! La sensibilidad y la creatividad no son propiedad exclusiva de nadie. He conocido seres de esos que mal llaman común, cuya forma de hablar y de vivir es poesía pura. Élite es una denominación absurda”. No cree que la poesía esté en crisis, más bien los poetas son los que están en crisis, lo cual se traduce en que la humanidad está en crisis. “Aunque la poesía siempre está presente y siempre lo estará, aun a pesar de todos los intentos por obviarla, por sabotearle el camino, por no dejarla salir a flote negándole la existencia en blanco y negro... Quiero decir, siempre es la última invitada a la hora de las publicaciones, pero como todos los invitados de último también es la que más goza, porque es la más esperada. Podrán publicarse miles de ejemplares concernientes a asuntos ‘trascendentales’ y unos poquiticos de poesía... ahora, dime tú, ¿cuál sería mejor compañía para un náufrago, en un divorcio o en un guayabo..? ¿Alvin Toffler o Benedetti? La poesía es tan necesaria como el agua y la sal”.

Opina que la musa inspiradora a veces llega de golpe como los huracanes, te pone en jaque y hasta te hace doler los huesos. Eso suele sucede por lo general cuando se está iniciando en el oficio creativo, cualquiera que éste sea. Con el tiempo aprendes que no puedes esperar por esos ataquitos de musa y comienzas a domarla, a hacerte amiga de ella hasta que llega un momento en que siempre está a tu lado. “Que la manifieste o no, es asunto tuyo, pero para mí la musa siempre ronda y se asoma a cada instante”.

Una mujer que se muestra afortunada de ser mujer y de haber vivido la vida que le ha tocado. Esto lo entendemos así al saber que ella no cambiaría nada de lo que ha vivido, por terrible o sublime que haya sido, porque todo eso es lo que le ha brindado la fortaleza que ahora posee. Cuya filosofía de vida es sencillamente vivir, vivir cada día como si fuera el último. Dar lo mejor de sí misma en todo lo que hace. Disfrutando de las pequeñas cosas, los detalles. Intenta no quedarse engarzada en las espinas de los malos ratos que sólo son una pesada carga en la maleta de la vida. Con la sonrisa a flor de labios ha aprendido a reírse hasta de sí misma, dice: “Entender que si bien existen cosas que no me gustan, que no puedo cambiar, ellas están ahí para darme una lección de vida”. Amante de la música y del baile. En su casa siempre hay música acompañándola: jazz, tangos, boleros, Budda Bar, Charly García, su inclinación musical es absolutamente ecléctica y bailando es igual. Como le encanta bailar lo hace sola o acompañada, alegre o triste. Es sencillamente una de esas necesidades que el cuerpo tiene y que no se le puede negar.

Un ser que aunque físicamente ocupa un cuerpo de pequeñas dimensiones su alma y espíritu son gigantescos, avasallantes. Un ejemplo de ello es su manera de describir lo que para ella es el amor y lo que le significa: “La risa de mi hijo. La mirada de Paula, mi nieta. La compañía de mis amigos. Los abrazos. Esas conversaciones interminables con mi padre. Una carta llegada de lejos. El reposo que viene luego de encontrarme con el ser que ocupa mis afectos y que me recorre sabiamente la piel. El juego y la risa que nos rescata del desencanto. La entrega. Lo que construyo con mis manos. ¡El todo!”.

Elsa Sanguino y Alfredo AparicioTodo un personaje cuya profundidad y riqueza espirituales son de innumerables colores, como un arco iris guardado en el cuerpo de una mujer que siente al máximo y que disfruta sentir así, a pesar de los impertinentes que la pudiesen tildar de “intensa”. Un diminuto estuche que guarda un sin fin de colores que deja salir a través de sus creaciones, sus poemas, sus piezas de cerámica, sus cuadros. Con el misticismo de quien cree fervientemente en la ley de causa y efecto, que es principio básico del budismo, que dice: “Los seres humanos necesitan tener fe, llámese como se llame, y lo respeto. Lo único que cuesta aceptar es que en nombre de Dios se hayan cometido tantas atrocidades”. Que dice ser afortunada al poder saborear esta aventura que transcurre entre el nacimiento y la muerte. Que cree profundamente en el ser humano, en su facultad para corregir los errores, aunque a veces parezca lo contrario.

Ojalá pueda pronto volver a ese castillo de Santa Marta, Colombia, y camine de nuevo por esos pasadizos oscuros que eran algo así como túneles muy bajitos, que cuando los caminó hace muchos años sintió un miedo terrible, y pueda descubrir qué sentiría ahora y, ¿por qué no?, quizás pueda construirse en esa costa la casa de sus sueños frente a ese mar que la fascina y enamora, junto a un gran amor y derramando sus colores de creatividad hacia los cuatro confines del universo.