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Veriuska MatuteVeriuska Matute

Sin duda alguna la música es parte fundamental en la vida de los seres humanos. Está en todo, en el deslizar del viento entre las ramas de un árbol, en el recorrido que hacen las aguas de un manantial, en el rítmico caminar de una mujer y el silbido que se desprende de los labios del caballero que la ve pasar.

La música, esa amiga que en un instante y con pocas notas nos puede embarcar en un súbito viaje en el tiempo, que llega a colocar ante los ojos de nuestro corazón aquel amor guardado fervorosamente en un recóndito lugar.

La música en todas sus manifestaciones viene a ser una suerte de religión exquisita a la que sólo pueden pertenecer seres dotados de una luz divina que les permite entender, sentir y practicar el mágico rito de la ejecución de un instrumento. Uno de estos seres es la hermosa Veriuska Matute, quien realiza el acto de encantar a los oyentes con las armoniosas notas que hace fluir de su fagot. Cosa que no le ha resultado fácil, pues provenir de una familia no adinerada y escoger un instrumento costoso como este tornó la situación un tanto ardua de lograr.

Esta espigada mestiza de frondosa cabellera negra al viento, más parece una modelo o tal vez una gitana. Su presencia se siente de manera intensa aun cuando sus ademanes son suaves y delicados como sus delgadas y largas manos. Con un carácter fuerte y contundente con el que defiende apasionadamente sus posturas e ideas asume la música, su trabajo, como una filosofía de vida y piensa que esto la ha enseñado a ser “...perfeccionista, analizar, arriesgar, trato de tocar bien el solo de mi vida”.

Actualmente reparte su tiempo en la fabricación de cañas para fagot, tanto para su propio instrumento como para sus colegas. Toca en la Orquesta de Cámara de las Fuerzas Armadas, y con su Quinteto de Vientos, llamado Guaraira-Repano, música de cámara que es la que más le agrada. Ha tocado en orquestas del interior, en orquestas juveniles, ha dado clases a niños de bajos y altos recursos económicos e iguales deseos de aprender, y de quienes dice “...ellos me han enseñado que la niñez y la adolescencia jamás las podemos olvidar porque representan nuestra esencia como seres humanos”.

Veriuska Matute

Nació en medio de una familia muy cariñosa y numerosa, con sus particularidades como todo grupo familiar. Creció oyendo todo tipo de ritmos y melodías pues sus padres, ambos melómanos, escuchaban toda clase de buena música. Comenta haber disfrutado mucho su infancia aunque su adolescencia sí fue un poco difícil, como suele sucedernos a todos, en esa etapa de su vida fue cuando descubrió que la música era el camino que debía recorrer.

Casada muy joven y divorciada luego de 8 años, de esa unión tiene una hermosa niña de 10 años llamada Vera Alexandra, que obviamente es el centro de su mundo. Desde hace unos años comparte la vida con un nuevo amor “después de experimentar la soltería luego del divorcio, etapa que considero muy interesante, me encontré con Dmitri, un violinista ruso espectacular que conocí en una audición para entrar a una orquesta, ahora tenemos un hogar y compartimos el sabor de nuestras experiencias”.

Además de crecer como ser humano, por ahora se dedica a disfrutar de lo que tiene: su familia, su profesión. Le da gracias a Dios por todo lo que le ha dado y por gozar de una buena salud que le permite dedicarse a todas sus actividades. Opina que cada vez se presentan situaciones más interesantes con la edad y la experiencia.

Es sencillamente Veriuska Matute, una mujer dedicada a vivir a plenitud cada uno de los aspectos de su vida. Una mujer de hoy, profesional, madre, esposa, amante, que cree que la vida es un regalo donde todos los seremos humanos son iguales y cuya fuerza ilimitada son los sentimientos. Que camina firmemente por el sendero de la vida con toda la alegría y la pasión que producen el estar haciendo lo que le gusta. Y quien cada vez que toca su instrumento se conecta al pulso de la energía vital que inspira al mundo y a la vida.