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David Dávila

Un muchacho alegre. Con la espontaneidad de un adolescente, aunque ese ya sea un tiempo superado. Un niño grande que disfruta la sorpresa que a diario nos obsequia la vida. O sencillamente, como dice él mismo: “Un tonto soñador y panita”. Este esDavid Dávila, un tachirense que desde hace más de un año está viviendo en Israel. Amoroso trasgresor de reglas. Buen representante de esa generación nacida en la Venezuela de los ‘70: rebeldes, soñadores, inconformes, guerreros vitales que intentan crear un nuevo mundo partiendo de su inspiración artística. La de David es muy variada. Durante mucho tiempo fue baterista del grupo de rock “Los Residuos”, integrante de la editorial alternativa Nadie Nos Edita Editores. Desde hace mucho tiempo combina la poesía, la música y la pintura. En estos momentos trabaja como chef “en un restaurante de la marina de Ashkelom, costa del Mediterráneo, playas conocidas por ser el hogar de Sansón y donde Dalila lo sedujo hasta dejarle el pelero, literalmente hablando. También pintando periódicamente y escribiendo en escasas ocasiones, con exposiciones desde el mes de marzo rodando por diferentes locales de Jerusalem y Tel Aviv”. Entre sus planes está el seguir con sus exposiciones en las ciudades ya nombradas y el adquirir los equipos fotográficos y de video para poner en marcha el Proyecto Ave Israel, idea que surgió de su participación como asistente de campo y creativo del Proyecto Ave, archivo visual especializado, el cual contiene una base de datos e imágenes de aves del estado Táchira. Ya David cuenta con un espacio en la web que es www.myspace.com/fundacionproyectoave; allí podemos ver, oír y saber quién es él y cómo es su obra.

David DávilaAsume como filosofía de vida la frase: “Al que se porta bien le va bien”. Como todos los poetas su color favorito es, como él mismo, dice, “azulísimo”. Para David, “vida y trabajo evidentemente están relacionados a tiempo completo, exceptuando algunas ocasiones en que la vida nos da laburos algo desvinculados de nuestra obra en la existencia, pero siempre trato de buscar un mínimo grado de vinculación con lo que soy, pero está claro que como escritor, músico o ilustrador la relación es directa”; por eso, al hablar de la poesía, dice: “Yo creo que los que están en crisis son los poetas, esa conspiración divina que se llama poesía pocos la asumen con entereza, incluyéndome en ese paquete. Me parece coto, joroba, gota, gingivitis, en algunos casos muy específicos se salva pero siempre existe el peligro de las subélites o los vicios de ego, la literatura más que como nicho de élites en este caso la poesía es ghetto de mal vivientes que al verse reconocidos poetas se cierran en circulitos de lo que ello creen exclusivo de sus personas”. Y en lo que se refiere específicamente a él y la llamada Musa Inspiradora comenta: “En mi caso siempre ésta es lo vivido, pero lo que sí viene es la capacidad de percibirla al otro lado del papel o de la mancha y la responsabilidad de traerla, de plasmarla, esa es la que llega como vestida de humo azul o con un respiro cortico de esos que llaman suspiro”, así que “creo que la vida intelectual va in crescendo a cada amanecer, el día que me sienta intelectualmente muerto seré cenizas. Me motiva una buena hierba de recuerdos, una risita sólo por las lágrimas de aquel tonto en el espejo, una vivencia como brisa fresca y caótica. Me desmotiva lo perdido, lo que dejé en algún lado no sé cuándo ni dónde, lo que no recuerdo ni preciso, eso que me falta pero no sé qué es”.

David DávilaComo la nostalgia es absolutamente inevitable en un pisciano, lo comprendemos cuando comenta cuál es el lugar de sus sueños: “La Plaza de Los Mangos (en San Cristóbal, Venezuela) un viernes en la noche sin ruido, sin gente, con neblina hasta el suelo, charquitos de agua, la fuente funcionando y buenos amigos con anís El Mono, ese sueño lo viví, pero siempre se repite”, y gustoso regresaría a “allá, a mis montañas, tranquilazo, en el páramo de La Cimarronera tomándole foticos a las aves”. Afirma que no cambiaría nada de lo vivido: “Todo bien, asumo lo que soy, lo que he vivido y lo que estoy por vivir aunque la tristeza del cielo abra la boca como muerto”.

En cuanto al amor dice: “Por amor me hice rockero, por amor me hice pintor acuarelista y chavista por amor, me gusta la morcila de la esquina del amor. Como dijo Gonzalo Arango: No soy codicioso ni avaro con lo que amo porque lo que amo no es mío, me lo dio la vida y a ella ha de volver...”.

“La vida es sólo lo que hay y tenemos que saber llevarlo lo mejor posible”. Espiritualmente se describe: “psicodependiente en energía emanada en la metáfora del más allá, intuitivo despiadado, vidente metafórico, alimenticio, es que veo el futuro en la comida”.

Éste es David Dávila, un joven creador tachirense que recuerda “haber llevado todo borracho a Jota Mario Arbeláez entre caídas y risas a su hotel, luego de un recital y conferencia de su obra en el movimiento nadaísta colombiano”. Que asume lo que hace; que si fuera otro sería chef en un restaurante en el puerto de Ashkelom, Israel. “Siempre hago lo que quiero”. Así es él, un hombre que lucha por mantener siempre armónicos su ser, hacer y decir. Un perseguidor de sus propios sueños.