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Elkin Javier Calle CortésElkin Javier Calle Cortés

Nos conocemos desde hace unos cuantos años. Un hombre gentil, amable, caballeroso. Un amigo solidario. Y un artista espectacular. Elkin es un hombre muy particular, graduado en comunicación social, es en el diseño gráfico donde es un hito en San Cristóbal. Todo el que edita algo, bien sea un libro, un catálogo, cualquier cosa para la que se desee un diseño hermoso, sobrio, elegante, sabe que tiene que dirigirse a Elkin. A lo largo del tiempo ha ido derramando otra parte de su creatividad en las hojas en blanco, donde da forma y vida a personajes complejos, viviendo singulares situaciones, textos que atrapan al lector hasta la última letra. Esta faceta de su vida fue premiada el pasado año en la ciudad de Medellín en el Concurso de Novela y Cuento de la Cámara de Comercio en la categoría de cuento con el libro La muerte y otros relatos; lamentablemente esta noticia no ha tenido mayor repercusión en el ámbito regional a pesar de ser Elkin un muy reconocido y respetado profesional. Son las cosas que no terminamos de entender...

Comenzamos preguntando sobre la manera en que vincula o desvincula vida y trabajo y su respuesta fue más que elocuente: “¿Desvincularlas? No, ¡ojalá! Más bien son, al menos en mi caso, una misma y única cosa. Vida-trabajo-trabajo-vida. Y es así particularmente por cuanto, desde hace muchos años, el espacio en el que trabajo (espacio físico), es decir donde creo, diseño, dibujo, escribo y traduzco, es el mismo espacio en el que vivo, donde duermo, leo, oigo música, me alimento y, eventualmente hago el amor (o más bien, tengo sexo, para ser más específico y menos romántico)”. Elkin es un hombre sumamente complicado pero adorable al mismo tiempo, como más arriba dijimos es amable, gentil, solidario, atento, cálido pero al mismo tiempo es un solitario que no permite intromisiones y mucho menos invasiones en su intimidad y así mismo se describe “como una persona un tanto complicada para las relaciones afectivas; alguien poco aconsejable como pareja (excesivamente posesivo y absorbente) a quien es mejor dejar vivir la vida a su manera sin invadirle el espacio más allá de lo necesario, y sin hacerle demasiadas preguntas”. Ante esta respuesta le preguntamos sobre cuál es su filosofía de vida, obviamente que no nos sorprendió su respuesta pues es como siempre le hemos visto: “Supongo que nunca consideré una en particular en un sentido formal, es decir, como un principio que uno elige y aplica de manera consciente. Podría decirte, sin embargo, que creo mucho en una palabra que es también en cierto modo un concepto: integridad, que para mí significa actuar, pensar y expresarse de un modo coherente. Es decir, que en todo aquello que digo exista congruencia con lo que pienso (con lo que siento) y viceversa, y que tales preceptos sean además capaces de orientar con honestidad cada uno de mis actos. A eso equivale para mí el ser íntegro. Y no digo que lo sea pues sonaría presumido, pero creo que a ello he aspirado siempre como persona”.

De pronto podríamos pensar que es una persona pesimista, por algunas de sus opiniones o pareceres, pero tal vez sufre de una visión muy precisa, exacta de la realidad: “Creo haber descubierto en mí una cierta tendencia a creer en el ser humano, a pesar de todo (en su capacidad de amar, de crear, de inventar, de descubrir...). Al menos una parte de mí quiere firmemente aferrarse a la esperanza de creer que en el fondo no todos los seres humanos somos tan viles, tan dañinos, tan insensibles, tan destructivos y tan capaces de tantas maldades como hemos podido comprobar en el curso de la historia”.

Hablando sobre la literatura, le hicimos la pregunta cliché sobre la musa inspiradora. He aquí su respuesta: “En mi caso creo en la inspiración, sin duda, pero del mismo modo creo que de poco sirve la sola inspiración sin un esmerado trabajo de depuración posterior. Generalmente, cuando escribo, ocurre que las ideas empiezan a fluir de una manera desbocada, a un ritmo de vértigo, y en ese momento no me da tiempo de esmerarme demasiado en la construcción gramatical, en el manejo del lenguaje, en el ritmo... Yo escribo un poco al estilo de la generación beat, es decir, bajo un proceso similar al de la prosa espontánea que ellos manejaban y en el que creían; pero a diferencia de ellos yo sí modifico, reviso y ajusto a mis criterios todo cuanto produzco de ese modo, aunque, claro, hay porciones de mis escritos que se mantienen tal y como fueron concebidos inicialmente y no podría decir si eso sea obra de la musa o de qué, más bien creo que son como pequeños aciertos que se nutren de nuestra experiencia previa, de cuanto hemos ido aprendiendo en la medida que nos hemos ido adiestrando para la escritura, y también de nuestra preparación sustentada en la lectura, en el gusto por la lectura que es donde adquirimos sin duda nuestra formación inicial dentro de este oficio”. En cuanto a la poesía específicamente dice: “No sé si de una élite, pero sí de una minoría. Creo, además, que siempre lo fue. No imagino nunca la poesía como un producto de consumo masivo y creo que por su propia naturaleza tampoco debería serlo. Me parece que al ciudadano común siempre le fue como más fácil entrarle a la literatura, mucho más que a la poesía, y de existir razones que expliquen tal argumentación correspondería a un poeta explicarlas, no a mí, que no lo soy. Tal vez lo estén (en crisis) los poetas, pero no la poesía. Probablemente, de haber tal crisis, la estarían sufriendo los poetas que cada vez son más, tantos que me atrevería a decir que hay casi más poetas que lectores de poesía, y tampoco abundan las editoriales interesadas en publicar todo cuanto se produce dentro de este género. Entonces ahí sí hay una crisis, que es también coyuntural y que tiene que ver en parte con las nuevas tecnologías, con los nuevos medios de información y entretenimiento, con los estilos de vida de los ciudadanos de nuestras ciudades y la drástica reducción de los hábitos de lectura de las personas (aunque antes tampoco es que leyeran mucho, es sólo que probablemente significaba más)”.

Elkin Javier Calle CortésConversando de sus planes y proyectos dice: “Bueno, te diré que después de un arduo y esmerado proceso de planificación, he decidido finalmente que, al menos en el corto plazo, me gustaría escribir, sí, escribir uno o dos libros de relatos más y al menos otra novela. En el mediano plazo, espero que a su vez lo escrito en el corto plazo me permita seguir escribiendo con suficiente comodidad y sin demasiadas preocupaciones, con miras a poder finalmente, ya en el largo plazo, continuar escribiendo y así seguir hasta que me canse, no necesariamente de escribir, sino más bien de vivir, y entonces ya no me sienta con ganas de seguir contando historias, de estar horas y horas echando cháchara, de estar diciendo nada porque, a final de cuentas, ya para qué”. Aunque actualmente: “Lo de siempre desde hace varios años. Trabajar en el campo del diseño y del periodismo. Y escribir. He escrito dos nuevos relatos recientemente y continúo adelantando una novela cuyo título muy probablemente sea Entrerríos. No estoy muy seguro, sin embargo, de que acabe teniendo una estructura de novela en un sentido convencional, creo más bien que este libro acabará conformado por una serie de relatos enlazados a partir un elemento central que actuará a modo de hilo conductor, especie de leit motiv”. Y agrega: “Claro que el camino se acorta, en la misma medida en que se nos acorta la vida. Tenemos ahora más años, lo cual quiere decir, ni más ni menos, que nos restan menos por vivir. Lo que no quisiera es llegar a sentir nunca que me he quedado sin horizonte, y no lo digo sólo en referencia a mi vida intelectual, sino a mi vida en general, en un sentido mucho más amplio, como ser vivo y sensible, como ciudadano de este tiempo, como alguien animado, por sobre todo, por una particular necesidad de decir cosas, de contar”.

Al hablar de su persona, de su vida familia, su niñez, dice: “Más bien poco convencional (la familia) y por ello mismo bastante interesante. Inusual (la infancia) y muy entretenida. Tengo recuerdos muy gratos y algunos de ellos aparecen reflejados en muchos de mis relatos”. Le gustaría regresar “a una finca en Guacharacas, donde de niños pasábamos las vacaciones. A Naranjitos, a Portachuelo, a los paisajes que rodearon mi infancia”.

Elkin es lo que se llama un individualista. Un hombre que se ha creado un mundo en el espacio donde vive, con sus diseños, sus escritos, su música; por cierto comentario aparte y muy especial merece su pasión por la música. Es un verdadero amante de la música, un melómano absolutamente confeso. “En resumen, muchas, y de diversas épocas, géneros, categorías y procedencias. Dos criterios de selección: calidad y originalidad”. En la casa de Elkin solemos encontrar lo inimaginable en cuanto a música se refiere y es muy común también que los amigos le pidamos que nos “queme CDs” con alguna selección especial de temas. Lo interrogamos sobre el supuesto de comenzar de nuevo esta vida pero con la potestad de ocuparse de otra cosa, qué sería, qué haría y nos dijo: “Tengo como una convicción que cualquier campo del desempeño humano me habría resultado en última instancia interesante. Hay, sin embargo, dos disciplinas (por llamarlas de algún modo) que me fueron particularmente atractivas en algún momento de mi vida: la música y la arquitectura. Pero bueno, puesto que nunca me hice músico, ahora escucho música y la colecciono, me informo, leo y escribo sobre música, me gusta hurgar en los detalles, ir al fondo, conocer la historia... y por si fuera poco, de tal modo la tengo incorporada en mi vida que esta última no alcanzo a imaginarla sin la presencia de la música como una compañía incesante. También, dado que no llegué a formarme como arquitecto, acabé siendo diseñador gráfico. Al parecer, cierta parte de mi cerebro encuentra satisfacción elaborando construcciones sobre ese espacio en dos dimensiones que constituye una hoja de papel en blanco (o un lienzo, o el monitor de mi computador personal)”.

A Elkin le gusta el color azul, los licores dulces, los vinos, la comida paisa. Muchos y muy variados pintores: Van Gogh, Toulouse-Lautrec, Dalí, Cézanne, Picasso, Matisse, Gauguin, Botero y Guayasamín. No piensa en Dios porque sencillamente no cree. Con respecto al amor podríamos decir que es una de sus respuestas más francas y por ello una de las más duras: “¿Describirlo? Ni idea. Ahora, respecto a qué significa para mí, pues, más bien nada, o casi nada, y enamorarse además es una soberana pérdida de tiempo. ¿Para qué enamorarse? Bueno... esto es lo que siempre me digo, inútilmente porque siempre acabo igual, enamorándome. Luego se me pasa. Eso es lo bueno, que siempre se nos pasa el enamoramiento, ¡qué tal que fuera, como algunos creen, para toda la vida! En fin, ¿enamorarse? Bueno, sí. Está bien. Pero el hecho de que esté bien no le quita que sea, efectivamente, una gran pérdida de tiempo”.

En fin, es un creador, un artista. Un hombre sumamente inteligente, dueño de una aguda mirada que lo capta todo, quien con gran dedicación ha ido alimentando su alma y su intelecto para ser el interesantísimo hombre que es. Una personalidad misteriosa y deslumbrante, brillante y terrible como buen géminis que es (nacido el 17 de junio), un ser contradictorio, que es y se maneja de acuerdo a la vibración energética que tenga en el momento, al gemelo que esté mandando ese día, cosa que se entiende perfectamente en su respuesta a qué lo motiva o desmotiva para escribir: “No sé si existan elementos de motivación o desmotivación como tales. Depende más bien de una necesidad. En ocasiones siento la necesidad (puede decirse también que siento ganas) de escribir, entonces escribo. Y en ocasiones, no. Entonces no escribo. Punto. Lo que sí ocurre es que existen cosas que me incomodan a la hora de escribir, que me perturban, como por ejemplo la presencia de otra persona. Casi siempre escribo solo, aunque de manera eventual he comprobado que también puedo hacerlo acompañado y es bueno saberlo ya que hay situaciones que lo ameritan, como es el caso de la elaboración de un guión para cine, por ejemplo, donde eventualmente participan varios guionistas, varios escritores (en la actualidad adelanto un proyecto de esta naturaleza junto con un amigo, alguien interesado, como yo, en contar historias)”.