Comparte este contenido con tus amigos

Luis José OropezaLuis José Oropeza

Esta anagrafía pertenece al selecto grupo de las difíciles, de las que no encuentras cómo entrarle porque el personaje en cuestión al tiempo que responde las preguntas sin mentir no es menos cierto que se esconde detrás de ellas. Así que haremos una anagrafía del poeta Luis José Oropeza en la medida de lo posible...

Luis José nació en la Maternidad Concepción Palacios, allá en Caracas el 14 de julio de 1946 pero desde hace más de veinte años está residenciado en la ciudad de San Cristóbal. Allí es el presidente de la Asociación de Escritores del Táchira; junto con Homero Vivas y Pedro José Pisanu conforman la directiva de dicha organización y son los que junto a la Asociación de Escritores de Norte de Santander (Colombia) realizan anualmente el Encuentro Binacional de Escritores de Colombia y Venezuela. Al mismo tiempo Luis José es trabajador de la compañía gubernamental Hidrosuroeste, en donde, entre otras cosas, dicta talleres de sensibilización sobre el agua, sus beneficios y su importancia, talleres y labor que realmente lo apasionan. Por el otro lado está el Luis José padre y esposo, faceta de su vida a la que se ha entregado con tanto fervor como lo hace con la poesía. Siempre, a donde quiera que va lo vemos acompañado de su esposa o de alguno de sus pequeños, o simplemente de todos. Aunque vale aclarar que a lo largo de este sinuoso camino que es la vida, Luis José ha tenido varias parejas con las cuales ha formado familias y procreado hijos, en la actualidad vive con su joven esposa en una población a las afueras de la ciudad de San Cristóbal. De su familia sencillamente dice que es como todas: silvestre. Y, de sus domingos, acota: “Aburridísimo, chama, hacer lo mismo todos los domingos. Sacar los muchachos para la calle a pasear, para la cancha a jugar pelota, todos los domingos es igual”.

Tiene en su haber varios libros editados. Al hablar de libros y esas cosas indagamos sobre lo que es o no de motivación creadora para él, y sus palabras fueron: “Mira, también otro contrasentido: yo en mis tiempos jóvenes, hace unos 30 años, todo lo que me desmotivaba me hacía escribir. Todo lo que me arrechaba, todo lo que me llenaba de furia, de las injusticias sociales, todo tipo de injusticia, eso me desmotivó a escribir. He escrito algunos poemas horribles por eso. Siempre hay una motivación para escribir. La tristeza y la alegría son motivaciones para escribir. No creo que el ser humano sea una válvula, que el poema sea una válvula para que el ser humano pueda ser determinado en un análisis siquiátrico, no pienso en eso. Yo creo que los poemas no tienen nada que ver con el ser humano”.

Y continuando en el tema literario dice que sus ratos libres los dedica a escribir, pensar, andar por ahí. Siempre en función de esa musa no inspiradora, de esa musa que le llena. Al hacer mención de la musa inspiradora le preguntamos si cree o no en ella a lo que nos respondió: “Yo no creo en la inspiración. Yo creo en un proceso mediante el cual el ser humano se convierte en una caja receptora de calor, de frío, de alegrías, tristezas, claridades, oscuridades, sentimientos e insensibilidades; uno va macerando una condición humana que, así como dice André Bretón en el Manifiesto del Surrealismo, eso genera un proceso de floración espontánea, el verso espontáneo, el verso libre de ataduras. No pienso el verso, yo lo escribo simplemente para no hacerle trampas, yo no quiero que el poema diga lo que yo quiera que diga sino lo que él quiera decir, no lo que yo quiera que él diga, pues no le hago trampas”. Para él la poesía no está en crisis, están los que no creen en la poesía.

Luis José Oropeza dice estar dedicado sencillamente a vivir: “Algunos filósofos, pensadores, dicen como aquél que dijo: pienso, luego existo. Y cuando uno existe vive y si vive piensa y si piensa abre una conciencia para familiarizarse con el medio ambiente, como decían los siquiatras antiguos”. Y en ese mismo sentido van sus planes de vida: “Seguir desvinculando las cosas, seguir escribiendo. Y desvinculándome del mundo para atarme más bien a la poesía”.

Y desvinculando le preguntamos qué piensa o que cree de Dios y del amor. De lo primero nos dijo con jocosa burla: “Dios debe estar muy bien, mano. Los que estamos mal somos nosotros. Yo pienso, a mí no me preocupa Dios sino... A mí me preocupa más lo que Dios piensa de mí, no lo que yo pienso de Dios”. Y del amor dice: “El amor... Mira, es un sentimiento... No digo humano porque los perros se aman, los árboles se aman. Yo amo un árbol y ese árbol me ama a mí. Yo amo a mi perro, mi gato, amo a mi esposa, amo a mis hijos. Es un sentimiento muy profundo”. Pero ya un poco más serio con respecto a su aspecto místico, espiritual, confiesa: “Bueno, yo hago siempre esa pausa dentro de mí para poder crecer. Siempre descubro que soy un enano cada día y esa enanitud me lleva a buscar un crecimiento diario”.

Para Luis José la vida es un conflicto permanente en el que participan los seres humanos que tienen sentimientos, todo eso tiene una relación profunda. “Yo pienso que si no hubiera los seres humanos y no hubiera conflictos, bueno, ¿qué seríamos nosotros sin esos conflictos? Sin esos sentimientos, ¿qué seríamos?”.

Retornando al tema de las letras afirma: “Bueno, yo creo que la poesía nunca ha sido coto de nadie sino... el pueblo, el pueblo es un poeta. Yo recuerdo que hace poco, un señor de 94 años de edad, llamado Marcos Mendoza, vino de un pueblito llamado El Tabor, de Delicias por allá. A cantar sus poemas sencillos, sus poemas populares, sus poemas campesinos, sus poemas auténticos como él. Entonces no hay coto, mira ese señor nunca escribió nada, nunca aprendió a leer ni a escribir y él simplemente hace poesía, entonces no hay coto, yo no creo en eso de que haya sido un coto la poesía, en ninguno”. Y esto mismo es la anécdota que no olvida, de hecho dice: “Ese descubrimiento de ese poeta rural. Un poeta que salió de esa nada que son las flores, que son el campo, por allá de la grandiosidad del ser, de la naturaleza. Eso es una anécdota que siempre voy a recordar. Mira cómo vi brillar a ese señor”.

Finalmente afirma: “siempre hay caminos nuevos. Mira ahí sí es verdad que me pongo serio cuando tú me haces esa pregunta porque en realidad uno busca la trascendencia, entonces cuando tú buscas la trascendencia consigues esos caminos nuevos que la misma poesía te los abre. Cuando llega el poema te abre esos caminos”.