Eloi Yagüe Jarque

Eloi Yagüe Jarque
Yagüe Jarque: “Me siento afortunado de haber escogido este oficio de escritor”. Fotografías: Ana Berta López

Sabía de Eloi Yagüe Jarque por comentarios en la prensa y en conversaciones con escritores. En todas el veredicto era el mismo: “Él es uno de los mejores cuentistas de actualidad”. Nos conocimos en septiembre de 2014 en Caracas, en una emisora de radio donde lo entrevistaban con motivo de la edición de su más reciente obra literaria, Santa Ángela del Cerro, con la que se estrena en la joven editorial Lector Cómplice de Les Quintero, una editorial que inicia su andar con pasos muy firmes y con firmas de gran prestigio en el país. Por cierto que al preguntarle a él —en un momento de la entrevista— por una grata anécdota, la primera que le vino a la mente fue: “Bueno, una recientemente fue el hecho de conocer a Les Quintero, mi editora, y que le haya gustado mi libro y que me haya publicado”.

A las dos de la tarde era la cita, estaba un poco tensa pues no tenía idea de cómo sería el personaje a entrevistar. Sabía, sí, que el hombre tiene los horarios cuasi que cronometrados porque está en muchas cosas que le abarcan mucho tiempo. Vestía una camisa azul intenso, jeans oscuros y estaba acompañado por uno de sus hijos. Al terminar el programa de radio fuimos todos los presentes —entiéndase, el personaje, su hijo, la entrevistadora de la radio, la editora y yo— a tomar un café y a hacer la entrevista; en el ínterin cayó un aguacero con rayos y truenos de esos fantásticos que sólo pueden darse en Caracas en los días que rodean al famoso Cordonazo de San Francisco.

Eloi YagüeAl observarlo con un poco más de detenimiento noté un par de pequeños pero muy brillantes ojos que van registrando todo lo que acontece en su alrededor. Me dio la impresión de que siempre está tomando notas mentales de lo que ve: las gentes, los lugares, las cosas por triviales que parezcan son elementos con los que va estructurando esos tapices de la ciudad que vienen a ser sus cuentos. En el libro Santa Ángela del Cerro, que consta de once cuentos de género negro, vemos unos personajes perfectamente delineados con pocas pero elocuentes palabras que nos permiten imaginarlos con bastante exactitud.

Al iniciar la entrevista el hombre estaba tenso, se notaba que no le es muy de su agrado hablar de sí mismo. Permitir a otros que hurguen en su intimidad. Las respuestas fueron breves y concisas, diciendo lo que le pareció necesario sin dar chance a más. Un ejemplo fue cuando le pregunté si relaciona vida y trabajo o si por el contrario es de quienes pueden desvincular ambas facetas. La respuesta fue tajante: “No, no puedo”. Claro que no todas las respuestas fueron así de breves, se extendió más en las referentes a la literatura.

Hijo de emigrantes españoles —como muchos de los caraqueños de la segunda mitad del siglo XX para acá— Eloi Yagüe Jarque es un hombre que se mueve entre dos procesos culturales que si bien se acercan al mismo tiempo son distantes y diferentes, pero que en él están muy arraigados. Y así lo hace saber él: “Mi infancia fue muy nómada entre España y Venezuela, naturalmente me quedé en Venezuela pero siempre teniendo la conciencia de que formaba parte de estructuras o de que tenía estructuras de dos culturas. Y lo malo de mi infancia fue que tuve unas pérdidas muy duras. Se murió mi padre muy prematuramente y eso me afectó, me afectó bastante. Bueno, digamos que influyó en mi vida. Y lo otro fue el desarraigo, que de tanto viajar pues siempre... desarrollé una especie de desarraigo. Cuando empezaba a aclimatarme a un lugar ya me tenía que ir, entonces eso fue para mí también importante. Por lo demás mi infancia fue muy satisfactoria”.

Al hablar de su familia se percibe una combinación de orgullo y dulzura: “Mi familia es pequeña pero muy feliz, muy querida. Tengo tres hijos de diferentes edades, que me dan muchas satisfacciones. Mi familia, o la mayoría de mi familia, ya falleció. Una familia de emigrantes españoles a la que le debo mucho. Especialmente mi interés por la literatura y la cultura en general”.

Y como con esta entrevista pretendemos conocer un poco más de la persona que hay detrás de la obra del artista le pedimos que nos contara una grata anécdota que viniera a su mente. Nos contó dos, pero a la que queremos hacer referencia en este momento es a la de índole familiar: “Otra cosa que me gusta mucho recordar es que a mi esposa, Gladys, la conocí en un taller literario. Yo daba el taller literario y ella era mi alumna. Pero cuando ella fue alumna mía no nos hicimos mucho caso. Ni ella me paró a mí, ni yo le paré a ella. Pero después, tiempo después cuando ya no era profesor de ella ni ella era mi alumna, sí nos encontramos y sí nos hicimos caso”. Lo cual nos lleva a lo que es su concepto del amor: “El amor me parece la experiencia humana más total, más integradora, y la siento muy necesaria para poder crear. Necesito amar y sentirme amado. Es para mí como un alimento espiritual”. Todo lo anterior nos indica que nos encontramos ante un hombre para quien los afectos son fundamentales y que ha logrado darse cuenta de ello, asumirlo y disfrutarlo. Que ha podido llegar a ese nivel en la vida donde se comprende que lo verdaderamente importante es dar y recibir amor.

Actualmente es profesor de literatura en la Escuela de Comunicación Social de la UCV y al mismo tiempo da talleres fijos. Definitivamente su vida y su pasión es la literatura, en sus ratos ¿libres? lee y escribe aunque también oye música y ve películas, las otras dos cosas que lo apasionan. “Afortunadamente a pesar de los años —que cada vez son más— creo que se abren nuevas posibilidades. Me siento afortunado de haber escogido este oficio de escritor porque creo que a medida que pasa el tiempo lo hago mejor y no es como otras profesiones. Por ejemplo, si fuera deportista pues ya no podría seguir, sería más difícil. Creo que como escritor entonces puedo dar mucho más todavía”. Se nos ocurre preguntar qué sería él en la vida si no fuera escritor y nos sorprende al decir: “Sería chef. Sí, me dedicaría al ramo de la hotelería. Me gusta mucho ese ramo. Me gustaría tener una posada, por ejemplo, pero en un lugar bien bonito, donde reciba a la gente y poder cocinar también”. Aprovechamos para averiguar cuál es su comida favorita: “La paella, como yo soy valenciano de España esa es mi comida favorita: la paella. Para cocinar y para comer”.

Retomando el tema literario explica que lo motiva a escribir el tener buenas ideas y tener tiempo y las condiciones para poderlas llevar a cabo, para poderlas expresar. Lo que le desmotiva son varias cosas, primero ver la dificultad para publicar. “Me desmotiva a veces, incluso después de haber publicado, el que no se lee, no se lee lo suficiente. Me desmotiva la envidia, y las rencillas y las intrigas, las mezquindades que a veces hay en el medio, en este medio literario. Pero yo trato de que esa desmotivación dure muy poco”. Sobre la famosa musa inspiradora cree que a veces viene inesperadamente y a veces se pueden crear las condiciones para que venga y se presente. Además cree que el estado natural de la literatura es la crisis. Porque precisamente la literatura es una rebelión contra el orden establecido, contra todo lo que va en contra de la libertad humana. Y como la libertad humana siempre está en peligro pues entonces la literatura siempre está en crisis. Pero eso es lo característico de la literatura y de todo el arte en general: estar en crisis. Es una actividad que tiene que ver con la crisis en todos los sentidos, eso es lo que le da vitalidad. En cuanto a la poesía dice: “Está en la calle. La poesía es espontánea. La poesía está en todas partes. Ahora, si hablamos de la literatura como actividad estructural, de un lenguaje escrito, bueno, por lo menos hay que saber leer y escribir. Pero incluso personas analfabetas, hay poetas analfabetas que son extraordinarios poetas. O sea, la poesía creo que tiene que ver más con una actitud ante la vida que ante el lenguaje”.

Ana Berta López y Linsabel Noguera (en primer plano), la editora Les Quintero, Eloi Yagüe y su hijo
Ana Berta López y Linsabel Noguera (en primer plano), la editora Les Quintero, Eloi Yagüe Jarque y su hijo.

Se reconoce como un idealista empedernido. Soñador. Alguien a quien a veces le cuesta un poco bajar a tierra pero que hace un esfuerzo por lograr plasmar por lo menos una parte de todo eso que le pasa por la cabeza, que es mucho. Un hombre que necesita libertad para poder expresarse. “Necesito vivir en un entorno donde haya libertad de expresión. Y creo en la democracia, los derechos humanos, todo eso. Si hay una filosofía con la que me identifico es con la liberal”. Si bien cree en Dios y de hecho le agradece mucho que de vez en cuando se acuerde de él, le resulta difícil hablar de su parte espiritual porque cree ser bastante espiritual aunque no sepa muy bien qué significa eso. Por ejemplo todos los días piensa en la muerte. Aunque no sabe si eso aplica o no pero trata de no olvidarse de que va hacia la muerte.

Un artista bastante sencillo, sin poses ni divismos. Un poco a la defensiva pero que poco a poco se fue relajando y creo que disfrutó la entrevista. Un hombre que baila y que le gusta toda la música que lo emocione menos, aclara enfáticamente, el reguetón, cosa que le aplaudimos. Le gustan los grabados de Picasso y el jugo de parchita. Quiere volver a Valencia en España pero el lugar de sus sueños —ya que sueña con él y en él— es el majestuoso cerro Ávila, el eterno guardián de Caracas. Alguien que describe así su domingo típico: “Desayunar un desayuno criollo bien sabroso. Primero no levantarme temprano, me levanto un poco más tarde. El desayuno criollo. Salir a pasear y después echarme una buena siesta, porque después, para mí el lunes comienza el domingo a las seis de la tarde”. Y que a estas alturas de la vida piensa que no cambiaría nada de su vida aunque el dolor más grande que le pesa en el alma sea el haber perdido a su padre cuando era un niño.

Ya finalizando le preguntamos su parecer sobre vida, gente y sentimientos: “¿De vida?, todo está relacionado, ¿no? Sin vida no hay lo demás. Yo creo que la vida es una experiencia extraordinaria. Creo que es un regalo de Dios. Y los seres humanos... Pienso que los seres humanos son buenos en la medida que se dan cuenta de que la vida es un regalo que hay que disfrutar, que hay que valorar, que hay que aprovechar. En esa medida creo en los seres humanos que se dan cuenta de eso, porque hay muchos que no se dan cuenta y entonces viven como ciegos, como dormidos. Y en cuanto a los sentimientos, precisamente nos ayudan a entender que la vida es algo inapreciable, único e irrepetible”.

Así nos despedimos de Eloi Yagüe Jarque, un hombre amable, cálido, gentil, cuyo único plan a corto y largo plazo es escribir y escribir mientras las ideas fluyan y las condiciones se presten. Le auguramos muchos éxitos más a este contador de las realidades y cotidianidades de una urbe que si bien puede ser muy bella también puede ser muy dura. De este enamorado de Caracas que la recrea en esas historias que escribe y que vienen a ser una suerte de fresco urbano.

Eloi Yagüe