Ken FollettKen Follett

Hace escasamente tres días que cayó en mis manos un libro digital titulado El universo de Ken Follett, un libro en el que se mezclan entrevistas que le han hecho, comentarios suyos sobre su extensa obra, pequeñas sinopsis al respecto de sus novelas, incuso videos, y sobre todo una minibiografía sumamente interesante que menciona, como no podía ser de otra manera, sus comienzos como escritor, y es acerca de esto sobre lo que yo quiero hablar.

Me quedé muy sorprendida cuando leí que antes de triunfar como novelista escribió once novelas que no tuvieron relevancia alguna, y me admira su paciencia y su perseverancia al no tirar la toalla, lo cual lleva a considerar muy seriamente su vocación tomándola como ejemplo y lección.

Conozco a muchos autores que empiezan en el mundillo y que sin ninguna humildad se consideran poco menos que genios porque han escrito una obra que sin pulir ni nada, han colgado en Internet y aún se exclaman de no lograr el renombre esperado. He dicho muchas veces que el oficio de escritor es muy ingrato y escasas son las satisfacciones que reporta, monetarias las menos desde luego y que quien escriba para enriquecerse mal comienza porque aquello de que muchos serán los llamados y pocos los escogidos, si no se tiene paciencia y se persevera inmune al desmayo, no se logra. Ken Follett lo hizo y ha conseguido su propósito, ya que no basta con ser escritor, hay que demostrar que se es.

Ningún novelista reconocido, famoso, etc., ha triunfado de buenas a primeras apenas llegar a la profesión, hay que desechar esas leyendas urbanas que aseguran que fulanito de tal se hizo famoso y rico, pues al parecer es lo que importa, con una primera obra, porque no es cierto, detrás de un novelista de éxito puede haber mucho sufrimiento, muchas horas sacrificadas por la vocación, mucha desesperanza al ver que trascurre el tiempo y no cambia nada, e incluso pueden nacer esas ideas negras que lleguen a conducir a un brusco desenlace sin retorno posible si la desesperanza se convierte en desesperación.

No os dejéis engañar, los vencedores milagro no existen, detrás siempre hay un largo currículum.

Ken Follett perseveró consiguiendo su objetivo. Y nos da una lección grande de humildad al no pavonearse por su éxito que para él no es más que trabajo, trabajo y trabajo, algo que muchos debieran asimilar porque el trabajo hace al escritor y como las novelas no se escriben de una sentada, Follett rescribe disciplinadamente sus obras, hasta darlas por satisfactorias, dato importante a tener en cuenta.

Recomiendo la lectura de este libro, que además se entrega gratuitamente al que lo solicite y vale tanto su lectura para el que comienza como para el profesional porque enseña algo muy importante, la humildad de un escritor que no se endiosa, su extraordinaria fluidez, su buen hacer literario y su indudable oficio. En suma, todo un maestro.