¿Por qué le llaman amor..?

¿Por qué le llaman amor..?

¿Por qué le llaman amor cuando quieren decir sexo?...

La pregunta no es mía sino que pertenece a Groucho Marx y es más profunda de lo que parece; no se trata de un simple juego de palabras.

Todo viene a colación de una moda que se está imponiendo sobre la literatura romántica, o, mejor dicho, mal llamada romántica, en la que el sexo explícito tanto en imágenes escritas como cinematográficas, es ahora lo normal en los inducidos gustos del público.

Me parece que el término “romántico” no acaba de ser bien entendido por la masa.

En primer lugar la palabra romanticismo significa, o simboliza, toda una revolución artística, política, social e ideológica y sus promotores Goethe y Schiller, después se fue extendiendo como un reguero por los demás países, no al mismo tiempo sino progresivamente en él hasta llegar a Norteamérica, siendo Edgar Allan Poe uno de sus más ilustres representantes, y en España tuvimos a Larra que acabó sus días suicidándose por amor.

El movimiento romántico extendióse a la música y la pintura, y lo único que pretendió es que la corriente se difundiera, pero hoy en día todo se trastoca a tenor de los tiempos que vivimos y así se califica de romántica, a la ligera, a la pornografía más salvaje tanto escrita como cinematográfica, los conceptos se pervierten y la gente, el público, lo acepta en una demostración que no habla muy a su favor, culturalmente no, desde luego, y es por ello que he citado la frase de Groucho Marx.

No confundamos los términos y llamemos al pan pan y al vino, vino. La pornografía no es romántica, es pornografía y nada más, que se quede pues en su apartado donde tantos fans tiene. Romántica es la tragedia del joven Werther, lo es La dama de las camelias y, anticipándose a la época, Romeo y Julieta. Eso es romanticismo.

En el movimiento romántico (tan ligado al amor), se impone el sentimiento sobre la fría y diseccionadora razón, el impulso sobre la reflexión, pero siempre de una forma elegante y conmovedora, limpia. La percepción del amor en el romántico, se halla completamente idealizado elevándose sobre lo carnal para trascender a lo espiritual, o sea, todo lo contrario de lo que en la actualidad, y en este apartado tan complejo, pretenden hacernos creer.