“Misión olvido”, de María DueñasDemasiado y demasiado pronto

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Esto sucede en literatura cuando un autor novel tiene un éxito fulminante con su ópera prima. Él no lo sabe, pero queda marcado para siempre pues su triunfo puede hacerle más en mal que no en bien si sus novelas siguientes son de menor calidad que la de su éxito inicial; suele suceder así, aunque toda la culpa no la tenga él. En tal caso pecará de ingenuo y, dependiendo del público, el mismo público que le aclamó al principio quedará desorientado, cuando no traumatizado, e inutilizado, para siempre.

Ahora podríamos sacar a relucir aquello de “nunca segundas partes fueron buenas”, tal vez como una explicación de los hechos, si el incipiente autor de éxito es presionado por la editorial para la que escribe, cosa que invariablemente sucede; se le exige que repita con la misma fortuna, y pobre de él o ella si no lo consigue, entonces llega la indiferencia y el dejarlo abandonado a su suerte con absoluta frialdad. ¿Hemos pensado qué le puede suceder a J. K. Rowling con su novela “para adultos” si al público no le gusta?, por suerte siempre le quedará Harry Potter.

En España tenemos un caso que puede derivar por retorteros poco gratos si el lector le vuelve la espalda considerándose frustrado. Estoy hablando de Misión olvido, de María Dueñas, autora de la exitosa y millonaria en ventas El tiempo entre costuras. Cuando surgió esta novela, sin trompetas ni clarines, silenciosamente, poco a poco fue escalando peldaños y un buen día se convirtió en un gran best-seller, en un auténtico best-seller que cosechó millones de lectores sorprendidos gratamente, yo la primera, ante lo que era un soplo de aire fresco en nuestra anquilosada literatura patria. El tiempo entre costuras fue un autentico boom y su éxito perdura, pero con Misión olvido no sucede lo mismo ya que he leído críticas muy poco satisfactorias al respecto y ello, pese al enorme respaldo editorial que la sostiene. Si no alcanza la meta, si se hunde, hundirse en este caso significa no estar a la altura de la primera, no le aguardan días muy felices a su autora, y la culpa, desde luego, no la tendrá ella.

Otro ejemplo que puede mencionarse es el de Ildefonso Falcones, deslumbrante con su Iglesia del Mar, que arrasó millonariamente el 23 de abril del año 2006, y a quien no le ha acompañado la suerte en sus obras posteriores.

Demasiado y demasiado pronto.

¿Se pueden imaginar ustedes una segunda parte de Lo que el viento se llevó, escrito por su autora, o cualquier otra novela de Margaret Mitchell que nada tuviera que ver con la primera, o a Emily Brontë escribiendo cualquier otra novela diferente a Cumbres borrascosas? Difícil es imaginarlo si pensamos en el caprichoso público y los exigentes editores, más atentos al negocio que no a la literatura.

Parece que el triunfo encadene para siempre a un autor privándole de libertad creativa.

Un último caso que quiero mencionar es sobre El diablo viste de Prada, un súper ventas que hizo millonaria a su autora, Lauren Weisberger, de manera fulminante, pero pasada la racha, ella no ha sabido continuar con el mismo pulso; una verdadera lástima.

De todo lo antedicho se deduce que en literatura hay que ir haciendo camino al andar... paso a paso.