Taro Aso
Taro Aso, ministro de Finanzas de Japón.

La fuga de Logan

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Acabo de leer una escalofriante noticia. Taro Aso, ministro de Finanzas japonés, ha pronunciado, sin cortarse lo más mínimo, las siguientes palabras, refiriéndose a las personas mayores: pide a los ancianos que se den prisa en morir para evitar un gasto innecesario para el país.

Días más tarde rectificó, pero el mal ya estaba hecho.

La noticia es cierta ya que viene avalada por el rotativo español El País y es eso lo que causa escalofríos, no que lo diga un diario sino que pueda existir semejante noticia.

Esto me recuerda La fuga de Logan, aquella novela de William F. Nolan y George Clayton Johnson, en la que se hablaba de que, en un futuro, las personas de 35 años serían consideradas ancianas y perseguidas hasta su eliminación para evitar el exceso planetario de habitantes.

La excusa en este caso no es tan obvia, se trata simplemente de que no hay por qué mantener una población a la que ya le pasó su momento y que ahora es una carga en gasto de pensiones, medicamentos y cuidados. No creo que sea preciso añadir más.

Lo inconcebible se ha convertido en una propuesta que, si el ejemplo cunde, no ofrece unas perspectivas muy alegres a la tercera edad mundial, de ahí a Soylent Green media sólo un paso, sí, esa película en la que trabajaban Edward G. Robinson y Charlton Heston.

¿Dónde está el respeto a los ancianos? ¿Es que, en el mundo del futuro, todos vamos a ser eternamente jóvenes?

No me gustan esas “sugerencias”, no me gusta el planeta Tierra que se avecina, no me gusta nada.

Entre los esquimales, cuando llegaban a viejos, inútiles e inservibles, se les abandonaba en medio de los hielos para que los osos los devorasen, fórmula rápida y limpia de solucionar un problema.

Lástima grande es que tanta tecnología y progreso no sirva de nada en momentos cruciales de la humanidad, que son en los cuales el ser humano vuelve a sus orígenes por muy civilizado que aparentemente sea.