La comunidad silenciosa

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Fotografía: Corbis

La tradición secular en el mundillo literario nos habla de reuniones más o menos bucólicas en las que los poetas se congregaban al aire libre, sobre todo en verano, a recitar sus estrofas tal vez acompañados al son de la lira, después se fue evolucionando y ya era en castillos, palacios o simples plazas públicas, mucho después vendrían los cafés bohemios y también los salones distinguidos donde poetas y escritores serían la atracción, pero seguimos evolucionando dentro del carril de los tiempos modernos... y llegó Internet, la gran comunidad silenciosa y con Internet cayeron barreras y paredes, y los poetas, los novelistas, los escritores en suma, volaron en alas del viento y llegaron a todos los rincones, y el verbo circuló, como moneda de cambio, por todas partes, yo escribo, tú escribes, él escribe, yo leo, tú lees, él lee, nada podía detenerlo ya.

Esto viene a colación de una gran plataforma digital, cuyo nombre todos conocemos y que ha revolucionado el mundo de la edición haciendo que los autores desconocidos autopubliquen sus obras, otra rama más de la gran comunidad silenciosa. A veces me imagino que somos como fantasmas moviéndonos en la sombra. No hablamos, no gritamos y sin embargo se nos escucha, ¡vaya si se nos escucha!, y la gente, el mundo, sabe que existimos, oportunidad que no tuvieron los primeros, ni los segundos, bardos.

Somos una muchedumbre cultural que avanza sin prisas pero también sin pausa y poco a poco va consiguiendo sus objetivos. La gran hermandad de los silenciosos que no se conocen entre sí personalmente, y esa es otra, unidos por un mismo proyecto podemos viajar juntos en el metro o el bus sin saber quién es quién, perfectos desconocidos hasta que nos sentamos frente a la pantalla del ordenador. Curioso mundo el nuestro, amigos, pero desconocidos.

Esto me trae a la memoria una novela de Isaac Asimov, cuyo título ahora no recuerdo con exactitud porque lo confundo con otros del mismo autor (a los suspicaces les informo que no me he equivocado de novelista, no, no es Ray Bradbury), y que iba de una sociedad futura, no tanto ya, en la cual la gente no se relacionaba personalmente sino a través de grandes pantallas caseras de algo parecido a las videoconferencias. Por este procedimiento no había el menor contacto físico ya que las reuniones, o encuentros, tenían lugar siempre a través de la pantalla, de esta manera todos eran amigos pero nunca se habían visto personalmente.

Bueno, pues, el futuro ya llegó. Yo tengo cientos de amigos a los que nunca les he dado la mano, y dudo que lo haga ya que algunos están en el otro lado del planeta, y por mi parte no viajo, pero somos amigos, colegas, ¿no es fantástico?, estoy sola frente a la pantalla, pero inmensamente acompañada, y en mi caso eso sirve también para el trabajo que desarrollo, o sea novelar. Igual escribir. Pertenezco a la inmensa familia Amazon Kindle y nuestras tertulias son vía FB o Twitter. ¡Pobres bardos de este futuro, desaparecidos salones literarios!, ahora el insondable abismo de Internet es esa inmensa plaza pública en la que nos encontramos todos voceando en letra impresa nuestros productos, ante unos lectores invisibles, pero muy presentes y efectivos al formar parte de la gran comunidad silenciosa, es aquello tan antiguo de “uno para todos, todos para uno”, pero que, actualmente, cobra plena actualidad.