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Abreviamientos

Textos y fotografías: Wilfredo Carrizales

Abreviamientos

Las reglas del espacio me lanzan de bruces contra las barras de los bares. Me desdoblo y me estructuro en la sémola de mi destino. (Aprovecho y le toco el culo a una mujer que suele observar el cielo con anteojos oscuros). La gula es mercenaria. ¿Tú me comprendes? Es una tragedia visceral. Algún poeta se pondrá a dar vueltas por el circuito de su conspiración. Me insuflo de alarmas y pedales y luego torno al balance de mi restringida elegancia. Las sirenas suenan en la lejanía y pienso en un incendio de consecuencias mayores para la dignidad de mis colegas.

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¿Para qué nos sirve la muerte cuando ya no la deseamos? ¡Al carajo con todos los parásitos! Los médicos progresan con sus huesos que se arquean y nadie lo pone en duda. La libertad se secuestra dentro de un féretro de dimensiones reducidas, pero ciertos bribones continúan jugando a las viejas refriegas para simular que pulverizan el mandato de los policías. La vida me cabe en la palma de la mano y los eructos se localizan en los suplementos de los diarios atrasados. ¡Ah, los baches que poseen los rústicos mercaderes!

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Me tiendo, suave, sobre la revancha que me ase. Soberbias las bondades de la carne adolescente. La razón se entromete en la locura humana y todas las puertas comienzan a sonar con sus sangres de crianzas destempladas. ¿Por qué? Porque las promesas exhortan a conectarse con la nación que se deshace entre cagadas de palomas y escupitajos de ancianos. Quien apele será transportado al trono de las tiranías y allí permanecerá hasta que el clima lo transforme en gusano de sucesivas espinas.

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Pasó un hombre corriendo en estado puro y el ardor le quemaba la ingle. La verdad no se conocerá jamás, empero no faltarán las ratas mareadas, los suspiros en las orejas ingrávidas, las abejas en son de guerra y otras excrecencias de la fe urbana. Largamente mi lengua buscó un lúpulo adecuado, largamente, y no encontró más que delirios de yerbas monumentales o placas de un apelativo falaz. A ultranza me quedé respirando y me maravillé de que mi glande se frotó contra una música de clase global y se disciplinó para convertirse en un bólido en el canon de la naciente estética.

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Abreviamientos

Hasta pronto... En la curva se subsidia un vino. Las sombras han desembarcado y exageran ahora los maquillajes. ¡Qué de incongruencias en este saco de mimos! Se necesita un jueves tieso como un escroto de monje trashumante. La docilidad se desflora en su bacinica cedida por el Departamento de Protocolo y Percusiones Automáticas y los objetores de conciencia se dedican a fijar sus mocos encima de las paredes donde se engrasa la maquinaria burocrática. Dos perros cumplen con el sagrado deber de la fornicación a pleno sol y yo tendré que soñar con combates en los pobres predios del retorcimiento poético.

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Un rubí se desprendió de la sangre de la mujer desnuda e hipnotizada. La civilidad brilló con su satisfacción de cartón. El cronista está loco por lograr un esbozo de contundente sicologismo. A un marido le reprochan su falta de bondad con los mendigos. Y tantas y cuantas administraciones han pasado por encima y por debajo de los puentes y no ha cesado de llover y las viudas no han parado de llorar y las meretrices continúan elevando los precios de sus servicios y solamente un secreto general se despista y el calor de una silla se despliega, afable, en torno de unas nalgas que tremolan en ramillete.

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Los impresionantes atuendos y las miradas recíprocas y la seducción que causa escozor en los ombligos coloreados. ¿A dónde puedo acudir a siluetear mis talismanes? Ya va siendo hora de ponerse a delirar con las astrologías de las violas. Sobran los argumentos para llenar de balbuceos las estancias y los cuartos de baños cuyas claraboyas se enemistan con el primer rayo de sol. (El agua tiene que ser sorbeteada con precisión. Así la justicia terminará por mostrar su esfinge y su blasfemia). La última virgen que andaba descalza y nada adolorida comenzó a hablar de falsas reputaciones y émulos para los condones. Uno nunca termina de confeccionar los implementos para extasiarse plenamente en el flaco pudor.

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Ayer el peine se desvió de su objetivo e inició una ronda bélica que tenía todas las trazas de acabar con las melenas de los animales dizque infernales. La emoción se me desliza por los pantalones que exhiben un acabado de alta costura y dudoso crédito. ¿Habrá que pensar en dispersar a los músicos vacantes, a los sopladores de pitos en las concentraciones políticas o a los guiñoles que adoptan posturas de torturadores para complacer a los jefes del partido que vibran en medio de sus símbolos de mugre? ¡Al aire todas las felaciones, las delaciones, las deyecciones! Los tontos ministros que confían en la severidad del flan o en las brisas resonando encima de los rieles del tren de cristal y exotismos. De este rango y de otro crujido los funcionarios se han puesto a crear denominaciones para las cancillerías que se enmierdan en sus pretensiones de maniqueísmo. ¡Hacia el poniente viajan unos imbéciles que se copian unos a otros los resultados de la postrera astucia!

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Abreviamientos

En el estómago la latitud del hambre. Las voluptuosidades de los sacramentos y los sacerdotes suspirando con sus sotanas pringadas de almidón seminal. ¡Uf, el imaginario que se pone al alcance del más exquisito Monte de Venus! Ciertas noches se hace obligatorio el ritual de las serenatas y las sensibilidades en el interior de las geografías de la masturbación. Las incongruencias ya no son virtudes ni fanáticas ceremonias de nupcias latinizadas. La tradición no tiene por qué ser errática. ¿Acaso la fruición de los tubérculos está exenta de menciones o pillajes?

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Mis piernas crujen con el aire y me niego a admitir la historia natural de los babiecas que desflecan las correspondencias azuzados por los monopolizadores de la peste. Vendrá la dictadura y tendrá los colores de tu preferencia y la belleza del coito de los murciélagos en pleno vuelo y a contramarcha de la aurora. Ya se escucha gemir a los fugitivos y las sopas se han matriculado para garantizar los parlamentos en la oscuridad de las oficinas. Con sencillez se acusa la obligatoriedad de atacar a las comedias y poner bajo llave a los impostores de las flatulencias y demás encarnaciones de la leche acidulada.

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Los audaces participarán pronto de las antropofagias a domicilio. La cotidianidad zigzaguea con sus trapos de invariables proporciones. Se dice que los partidarios de la guerra han seleccionado a deshora los mejores perniles. De seguro celebrarán entre cánticos de ebriedad. La patria se defenderá con sus mejores calzones expiatorios. El insondable resquemor de los esclavos se dirigirá hacia el museo nacional y allí —con la bandera arriada— volteará a la superstición para que el antiguo claror complete el capricho del mal de todos.

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¡Seriedad del despotismo en el vocabulario misterioso y las antenas palpando los sabores de la anemia del desgravamen social! La memoria busca unas espurias perlas y la ignorancia se agita en su banalidad de parodia fascista. Se acercan los maniquíes con su longevidad adquirida en los bajos fondos. Están graves los admiradores a destajo. ¡Llegó la hora de reír y rumbear sobre las arenas que se embuchan de átomos de chocolate y anillos de corrección! El manuscrito puede permanecer encima de la mesa. Sobrarán admiradores de su caligrafía y en viandas de morfina se proyectarán los itinerarios del futuro. ¿Y las edades y los límites y los merecimientos? ¡Naderías y espasmos de quienes se cagan en los veredictos y las proclamas! Por ahí se va escapando el traficante de lo marcial y una nerviosa piedra le sigue la nuca para ponerlo a dormir, a perpetuidad, bajo la grava.

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Tan así que está hecho: construido a propósito con el tuétano de su estructura y se extravió el aspecto negativo en los ojos de mirar ingenuo porque implica una atonalidad en los sentidos y una enajenación de la retórica y de esta manera la materia bárbara —tal vez la poesía— fabule un sistema perfecto para uso de los réprobos y queden pendientes otros compromisos que en el tiempo actuante no tienen posibilidad de acceder a la escritura y por ello con los fanatismos y los demonios a cuestas se ofrecerá el óbolo total que sea el artificio de la candela concéntrica.