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Collages del solsticio de verano

Textos y fotografías: Wilfredo Carrizales

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Collages del solsticio de verano

EL BUDA, el rostro dorado, el inmenso brillo del oro de los tiempos que nunca vinieron. El espacio se recoge y se aparta para sintetizar la maravilla de la heterogeneidad. En su nombre se fraguan negocios que baten la muy difícil lograda quietud. El aire glosa lo mejor de los textos inexistentes. Así tal vez surja un verso que profundice en las golosinas de la oscuridad. Entre los muros crece un descreimiento. Se oye un pensamiento: “Yo entiendo el curso de los signos que viven más allá de mis ojos”. Dentro de las vitrinas se levanta un cielo y las ventanas se multiplican por docenas. Los pies de las repisas se restriegan sobre las alfombras e indican las enseñanzas de las estrellas domésticas. Cuando otras señales iluminan el rostro del buda su sed se aplaca con infusión de té puesta al sereno.

 

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Collages del solsticio de verano

FLOTA una figura en el espacio vacío y su rostro prolifera a riesgo de remover el plano donde se ocultan sombras que sortean los pesos. Las dudas acaban por nombrarse para evitar su desalojo. Estaba existiendo un tiempo que se asemejaba a un vencimiento tardío, a una buchada de tinta expulsada por la noche más manifiesta. Se piensa que la porcelana se extiende o se alarga con la simple mención de su lustre. No hay prefacio para esto ni punto de apoyo que lo avale. ¿Y si todo no fuera más que un retrato de una vida en el culmen de lo efímero? La memoria también es contentura.____ El resto del encuadre aún debe esperar para atender la hechura insólita del azar.

 

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Collages del solsticio de verano

LOS RITMOS traen canciones y los instrumentos de cuerda y percusión desgajan palabras para el deleite. Un breve título separa a las cantatrices de los hirsutos mercaderes. En su correcto ángulo la tarima eleva al arte a un nivel que emblanquece los vestidos y da pulimento a las mejillas y a las frentes. Las líneas ondulantes de la danza levantan una mansión para el jolgorio y la transgresión de las costumbres. Mas los sones se desbordan y alcanzan el clímax de lujuriosas tonadas.

Novísimas notas regulan los destellos de la aurora. Bajo el piso de madera un árbol se abre al esplendor de la teñidura y unas puertas se perfilan con los atisbos de los balcones. Si las voces fueron tan dulces, ¿cómo es que no pudieron retirar el amargor de los rostros varoniles?

 

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Collages del solsticio de verano

MONSTRUO. De esta manera y un como gran recipiente para recoger las flores del júbilo defensivo. El monstruo erecto en una plegaria que no se cubre. Un hombre anónimo que pasa por la penumbra y se pierde con su perfil que se descarta. El monstruo podría tener alas ocultas y fraternizar con la masa de las tinieblas. La negrura es un parto de las indecisiones. El horizonte se ocupa de delinear los sorteos que la muerte anuncia.

En el completo recinto tiembla una fe de estaciones. Detrás de alguna esperanza una simulada tumba espera por el truco que hará gritar a la profundidad.

¿Cuántas manos se necesitarán para atrapar al monstruo? Su rostro se define con las refulgencias del entorno y en su orden entra, casuístico, el reposo que engrana los olores.

 

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Collages del solsticio de verano

TAL VEZ fue un viento el que lo hizo piafar y trajo temores al dromedario que se pasmó al crecer y enano quedó. La cabeza aristocrática debió alcanzar su rango, al igual que los hombros voluptuosos, las ranuras de los ojos y los mofletes que disfrutaban a deshora del arrebol. Los pies, envueltos en su yeso que daba la batalla por lograr su exacta medida, se sumergieron en una parquedad convencional. Las mismas trazas de otros enfoques anularon en poco el compás de las horas y los extravíos. ¿Por cuál dirección se iría a poner de relieve la laxitud de los sinos y el encabalgamiento de los tropos?

En cualquier caso se tornó al pedazo de parche transparente con el cual se pretendía estabilizar el balance de las figuras difusas. Pero contra toda previsión el rostro femenino se ensanchó y las manos huyeron hasta reencontrarse sobre el pecho en desasosiego, mientras un eventual ruido se deslizaba por el corredor y manchaba de plata los resquicios menos guarnecidos.

 

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Collages del solsticio de verano

EL MUNDO en azul era su fama y su geometría que lo salvaba del hambre y la fiebre. La sorpresa lo agarró de improviso y por momentos no supo dónde quedaba el globo terráqueo. ¿Acaso encima de la mesa adonde dirigía sus cotidianas oraciones?

Su traje se inflaba como una esfera y se convertía en un prodigio que sobrevolaba sobre los techos y sobre las cabezas blancas de sus coterráneos que padecían de insomnio. Las nubes no representaban problema alguno, a pesar de su prolijidad.

Aún en su cabeza severa reía.____ Reía y flotaba de un rincón al extremo contrario. Esa noche sintió un raro perfume, de luenga alquimia, y el ardor de una culpa ajena le obligó a palpar una testa enorme bañada en oro, al tiempo que la luna creciente pugnaba por ingresar a su asidero.

 

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Collages del solsticio de verano

QUE NO quiera ver el jarrón en el preciso momento cuando el verde caballo trota hacia él es asunto de sentencia y fuego. (El borde del aparador se resiente de las maderas traídas del sur). Por la forma de sus manos se diría que llora, que le ha dado curso a una hilera de reproches ___olvidándose del oro y la plata___ y que su espíritu anda un tanto desmadejado.

Cuando el color comienza a caerse de los rostros, el aire se embarulla y anuncia tragedias y trastoques. Si no veamos la faz descascarada de un pretendido buda que duerme y vigila sus adentros. El corazón va más lejos que los ojos y la flama de su renacimiento quizás se encuentre en la senda que el foco diminuto presagia.

Ahora se comprende todo y las palabras no hacen falta. Los sentidos tratan de iluminarse con lo que captaron, pero sólo consiguen el filo de un cristal que se evapora.