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Divertimentos

Textos y fotografías: Wilfredo Carrizales

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Divertimentos

Juan, el relojero, comparó su edad con la de Santiago, el carnicero. Juan era el más joven, pero a Santiago sus amigos lo tenían por no envejecible.

Los dos hombres se reunían, los domingos por la tarde, bajo la copa de un gran samán plantado en la plaza. Cada uno expresaba sus disgustos y sus sentimientos. La palabra que más repetían ambos era “grotesco”. Nadie sabía por qué.

 

2

Luis enfermó de tanto tomar vino. Aun así, seguía sediento y le preguntó a su esposa si en la despensa no habría alguna botella. Su mujer agarró la botella y la estrelló contra el piso de la cocina. Luis escuchó el ruido de la botella al hacerse añicos y se le saltaron las lágrimas. Su consorte se le acercó y le dijo: “Tú bebes como un cosaco ciego. Si quieres suicidarte, hazlo bien lejos de aquí, en el campo o directamente en el cementerio”. Luis respondió: “De acuerdo... Tú no comprendes la razón de mi afición por el vino. El espíritu de esa bebida vive alojado en mi hígado y me incita a beber”. La mujer le preguntó: “¿Y no hay manera de sacarlo?”. Luis replicó que el único método válido consistía en ahogarlo en vino. Era a lo que más le temía el espíritu.

 

3

Una mujer joven y soltera dio a luz un niño. No se le conocía amante y nunca salió sola de su casa. La noticia se propagó y vinieron cientos a conocerla y palpar al niño. La mujer los llenaba de palabras huecas y les presentaba los pormenores del extraordinario alumbramiento. Aunque los visitantes habían leido la Biblia y creían todo lo que estaba escrito en ella, el relato de la mujer les parecía un tanto exagerado, porque, ¿cómo hizo la mujer para quedar preñada si jamás se sacaba la ropa de encima?

 

4

Divertimentos

Leocadio era un hombre desinhibido. Algunas veces, estando en su casa y con visitantes en ella, se quitaba los pantalones y mostraba su culo brillante como una pieza de marfil. Los visitantes salían de la casa alarmados y lo criticaban con severidad. Leocadio no comprendía su enojo y decía: “Los pantalones me quedan sumamente estrechos. Mi casa no es muy amplia que digamos. Yo quiero estar muy cómodo en mi vivienda. ¿Tengo otra elección que no sea airearme las nalgas a placer?”.

 

5

Gilberto le dijo en una ocasión a una de sus cuñadas: “Yo no te censuro por ser tan bonita. Te censuro debido a que no compartes tu belleza conmigo”. La mujer sonrió y se guardó para sí la respuesta. Gilberto optó por la paciencia.

 

6

Silvestre enterró a su madre al lado del chiquero de los cerdos. Se puso a llorar y se tragó el contenido de tres botellas de aguardiente en un santiamén. Casi borracho perdido comenzó a prosternarse frente a la tumba. Entre sollozos, decía: “En ningún momento me pediste que te enterrara al lado de los cerdos, pero yo sabía cuánto los querías y así cumplí tu mandato no solicitado”.

 

7

Simón, “El infante”, despertaba cada mañana a su abuela y le manifestaba sus condolencias. La anciana asentía y le acariciaba la cabeza. Simón se sentaba en el borde de la cama y empezaba a toser. Sus piernas se agitaban como si todo su cuerpo tuviera una convulsión. Luego gemía por largo rato. Se despedía de la abuela y salía a trabajar en una fábrica vecina. Al regreso del trabajo, la abuela lo esperaba en la puerta de calle y desde lejos le gritaba: “¡Condolencias para ti, Simón, porque todavía no has crecido lo suficiente!”.

 

8

Divertimentos

Pablo le preguntó a un desconocido: “¿Cuando uno usa condones el pene se le va reduciendo progresivamente?”. El desconocido le dijo: “Eso es de sentido común. Tú debes enfrentar tu realidad y ajustar los condones a medida que tu órgano decrece”. Pablo se marchó muy preocupado y por el camino lanzó los preservativos a un matorral.

 

9

La esposa de Rogelio abandonaba la casa temprano y éste ignoraba a dónde se dirigía con tanta premura. Como le tenía miedo a su mujer no se atrevía a preguntarle. Un día sacó valor y la encaró: “Quiero saber a qué lugar te encaminas todos los días tan de mañana”. La mujer se puso en jarras y le espetó: “¿De dónde crees que provienen las semillas que devoras cada día? ¡Del criadero de pájaros del bueno de tu tío!”.

 

10

Ramón trataba a su compañera como a una esclava. Él sentía un gran placer en hacerlo. La mujer estaba aterrorizada y no se movía dentro de la casa sino para hacer las labores interminables del hogar. Un día decidió fugarse y contrató a un arriero para que la viniera a buscar en un burro. Ella se subió al animal y cuando el arriero quiso halarlo para que se pusiera en camino, el burro comenzó a corcovear hasta que lanzó a la mujer al suelo. El arriero le dijo: “Él no está acostumbrado a transportar esclavas, así que le ruego que entienda la situación”. En seguida empujó al animal y se marchó tras él.

 

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Divertimentos

Antonio reflexionaba en voz alta: “De acuerdo al olor del aire hoy voy a conseguir a la esposa de mi enemigo. A ese hombre se le cerrarán los ojos sin explicación y caerá en sueño profundo. La mujer me estará aguardando tras la tapia y allí le diré que fije su dote. Desde mañana seré un hombre rico”. De pronto comenzó a llover torrencialmente y Antonio vio a su futuro chapoteando febrilmente en el barro.