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Fugas y devaneos

Textos y fotografías: Wilfredo Carrizales

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Fugas y devaneos

La noción del tiempo sobre una bandeja y la marea del universo dependiendo totalmente de un serrín que vincula a los unos y a los otros. Un órgano tocado por un cuerpo solidario como prueba de la economía de recursos.

Una cesta en donde craquean los proyectos mecánicos que podrían garantizar la existencia de unos sueños de ruiseñor. Hacia las minas nutricias marchan los inventores y se topan en el camino con los sonámbulos que vienen de vuelta.

 

2

El bochorno no se desguaza, más bien se torna ridículo entre las botijas de hierro. Con un balón se hipnotiza a un bailarín y se le acerca la posibilidad de hacerse dueño de la bulla.

Entra en la realidad un niño expósito y su vida se magnifica en la abyección y en la náusea por una navaja que enarbola su ruina.

 

3

Los resultados se hornean y atardece un diamante en su desespero. Aun se puede enseñar la eficacia del devenir y atender más allá al bulto que arrastra.

Una fumarola cambia la acción de una flor en medio de la avenida. Los vagabundos escupen buchadas de ácido para conocer los efectos sobre la glicerina. El estoicismo se finge a todo trance y ningún narciso coloca sus ojos en receso para que los demás se conduelan de ellos.

Prevalecen las burradas sobre cada pulpa y los corazones se aserran y las caras llegan a ser aviones en busca de alianzas.

 

4

Fugas y devaneos

El punto de oro de la lámpara es inaccesible a aquellos que tienen la vejez colgada del cuello y para quienes el silencio es sinónimo de coraje.

Las luces sobre la tierra se mueven y quedan expuestas a su condición heterogénea, de múltiples y horribles esquistos.

 

5

La gama de los microbios acecha a los genios tumbada encima de su sutil elegancia. Las ventiscas abren abismos inesperados frente a los pasos de cualquiera. Aunque enlacemos los miedos terminamos por declinar y ceder los continentes a los fértiles adversarios.

 

6

La tónica de la guerra consiste en la implantación de conceptos políticos que produzcan convulsiones en los hipócritas que se cuentan los dedos al compás del escepticismo y la resignación. Las afrentas son almas muertas que vuelan por encima de los muros y demuestran analogías con los fósiles que se han copiado en papeles de poca fe.

 

7

Fugas y devaneos

La insolación y la imaginación se ligan para charlar y para afirmar los instantes en que debe arrugarse el destino del bestialismo. Se entonan las bisagras y encuentran sus apellidos en los experimentos de la lengua.

Las imágenes se rebelan y comienzan a remarcar el uso de las emergencias. Las cosas viven continuamente en la intimidad de sus poseedores y allí emborronan los testamentos para quienes les sucedan.

 

8

El enigma de los meteoros descansa en la cerviz de un buey funcional y urbano que anuncia su moral echado sobre la orilla donde se acumula la basura.

El silencio de los alcoholes rebota como un bumerang en la noche que se insufla de expiación o coquetería. Un loco se abstiene de comandar una partida por respeto a las formalidades de la amistad y la aquiescencia.

 

9

¿Acaecerá el temor después del baile de los esqueletos? La cuestión radica en las preocupaciones de las navajas y en los ayuntamientos ocurridos a los siete años de edad.

Los malos sujetos se unifican en sus infancias y son ejemplos para los pensadores que farfullan sobre sí mismos. Actualmente se salva quien identifica una panacea que sirva para retornar a las idas épocas. Los llantos sorprenden a los viajeros en el letargo de los días que han sido pisoteados por gatos en guerra.

 

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Fugas y devaneos

El himen de la aurora es un brebaje inocuo. Él radia brillanteces hacia la fuente de los venenos y de allí extrae un dulzor de mortaja o una exasperación que corroe a las cabezas o una enfermedad que se maldice por años y años.

 

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Si el país entra en fiesta, el trabajo de los sabios se paraliza. Las mujeres consagran sus emulsiones a tapar los actos de las restantes y disminuidas vírgenes. El aire y la tierra se ennegrecen en los límites que les demarca la disciplina de los morteros.

 

12

A veces aterra el encantamiento de los carteles, la desposesión de la avidez por alcanzar el rostro de la lluvia. Entre dos cuerpos desnudos aparece un destino que manda y mucha esperanza deviene para escatimar los cansancios que se llevan adelante.

 

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Fugas y devaneos

Los prejuicios de la escogencia resulta un aguijón en las manos que carecen de la protección del fuego. El ardor de los libros brutaliza el error en los principios de la lectura que exorciza. Sobre las lejanas hierbas copulan unos grillos y sus cantos son ondas de pesimismo pegadas contra la cortina de la certitud.

 

14

Los músculos se me asocian a la premura de las estaciones. Les aliento, les aligero las pesadumbres, les asomo infinitas posibilidades de riesgo y seducción. El otro que me provee de mí traza en el espacio un mar que me conviene y entonces me esfuerzo por imaginarme un naufragio al borde de una ventana que pertenece a una casa que se extravía en la relatividad de una armonía civilizada.

 

15

Me arraigo bajo un cielo de tormentas. Me sé inapto, pero entiendo que debo completar mis minutos destinados al embellecimiento de los cuentos que arañan. Los rayos del sol rumian sus constancias. Parecen mortificaciones que parten en busca de sosiego. La necesidad de la voluptuosidad depende de un giro creíble, mas algún fardo angosto se le impondrá en su avance.

 

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Fugas y devaneos

El poeta pasa solo. Construye su firmamento al raso. Él se hace invisible en medio de la claridad. Sus poemas se alargan cual olas de fogaje blanco y la vitalidad subyace en su memoria, a la manera de un diamante que orea la visión de los peregrinos.

 

17

Un ser ignora la susceptibilidad de atraerse al infinito. Interviene en la evidencia de los desiertos y se identifica pronto con el genio que se esconde en los ovarios de la arena. La oscuridad irrumpe con sus granadas abiertas y las semillas acondicionan el rigor de la pertinencia de los males.

 

18

El imaginario se ve cercado por cerillas y pierde su capacidad perpetua de requisar los baúles. La acción estremece los retablos y los infantes deben recurrir al día más duradero de la semana para enmendar la retahíla de denuestos que les arrasan los ojos.

 

19

Fugas y devaneos

En la modernidad la euforia deprime a la nostalgia y la conduce a una vía de raspaduras donde prevalecen los cánticos que subsidian a las elegías.

(Se anuncia en el esplendor de la cochambre de las barajas una incurable ilusión que parte del utensilio que da energía a los hechos citadinos).

La altitud se desvanece. Los contribuyentes rastrean en busca de signos equívocos. Los insaciables se acercan con sus almidones controversiales.

¿Habrá todavía espacio para acumular los despojos de la verecundia?

 

20

La eternidad al alcance de la mano. Pulsa un botón y de inmediato te encontrarás con los desposeídos, con los apasionados comedores de excrementos, con los verdugos de las conjeturas y las blasfemias.

 

21

Vendrán a tus manos ansiosas los nutrientes de los órganos que fecundan al mundo. Arribará la metralla, los cadáveres sonámbulos de las guerras, las máquinas que descuartizan a las almas en sus lechos de flores artificiales.

No te duermas. Mantente alerta. La campana aún no resuena, pero es sólo cuestión de paciencia y plenitud que cuelga.

 

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Fugas y devaneos

Hoy los colores tienen aprensión. No están evaluando correctamente el hado que les corresponde. La bruma expulsó al día de su sitial. La exageración no posee cabida en esta ocasión y el suplicio de la nada se resuelve con un tris de los dedos del pie.

 

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Me adapto a mi nuevo hogar amenazado por el signo de Cáncer. Inalterablemente evoco los pasajes menos aparentes que acumula el espejo para su devoción. Apilo laberintos domésticos y le ofrezco al poder arquitectónico una ofrenda de vulgares frutas para que las trague sin exclusión.

 

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Soy embajador de la extranjería. Mi fiebre no se extirpa con la desposesión de la veracidad. Los vicios de la bondad lucen mojados por un vino mal defendido. La conciencia se tira de bruces y encuentra plumones de aves sacrificadas en aras de meriendas para refrescar.

La tentación completa los sueños. En las riberas de los muebles se volatilizan unas sensaciones que saltan por encima de las tristezas y se avienen a dotar de cuescos al ambulatorio que, a la postre, no clamará por un civilizador.

 

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Fugas y devaneos

¡Cuánto humor en la inflorescencia del mediodía! La ubicuidad de las razones para pervivir, el clan que anuncia cizañas, la indecible heredad de los inútiles como yo.

Hace frío y el brasero convoca a las postrimerías. Se reviste de solemnidad y descubre un prístino valor agazapado entre las costuras del cipote. Del reverso de la medalla se infiere que los enemigos están amurados y siembran claveles en los balcones.

 

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Me obligo a circular con los temperamentos de las resignaciones locales. Pienso: mi gracia se esparció con las palmas batidas. El coraje me repasa con su música de recibos y monedas al menudo. Bruscamente una interjección viene en mi ayuda: ¡Válgame Dios! y las verduras se ahogan en su agua de cocina.

 

27

Las puertas han sufrido en sus emociones de marionetas. Una furia que atardece les retuerce las maderas. La victoria es un muelle cántico que encuentra grandeza en la expansión de los empeños. Sólo mi nombre se felicita de encontrar un respiradero en la promesa de las hojas de menta.

 

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Fugas y devaneos

Declinan los rumores que engendró la lucidez. Como siempre la frialdad rechaza el prestigio que agrava. (Un torrente de luz que se inflama seduce al ámbito que huele a vacuidad). El absurdo de la ignominia no consigue lugar donde colgar su traje raído. Una espesa niebla satura las ventanas y las constriñe a regresar a las épocas de las tabulaciones.

De perfil, me desenvuelvo en el opaco claror. Anhelo que los insectos alados den conmigo y ocasionen un jolgorio en mitad del distrito que tengo señalado para mi substitución.

 

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Torpes enunciados del hombre que se fija en el enclave para gobernar a perpetuidad y jorobarnos la vida y la metamorfosis del espíritu en carne celebratoria.

Los ecos de los retorcimientos llegan hasta acá. Atizan las perversiones, los reportes del pésimo tiempo, las manzanas que se pudren en el fregadero, los diagnósticos de los trasplantes a deshora...

Se prolonga la vulgaridad en las sienes coronadas por lo espurio. Desde los vientres saltan ventarrones con hedores a yeguadas. Ya colma el tartufo con la inexistencia de su bondad. Sus células seguirán el curso de las cremaciones y una reja será su orgullo.

 

30

Se resiste el carbón a engordar. Hace meses que ha ganado considerables kilos. Involuntario, quiere perfeccionarse, pero no termina de apresurar su intimidad. El deber de la primavera consiste en sembrar confianza en los amantes. La visibilidad de su esfumación nos equipa para evaluar la curiosidad de su conducta.

Otros combates aguardan plegados contra las escaleras. El desborde de los idiomas ascenderá con sus aspavientos de encanto y los postigos supurarán una flema que levantará ronchas y oportunos oprobios.