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Incongruencias/disconformidades

Textos y collage: Wilfredo Carrizales

Incongruencias/disconformidades

1

Pendo de la siesta para emparentarme con los noticiosos. Me parece que así se logra que me subvencionen. Hay días en que se resienten los actos de tanta pérdida en el precio de la posesión. Un oscuro violinista acomete una acción propia de su oficio y luego se le reprocha que su efigie se redujo por torcida. Si se le hiciese un retrato para cuando resucite, ¿quién propondrá desde ya los pormenores de la develación?

 

2

Fue terrible el desliz que por pura voluntad absorbió toda la atención de los choferes de taxis. Fue un mal encajado en la cuadratura. Delante de la gente resentida de siempre un regalo estalló y las manos tuvieron que fijarse a los techos de las tiendas disimuladas detrás de los portales. Bajo la apariencia superficial se relanzaron los plausibles obstáculos para que fueran devorados por aquellos que se sujetan a las tradiciones de los travestis. (El sustituto de la certeza arribó con su doble suerte de juegos y de inmediato preñó a una escoliasta para que su vida fuese insostenible).

Hablo a veces del alma que se porta. Hablo así mismo del soufflé de queso. Jamás parloteo de los travesaños que me unen a la emoción o a la usurpación casi diabólica que hago de la personalidad de mi rival cuando se sienta en una silla. Lo uno se levanta a merced de lo otro y los meandros del cerebro ondulan a placer.

 

3

Si la putería fuese extirpada con pinzas quirúrgicas los misioneros pondrían reparos en lo glacial del procedimiento. Sin embargo, luego seguirían usando sus máscaras de maravillas y acabarían por atenerse al exceso de los golpes de precaución y a la paciencia medida con el metro que sirve para mimetizar los rostros. (Se dice que un santo vencido por la concupiscencia derrochó la jocosidad de una mascada).

 

4

En las ciudades hay más caníbales de lo que las autoridades quieren reconocer. Con una obstinación de locos mendaces los funcionarios se toman todo el tiempo del mundo en introducir los conceptos de víctimas y sacrificios. Mientras tanto los clubes de vampirismo celebran sus sesiones a puertas abiertas.

Los caníbales son ciudadanos como cualquiera de los otros. Lo que los diferencia del resto de los habitantes de las ciudades es su profundo amor por las mordidas en las carnes ajenas. Ellos devoran cuanto pueden y en la efusión de líquidos y sentimientos no tienen cortapisas. Además sus buenos deseos los convierten en adolescentes.

 

5

Decir que las sierras libran un combate con las imágenes es empeñarse en una hermenéutica atrasada. Cada tratado, cada hesitación, van de la mano de los reductores del siquismo por tratarse de asuntos que perforan los cuerpos mismos. Más sensación existe en el pecho de un águila disecada. La seguridad se diseña bajo un justo estado. Las proporciones anatómicas de los ahogados no cambian por mucha agua que hayan tragado. Sólo en sus talones se manifiesta una caución, extrapolada y desobediente. Cada error se destina al sitio de las enmiendas, donde los mancos les encuentran correspondencias. De esta guisa no es de extrañar que se produzca una fusión de tres fuerzas con una vida.

 

6

La abuela empreñada se desnutría. La violación tuvo sus méritos. Lo femenino se colocó al revés y se aproximó a los deseos de la prensa que optó por capturar el perfume para darse importancia, para pulir lo lácteo y para domeñar la interdicción. ¡Ah, el yesquero sufre de alotropía! Cuando se asegura: lo violáceo compromete con seguridad, una mano le dará un rayón. Mas la cabeza del sapiente vuela en busca de su mismo sexo y luego restaña las heridas del fuego con poco almidón.

En los empeños, ellas, las recién venidas, alertan con sus temblores sublimes los proyectos de los rieles. ¿Cómo se explica que un devaneo sexual posea a las hijas desnudas del pobre mercader? Las circunstancias no son para llorar, sino para postergar lo sublimado. La gestualidad de un petimetre es echada por sobre un muro y así obtiene una franquicia para modelar en los baños públicos. Con su sola presencia el destino se viste.

 

7

A la inversa se aprueba el beso de la rejuntura. La lujuria no produce lumbago. Yo me afano por ella. Lacertiforme, me arrastro por sus zonas erógenas y en ello me va el silencio. Empero pasan las horas de la nostalgia. Se preserva la magia del encuentro. La tensión no intenta lanzar sus complicaciones —longitudinalmente se acrece una crónica a pulso— y el inconsciente truquea un círculo de falsas estrellas para abrir un ducado a los recuerdos sobrevivientes.

 

8

Remotamente un péndulo abreva menos. Los infantes están prisioneros de los límites, de los horizontes deshonestos, de los cielos que se desmoronaron. No se pudieron salvar las liras, ni los solares crujientes. De los pájaros se ocuparon las nubes. Yo todavía era el autor de mis días, de los tratados de magia para no sucumbir en la metrópolis de arañas. Me bastaba con contemplar ciertos colores, sus contornos y un vago rumor de refugiados provenientes de islas hundidas. La gracia se vertía sobre mis cabellos y yo me evadía con todas las reglas al uso. Me habilité para preservarme de las brutalidades de los miembros del partido único. Inventé barrenos para horadar las bodegas donde tienen escondidos los exvotos de los fieles.

Preferí convivir con los animales de la calle y retardar sus asaltos para mejor hora. Me beneficié de un particular estatus y surtió efecto en mí la precocidad de propósitos y errancias. Se me quiso declarar proscrito y maldije la imperfección de sus roles. Visceralmente renegué de la no violencia, incapaz ya de resistir el acoso y la sevicia. Sé que muchos timoratos aplauden mi osadía y sé también por qué se mantienen al margen. Yo, entretanto, descanso, observo y mudo de encuadre para dar en el centro de su kermés.

 

9

La imagen de la disidencia me dispensa su nivel de exacción. Al fondo la barrera de los pensionados persigue la gloria de una época. Un hombre se postra con sus bienes raros y se enferma con la justeza de la venganza. Solo. Con la subversión dada como una propaganda para servir de apuntamiento. Alguna protesta se convierte en parte de su bulto. Pobre porvenir que vuela aferrado a las guedejas de un pícaro. Franco el reclamo de hoy de los museos para que las desesperanzas sean complemento de las colecciones.

 

10

Con brusquedad se falló en la maniobra del encumbramiento. Yo creía en el resentimiento de las tardes y la primera vez que sentí su punción supe de los objetos de los que se servía. El material de la morbilidad me es intolerable. Me visto con el derrotero de un insecto que traiciona por mí a las noches estrelladas. Le cargo con todo su volumen luminoso y él hace de su saco seco una limpidez que huye. La luna aclara su semblante y lanza hacia abajo chispas de contralto. Me importa poco avanzar o no. Los buches de fecundas aves degustan las sobras que a ras del suelo arrojaron los trotadores. El verano se acoge a los lugares más jóvenes y la gesta de su exquisito balance me desconcierta por momentos.

Un insignificante acontecimiento me retiene: se vuelve a suicidar un ridículo frente a mi ventana y en el introito lanza un vómito que golpea mis ansias de ser libre. Estoy dispuesto a entrenar unos huesos fósiles para que marchen a la legislatura y se rían de los veredictos.

Voy a partir ligero de equipaje. Negaré cualquier alianza. Desde mi pabellón encumbraré cometas sobre las colinas y escribiré unas cuantas palabras para capturar a los años. Ahora estoy sentado en el lado contrario y una razón me persuade para que atienda las roturas del sinsentido. La tentación de excluirme me persigue y en mis ojos se bañan unos peces que cambiaron sus escamas por una materialización de los sueños.