Donde el origen

Textos y fotografías: Wilfredo Carrizales

I

Donde el origen

Cuando la clorofila se mueve se nota el limbo de la hoja. Los granos en el suelo se nutren de todos los reinos y las raíces comienzan a semejarse a sí mismas. Otros conjuntos —esporas o soros— se convierten en intermediarios de los estímulos que no causan la muerte.

Los helechos vuélvense protectores de las ranas y en las madrugadas minúsculos sacos se colman de alternancias y las sanguijuelas aprovechan para fusionarse, mientras sucede un aire que origina un huevo en lo menos visible de las membranas.

 

II

Van de tanto a tanto, por la periferia de las células, los mismos parásitos que mutan en hembras. A su vez, los protalos inician los casos para separarse de los escándalos que devendrán en pistilos. Propiamente dicho se sostienen los tejidos sobre la equivalencia de las yemas.

Imprevistamente llegan yerbas —amargas, locas o delgadas— y entre buenas tardes y pecíolos alternan con sus historias para encontrarse después en una lumbre de agua estancada.

Más adelante ocurren bulbilos de barro, cuyos fragmentos provienen de la regeneración de lo que había sido fecundado previamente.

 

III

A partir de lo que se arrastra, se excluyen las axilas para no entorpecer el enanismo de las estructuras que rotan.

Sólo se oye fluctuar el cruce de los extintos pétalos. Hay un juego que desciende de una línea que exceptúa el azar. Lo seminal acude a su dominancia a través del color de las envolturas.

Aparecen zigotos al margen de la esterilidad. En cambio, son obvios los reclamos en la persistencia de los gusanos. Pronto los híbridos encuentran sus mitades en el don negado de las noches.

 

IV

Aproximación a los tallos no encarecidos en la inmersión de un corte de una posible sagitaria. Anticipadamente o sea anterior a cualquier carácter, una pata escucha el esqueleto de un grillo que se topa con su excavación.

Se descubre en un tal ambiente el caudal de una epidermis en la forma ahusada de un huésped del parasismo. (Con ojos de reptil agrandamos la hondura de la sensibilidad).

La deficiencia de luz circula alrededor de los vasos que se sedan para afiliarse a imaginarias espinas. Del mal a la defensa de lo acebo existe una sequedad que no se advierte a primera vista.

Sobre un velo de arena se digieren los zarcillos que se ahuecan con el arrojo de su tinta más que esmeralda.

 

V

Donde el origen

Estigma del polen en el verano que pierde su apogeo. ¿Y si cerramos con caución el fenómeno de la retama o de una salvia con cabeza de insecto? Una temperatura se le propondría a la lluvia que se adquiere, a veces, por retazos.

Dan ganas de generar propágulos en los resquicios de la madre del terreno. Inversamente la adversidad sería ordinaria si se manifestara un manantial en el concierto de las polillas.

 

VI

Las agallas se albergan en la putrefacción y el significado de los restos de vegetación se propaga como lombriz solitaria y luego se adecua a la miel de los líquenes.

También nos rodea un prurito de coleópteros. ¿A cuál manifestación mata más rápidamente la secreción de las bacterias? Además se imita lo análogo que subyace en el vuelo de sombrías mariposas.

En cambio, las vueltas intuidas siempre serán miméticas, a pesar del remedo del peligro que se dilata.

 

VII

Al tiempo que los escarabajos buscan su homotipia, las presencias foliares reducen su salinidad, cuadro a cuadro. No se excluyen las hebras que se acercan a los valores que moldean la atmósfera.

Bejuco o liana se tolera bajo el equilibrio de las preces. Ningún perjuicio se difunde y así se estipula un sueño letárgico en la humedad de una estación en pos de un adecuado nombre.

 

VIII

Segundos de los rayos solares en los estratos que verdean y en donde se vierte lo que a diario baja y no decae. Vive la luminiscencia en el recodo que resuena, casi abisal o algo así.

Durante el entusiasmo del carbono, un fermento flota y arrastra a la respiración compuesta de azúcar y suave almidón.

Se lanzan algunas células dentro de una advertida alcantarilla y allí, junto al punto neutro, se asimilan a la predominancia de las edades.

 

IX

Ofensores que irritan: actos de los microbianos. Lo fétido indaga por su ortiga y no elimina su veneno. Siempre se reduce la virtualidad con la floración de las vitaminas y la precipitación de los cristales auxinos. ¿Encima acontecerá una ósmosis como pretexto?

Un trauma, neto, de espurios cereales acaece en el diámetro donde los coloides conocen sus luchas. El aguijoneo de los humores separa el hambre de las espigas. En virtud de lo que sufre el metaloide amarillo reaparece una grasa en la punta de la más exquisita plasticidad.

 

X

Donde el origen

Los filtros embebidos abren camino hacia la dietética del sesgo en el individuo con guisantes. Persisten los polos en el pie que rastrea en el bulbilo desprendido de su éxtasis. ¿Colonia para afincarse en la fecundación?

Hacia el centro de todos los ámbitos se descuelgan los hongos que son sistemas al olfato. Unos filamentos identifican la cronología en un ciclo cuya impronta se agrava y no se sofoca.

Oscilan las fases allende lo sexual y evolucionan los pigmentos para teñir los cuerpos en su atávico deliquio.