Rasgos de escritura (II)

Comparte este contenido con tus amigos

Textos y dibujos: Wilfredo Carrizales

1

Rasgos de escritura

DE MERA ejecución, el artefacto simula lo que se llama decadencia en el encendido de la plasticidad. Se irritan los dados en sus cabriolas según va variando el duelo del calcio.

La elipse perpetra su asunto y explica la longitud entre el sueño y la locura. Habrá de ocurrir un arrebato en el émbolo y todavía se larvará el licor dentro de su embudo.

 

2

SE METEN en un cántaro los caprichos. De cualquier parte se allega un cieno y adereza la esplendencia para la continuidad de las consejas.

Concha mayúscula de la hélice inmersa en la lucha por la virtud. Chasquido que instruye al margen de la residencia del cambio. Amargor antiguo precipitándose apoyado contra la síntesis del dolo.

 

3

EUFORIA de la transparencia que se ablanda aunque en la periferia un árbol libre su rebaño de frutos. Se fue la centella con el agujero doble y plural.

Aquí, acaso, cabe el resumen, de improviso, de la candela descuidada. Recién olió a coyuntura y en el espejo hubo un acuerdo de migas y conjuntiva reclusión.

 

4

CIERTO PORTAZO y la melaza se desliza en la cazuela. De suma sapiencia el idioma se pliega a su gusano. El cómplice capta la mesura de la esdrújula y se aviene con su hioides hacia el pozuelo que leva.

Abisal, la hinchazón del ombligo invita a la divinidad. Abstraída, se destaca en la canastilla que trajera un lebrel.

Por último, cava la bestia un nocivo crujido, al tiempo que un enredo hojea en su comején.

 

5

Rasgos de escritura

PÁJAROS posados sobre una línea: aplazamiento del vuelo o posible fervor en la presteza. Un zumbido cubre los plumajes y los lleva al viraje de los trinos.

Se prueba un prisma en el espacio orlado por nidos hechos de aire y alfabeto. Obedece el adorno a una razón de ornitología. El objeto de un disparo será, indudablemente, lo que cede a la vaguedad que escapa.

 

6

MUY HOLGADO nace el molusco ante la ardentía del eclipse. Con el signo exterior del jubileo se propaga lo indeleble dentro de la matriz de la arena. Madrugan las fíbulas entre las horas que traspasan las impurezas de las mareas. Cubierta por un agua terciaria la cola de un pez respondió a la giba en su fruición.

 

7

LA ASIDUIDAD hermana el verdor con la hipótesis del cráneo y no se detiene ante ningún dique o correas o delirio repetido a menudo. Cejan los timbres a lo largo del cuello, los obrajes o las tristezas.

Los contrastes no originarios ahuyentan a los instrumentos acogotados por las enzimas y las células. Unas exequias se vuelven caprichosas incluso en la ausencia de privilegios gratos.

 

8

ME ENTURBIA la envergadura de los lances, su remesa que infunde una pasión sin nervio.

Se desprende del zapato la experiencia de los itinerarios y ajustada a una magnitud en equilibrio germina un globo de sedimentos y texturas. Una cota es recibida más allá del sustrato que hierve de lameduras.

 

9

BATRACIOS en la batalla donde se echan bebidas por etapas. Ruedan cabezas y quedan ácidos para corregir la vista a la distancia. Unas varas se cimbran y la estética se disuelve brindando un testimonio bajo la noche que despliega su tropa.

El siguiente fermento encuentra riesgos en la defensa del litoral. Un sonido de corazón enlaza los músculos con el resplandor del alma.

 

10

Rasgos de escritura

LO OCRE se anticipa en su cueva. ¿Saltará la ojeriza con su sinónimo de tristeza? El rudimento progresa y expresa su espacio: ángulo de consonantes y rimas subidas unas encima de otras.

De salmonela se tributa una resignación para la blandura que se mancha al llegar al declive de ejercicio.

 

11

BROCHE disecado y capturado con todas sus mercedes asentidas contra el desparpajo del trazo fuerte de la excepción.

Hija de lo feculento, la marmaja se corta en la parte opuesta para rebanar su hálito. Se para la sed yuxtapuesta a los libros del silencio y luego se jalona un núcleo con lengüeta y un atajo bravío.

 

12

METALES y piedras en la dislocación de los huesos versados en isomerías. Hinca el cabello su temperatura teniendo presente el frenesí de la altitud. Reposando como equilibrio arbitrario la curvatura encuentra su fuste apisonado bajo letras de los epónimos.

El logro cruel estorbaba y encandilaba la casta de los haces de espinas. Casi al unísono un hedor pactaba con el diablo y se erigía en yerta hostilidad.

 

13

MUCHÍSIMA infinidad merecida por los nefarios cuando lo singular era afirmación y concreción. Conque, ¿la cláusula se perjudicó o tremoló con luces de un trato diferente?

Anduvieron las sombras a lo largo de los planos y se animaron con las coceduras de los mojones. Hogueras se acostaron tras las templanzas de los decenios.

 

14

DESACUERDO del sofá en el baile donde abundaron torceduras y esguinces de fe.

También se aproximaron figuras que no daban cuartel ni decoraban adyacencias.

Rechinaba una guitarra herida en su ilusoria armazón. Un arbitrio tuvo su respuesta de hipogeo en el indeleble poder de un logogrifo.

Las épocas naufragaron ulteriormente en medio de un letargo que se anudaba.

 

15

Rasgos de escritura

CORNISA desde donde salta la mezcla rara del azar. Merma recíproca de los nadie que recurren a caminos de nombres vencidos.

Un alboroto en el paladar a la hora del certamen de los objetos en presidio. Despejos que se anticipan a sus moradas y que anuncian parajes de congoja y prestezas.

 

16

LA PISTA y el suelo. Conversión o rédito. Redondeles y repudios. Un picor. Tardo indicio.

Alguien se escondía, subsidiario, a pesar de que lo que se oía era poco ventilado. Promediaba un santuario entre las retóricas de las vecindades. Las manchas sustituían a lo sagrado y en un kiosco abundaban los puntapiés.

Una justa dirimió el ideario de los gibados. Entre tanto, se enaltecieron los lirios con la molienda de la obsidiana.

 

17

DAMA con velo en la recalescencia de las mortajas. La mutación se alza con una paridad que deja pasmados a los parientes. ¿Quién portará la linterna cuando los musgos comiencen a escurrir el fluido de la quiebra?

Pronto la quimera patentiza el nacimiento de los muñones. Pasa lo peor y los quejidos rebotan de manera ininterrumpida. Fuesen los fuegos con sus esquejes de espanto.

Junto a las ventanas se reunieron sensatos que apenas jadeaban.

 

18

SÉ y me siento cansado. Un párrafo me somete más que otro. Exclamo entre paréntesis. Los cuchillos descansan sobre lo escrito. Muy semejante a un comedor se acoda un espacio para rumiar y no persignarse.

Estoy y la sala estorba con su falta de alegría. Un barro va avanzando, aprendido, inquieto.

Los caprichos reposan y pongo atención. Los días llevarán tatuajes y adversarán los sitios por donde nos levantamos.

 

19

EL ENFERMO ni lo intentó. Con sus plurales y su reuma no dormía y quería irse. La quiromancia se apartó de lo textual. Después una caricia fue el imperativo, solamente.

¿Cómo proseguir en primera instancia? ¿Cuánta analogía arrastrar y durante qué tiempo? ¿Por qué generar tildes y risas falsas?

La jornada se dispersó. Casuístico, el enemigo daba patadas a la cama y afuera ¡cuánto llovía!

 

20

Rasgos de escritura

LOS LOCOS corrieron sus instantes. Los entusiasmos pendían de hilos. El hambre apretaba con su potestad. El más numeroso de los lagartos bostezaba y muchas maromas quedaron en suspenso.

La facilidad para el canto se puso en evidencia. Con caras de morsa se anudaban el plumón y, orejudos, danzaban por los recovecos de la aurora.

 

21

ÉRAMOS proclives a remedar la mercería. Nos liábamos y en las hombreras aparecía la grandilocuencia más inusitada. (Dondequiera se asomaba un dominó para compaginar los momentos que morían).

Ciertos brotes recrudecían con sonidos de una aspereza sin límite. De bruces, nos soliviantábamos contra quienes nos obligaban a embellecer el polen. La época nuestra se negaba en redondo a ser la nodriza eterna.

 

22

LO IRREDUCTIBLE sumergido entre sus números; lo holgado frutecido en medio de unos muslos aficionados a la miel; lo escaldado como parte de la disuasión en liza.

En la liturgia de los besos acaece una glosa y así se magnifica la comunión de las salivas. Nada se fractura si no se estimula la dilatación de la distancia.

Existe un cortaviento en cada trayecto, pero la ambrosía sobresale siempre en el instante menos valorado.

 

23

YA IBA colocado el tábano encima de la complacencia de la ira. Chiflaban las máscaras con sus labios de heno y transgresión. El paisaje se esculpía con todas sus gubias juntas. Los inconformes se amoldaban a las turbulencias de sus destinos.

¿Cuál jolgorio no era deseado a cabalidad? Ningún detalle podía omitirse, so pena de incurrir en malformaciones. Los instintos discurrían hacia sus cañadas a fuer de necesidad o, quizá, de inercia.

 

24

SU CUERPO produciendo vigor. Su cuerpo, de arriba abajo, acelerado. Su cuerpo cambiando de posición y ovillándose para el goce. Su cuerpo tremolando, guarecido por los costados, a salvo en su cohesión.

La gradiente ¿insólita? de sus oquedades. La gracia de sus goznes que chirrían en la penumbra. El punteado de su piel, dulce, eficaz, gratificante por antonomasia.

 

25

Rasgos de escritura

VENDAJES de frondas que me conducen al paraje de la aquiescencia. Me agacho y véome de hongos la melena. Noto la babaza que libera el reloj local y la carcoma subiendo hacia las maderas del acecho. Algo señala mi designio. Lo aferro.

Después, con las flores ya flojas, elucubro sobre los fetiches y presiento que desprenden un vaho más perenne que todos los chopos del continente.

 

26

AL SESGO, ebullen los secretos de los pivotantes, sus medianías que enceguecen. Aferrado a la lujuria el párvulo gana en indicios. Sin consistencia, unos flagelantes se imponen penas en equidistantes episodios. Mientras tanto, la ceniza de los miércoles se agota y falla la isogamia.

De los dos pares de espuelas, se quiebran las menos dóciles. Se adormecen las aves machos en sus cubiles en la estación que se deshila. El ciclo de la hondura comienza a manifestarse y unos seres ríen tras la lumbre admitida.

 

27

GLÁNDULAS magníficas de los dueños del lupanar. Despiden luz, abovedan las yescas, eyectan sabiduría y locuacidad.

Las pupilas se inclinan en el novilunio. Sus puñales se anublan, temporalmente, y luego salen a relucir entre sofocos. Estos episodios se reducen a un mutismo de honradez.

El burdel observa con sus ojos de lombriz el largo pelaje de las lobas y purifica con su lustre la ávida procesión de monedas.

 

28

COLAPSO de la pestilencia en los libros de cocina. Golosos capaces de engullir su propio peso equivalente. Evidencia de la pérdida de juicio en el movimiento de los párpados.

La levadura se tornó minúscula y le ardió la treta. Los comensales piaron y abandonaron las butacas. La pitanza hizo sonar su cornetín para anunciar la hora de la levitación.

Múltiples banquetes se cruzaron en el horizonte y hubo trueques de viandas y fragancias. Al final zarparon las panzas en pos de los vomitivos.

 

29

ME YERGO. Encuentro rosas, bayas, hiatos, ambages. Los recojo. Formo con ellos un zigzag, un etcétera de exceptuada movilidad.

Asgo lo que podría venir. Lo sujeto sin ortografías. Me abundo sin dogmas, cuasi insigne, arácnido. Recorro y entono lo aprendido.

Plazco. No huyo, mas yazgo sobre la inquieta cubierta de los hechos. Aunque fuera noctívago, mis pasos irían conmigo, fieles.

 

30

Rasgos de escritura

TRASHUMANTE y quiso vestir el canon del mochuelo. Adverbial, ganó el licor del levante. Intuyó que no se estaba muriendo porque su dentadura lo impulsaba a reírse o burlarse del prójimo. De hito en hito miraba los clavos de su armadura.

A veces caía en lo grotesco y se ufanaba de su sintaxis o de su ritmo. Le temía a los hoyos en las paredes: señal de un posible atavismo.

Espectador de su propia comedia la disfrutaba a plenitud. Cuando se entibió su voluntad coronó su orgullo trepándose a un barandal.

Desapareció en un carruaje de breva. Sus memorias las rescató su amigo que daba saltos al brindar.