Trizas fraguadas

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Textos, ensamblaje y fotografías: Wilfredo Carrizales

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Trizas fraguadas

HUBO UNA OCASIÓN en que el Diablo me vio pasar apresurado por ante su puerta de roja textura. Él conversaba con su hija y le aconsejaba buscar un buen marido. El Diablo al verme tuvo una intuición y entonces detuvo mis pasos. Me propuso un matrimonio de inmediato y fijó la dote. Yo huí a la carrera. No quería ser rico y tener que contar monedas que quemaban.

 

2

LA SORDA ERA una hípica y en el patio brillaba con impecable maestría. La sobria pasión la envolvía y el sonido de los cascos resonaba dentro de su cerebro. Se movía con todo el cuerpo pegado a la montura. Las cadencias de las ancas del noble bruto le producían coraje en los ijares. La crin de la bestia tremolaba cual pájaro en el viento y la sorda creía escuchar un ligero piar.

 

3

EN LA EXTENSIÓN de sus besos iban manchas nada comunes: retazos de vinos y otros labios y la fuerza de las mordidas aceptadas al desgaire. Los besos hablaban por sí mismos y decían palabras que dejaban una constancia de la transparencia de los deseos y de la humedad solícita de la ilusión.

 

4

EN MEDIO del aguacero las cortezas de los árboles desprendían las delicias que disfrutábamos al siguiente día. Había conciencia de los deslices cuando las tardes se marchaban abandonando la felicidad. Desaparecían las fragancias dentro de la profundidad inefable del misterio y cabía conjeturar acerca de un posible resurgimiento del lugar donde se mezclaba la luz con su sino.

 

5

EXISTÍA UN GUIÑOL que deseaba vivir en el campo, libre de preocupaciones. Empezó por sembrar la tierra y terminó siendo semilla. Del árbol que surgió mucho después colgaban corazones que reían y reían y que hacían de la campiña una delicia.

 

6

SI YO FUESE Atlas, temprano me hubiese cansado del peso del mundo.

 

7

TODOS LOS ANOTADOS meriendan con el pan que sobra de los hornos. La harina se despliega por el piso y aproxima el alba de los días a otro blancor que es más sobrado. La masa adquiere las formas de los sueños de los panaderos y por eso ruedan infinitamente de un lado a otro del mesón en busca de la estabilidad que pronto se pierde.

 

8

LOS ENTUSIASTAS se acuestan pensando en la posibilidad de escribir sus biografías, pero debido a la excesiva euforia de la cual padecen, sus proyectos escriturales quedan como parte de las arrugas de la cama.

 

9

VENÍA DE EMBARRARME los zapatos en el jardín que se ha deteriorado. Traía una inmensa flojera y unas gafas cegadas por la opacidad del ambiente. Me senté desesperanzado en la tumbona y para mi consuelo me ofrecí el éxito seguro de un buen trago de brandy y la lectura de viejas cartas familiares.

 

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Trizas fraguadas

EL PEZ que nace del campanario y luego nada entre piedras de bronce. La garra que lo atrapa hasta convertirlo en fértil alimento de la aurora.

 

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A VECES ciertos personajes se manifestaban con características reales. Los elementos les eran favorables en todo momento. No se producían conflictos en los interregnos y más bien acontecían sucesos signados por un escenario que parecía decorado a propósito.

A través de sus actos aquellos singulares personajes se acercaron a las labores de la minería, la agricultura y la ganadería. Con frecuencia se perdían entre las variadas tradiciones de esos oficios y luego emergían convertidos en seres con un lenguaje cambiado y descollante.

Muchos de ellos optaron por refugiarse tempranamente en sus hogares, apegados a una desconocida esperanza y a una ignorancia que hacía aguas.

 

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ABANDONARON a las prostitutas para protegerse de la ira de sus esposas. Sin embargo, las continuaban viendo en lugares olvidados.

Las llamas de su pasión continuaron vivas durante muchos años. La madera de sus cuerpos crepitaba bajo aquel fuego que exultaba.

Cuando al fin murieron, todas las respuestas de las meretrices fueron coleccionadas para que estallaran en los ojos de los lectores.

Nunca nadie supo si sus relaciones con las mancebas fueron definitivamente inofensivas o no.

 

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AGUARDABA el fulgor en el cielo como su última expectación. Ni el abismo hondamente oscuro de la noche se le oponía. Entre el resplandor esperado y él existía una misteriosa relación.

De pronto una luz rajó las tinieblas y una turbadora esencia de flores inundó todos los espacios. Repentinamente se veía convertido en el jardinero inefable: aquél que se perfuma a conciencia para decir adiós.

 

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EL TIEMPO se extravió para que nadie pensase en él más. Los hombres quedaron ciegos y sólo sentían el peso de algo que trabajaba contra ellos.

Los hombres no pudieron ordenar de nuevo sus vidas y lo mejor que los acompañaba era su propia angustia.

 

15

LOS LOCOS empezaron a hablar de prudencia. Hubo que protegerlos de la caterva de seguidores.

Los orates comenzaron a explicar la vida de los sueños y su honda repercusión en los ámbitos azules. Sus almas se desnudaron como nunca antes. Un temblor les acosaba los hombros y exponía sus manos al atacante relente.

Los dementes decidieron subir solos a las cumbres más inhóspitas y desde allí iniciar el ascenso a la torre que se alzaba sobre el destino del mundo.

 

16

EL SER morigerado permanecía callado cual un forastero que teme ponerse en evidencia. Él no buscaba lo que no se le había perdido. Su único interés radicaba en pasar desapercibido en todo momento. Una exigua felicidad le cruzaba el rostro muy de tarde en tarde. Un vacío espontáneo se aposentaba en su pecho y le invitaba a alejarse de todo lo que pudiera dejarle mácula.

A una determinada hora el individuo que cultivaba la calma le torció el cuello a la impotencia y se marchó por un pasadizo poco frecuentado.

 

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EN LA CIUDAD se comenzó a regentar locales calientes en invierno para que se alojaran en ellos perezosos con mucho dinero. Los locales relumbraban con sus blancuzcas paredes por donde corrían hormigas en busca de agujeros. Los criados acudían presurosos con trapos en las manos y aplastaban a los insectos y no dejaban huellas visibles de su paso por las superficies verticales.

En los jardines las mariposas se perseguían y luego fornicaban en pleno vuelo hasta que una corriente de aire las separaba y sus colores continuaban colgados del vacío como arcos iris deshechos.

Sucedía que unos cuantos gatos se paraban en las ventanas y husmeaban hacia adentro durante largo rato. Lo normal era que viniese alguien a hurtadillas y les diese un soberbio zapatazo en el lomo. Los maullidos se incrustaban en el interior de los cristales y allí se estaban, subiendo y bajando, hasta sacar a los inquilinos de sus casillas.

Algunos buenos observadores descubrieron arenillas debajo de las camas y pronto se llegó a la conclusión de que por desconocidas aberturas ingresaban a los dormitorios ciertos cangrejos y que depositaban prestamente su cargamento de las playas bajo los cuerpos durmientes en medio de la oscuridad más absoluta.

 

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DESPUÉS de un fragmento de ayer aconteció el desorden de hoy y los caminantes vislumbraron los peligros de la soledad con los terribles ángeles dispuestos a las más crueles venganzas.

El asombro ya no podía ser aumento de lo inédito. Las canciones se fugaron por las junturas y no había para qué ensayar inadecuados aprendizajes de salvación o de vigilia.

De las lenguas emergió un alba renegrida y todos los objetos del orbe se descalabraron en una infinita transfiguración y la sangre se acostó encima de los nocturnos y heredó una sinrazón que quemaba durante todo el verano.

 

19

VENDIÓ LA CUADRA y la casa que albergaba y le dieron por ellas unas monedas que humeaban. Se le moteó luego el rostro de ceniza y no encontró agua que le proporcionara júbilo y escuchó el rezongo de las tejas y supo que su vida a partir de allí sería sombría: puerta abatida por invisible tormenta.

 

20

LLEGÓ y la venta ya estaba consumada. No le quedó más remedio que encajarse la frustración bajo el ombligo y proseguir su existencia como si nunca hubiera conocido el calor del ensueño.