Textos para diversas voces

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Textos y dibujos: Wilfredo Carrizales

Textos para diversas voces

1

El musgo ejecuta su música sin enfado, pues recibe señales de un niño que compra bocados entre espasmos.

Seres anónimos dan palmadas y espantan a las piezas que quieren formar una empalizada. El esfuerzo recuerda un aplauso para entrelazar las hojuelas, mientras se doblan los dedos en señal de que se ha conseguido vivienda y ya no se piensa en más competición.

Se yerguen los pechos y se aflojan las espaldas entre el aro que forma el borde de la cúpula donde oscurece el metal raro que penetra y segrega un humor.

 

2

El que anda afectadamente y tiene secretos de alcoba y juega esperando al fiel de la balanza. De pronto imagina pájaros carnívoros y alcanza a verlos produciendo desfiles sobre las ramas.

Aguardando por su humo se divisa una chimenea y al pie de ella se curan las llagas unos perros indefensos.

Si hubiera frutos cercanos —naranjas, por ejemplo— no alcanzarían para todos y la sed debería ser aliviada de otra manera.

(En la boca de una alcantarilla un alguacil duerme plácidamente y el agua apenas lo succiona.)

 

3

Que refulge en una sola oficina y la cofradía de los pobres se refugia en la calzada y evade el peligro que a cualquier hora construye su bombardeo de gruñidos.

Se humedecen los panes con las inciertas bebidas y al paladar sólo llega un polvo que mata sin ruido. Esto resulta irrefutable.

Un sermón es glosado en ocasión del milagro de la serpiente que devora anteojos. La bienaventuranza alcanza para todos y en las agallas nacen máximas que serán reconvenciones cuando la ira se deslice en ondas.

 

4

La torre se empapa de líquido que constituye su propio espéculo. Ella llora en todos los casos y no acepta ninguna alusión a su nombre que empalidece.

En el remate de la severidad se extrae un maletín de las entrañas de los ladrillos. Su más grande contenido se puso en evidencia. Un rayo cayó desde un metro de altura y obtuvo la aprobación de los diabéticos.

Fue a través del culto de su afiche como logró el constructor de la torre respeto y cabellos canos. La primera víctima de la idolatría implosionó con las vocales en la cima de la incertidumbre.

 

5

También el rocío se plegó al pilar y la epifanía a su carmen y la festividad a su temple.

Nos aficionamos al licor que se nos volcaba encima. Los artistas renegaban del café e imaginaban a la eclíptica atravesando sus jardines.

De la esfera del fuego a la pauta triste únicamente había nubarrones de inciertas procedencias. Lucía en el ambiente un fenómeno de estrecho horizonte.

Un ministerio se transformó en casa rosada y las putas llegaban compungidas y al amanecer salían bien administradas con rumbo nornoroeste, latitud sur, y un uso en la minúscula del cáncer.

 

6

Avenidas para la ilustración y para recolectar lenguas que sirvan en las ferias. Por lo que respecta a los premios habrá degüellos con corbatas, cruces para sabios y libros para vejetes.

Cada individuo llamado Óscar tendrá un televisor, pero estará obligado a encenderlo en la puerta de calle para que los paseantes vean los programas.

Con toda seguridad habrá mártires y por ellos cantará un coro de niños que estará a merced de los elementos. Ese día se repartirá la sal y se citarán hechos memorables del pasado inmediato. Después las mañanas se amoldarán a las posibles lecciones de anatomía.

 

7

Se designó al mercurio para que manchara su pecho y luego ella lo abrazó y lo meció hasta que cayó derribado sobre la silla en forma de bollo.

No se trató en ningún caso de un abuso intolerable, sino más bien de un ejercicio de agradecimiento.

Si dejaras que la silla vacilara, entonces te encontrarías con un mea culpa o con un sentido de aparato impropio.

En la actualidad un médico viste una toga y se sienta donde sabe. Luego el bullicio del pueblo le trae recuerdos de escasa categoría, pero aún así se cosechan relatos que reconocen todos los veranos.

 

8

El infante viaja a la nueva biblioteca y regresa montado en globo. El papa piensa que pasó el día en el infierno. Sus compañeros sospechan que llegó hasta una isla que era un carrusel.

Un jorobado se aparece a caballo y lo espolea para que relinche con ganas. El presidente del hipódromo hipa de emoción. Un marino establece su propio gobierno y ordena que renazcan los claveles.

El periódico del día anuncia: “Hemos tenido emociones a granel. Ahora toca castrar a los roedores del papel. ¿Quién se ofrece a hacerlo?”.

 

9

Dejarás que la corriente se lleve tus quevedos. En tu faz se dibujará un gesto de cabra. Tu auténtica quijada regresará a su origen. La garúa vencerá su imperfección y protegerá al vidente y al que medita bajo la lámpara.

Las camas quedaron a medio hacer y unos tontos trataron de enmendar el asunto, pero sólo consiguieron extrañezas a la medida.

A la medianoche se abrió el queso y se emplearon a fondo los ratones. Las sombras se rellenaron con la colección de silencios, mientras las tejas ardían con candelas que no resonaban.

Un féretro cayó frente a un portal y desde su interior emergió una voz que preguntó por una comarca tierna.

 

10

Alguien dijo: “Ya he reservado mi destino, por lo tanto ahora puedo medir las distancias con mi lengua”.

Después de eso las meditaciones perdieron su paternidad y desconocidos combates se entablaron tras los mármoles que nos precedían. Hubo mudanzas. Claro que las hubo y también sustituciones y más de setenta comedias y un par de frecuencias.

Propiamente la jauría no se impacientó. Sin embargo, nació en su seno un alboroto de colmillos que debió ser calmado con un enfermizo carnaval.

 

11

Casi todas las casas sufrieron las andanadas de la inestabilidad. Con rigor sucumbió la iluminación y la velocidad del desastre aumentó.

Frente a tamaña desgracia precisaba un rostro que se adecuase a la situación. Una cara despedida vino a suplantar a la mía, aunque su olor a amoniaco se propagaba muy a lo lejos.

Fui mi rotunda asamblea y llevaba el pelo largo para mantener la autoridad. Di órdenes inversas y escribí textos contradictorios. Lo hice sin intención, pero mi edad no me disculpaba de los dislates cometidos.

Mi huida fue contra mis deseos. Retorné a mi lugar de proveniencia y allí me aguardaban otros conflictos aun mayores.

 

12

No había nada de simpático en mi conocido proceder. Actuaba con la cabeza fría y con el objetivo puesto sobre la factible destrucción. Estaba seguro de que mi método poseía una calidad que deslumbraba y sacaba de quicio a cualquiera. El hermetismo era mi fuerte y sabía con exactitud que él me conduciría al éxito y a la gloria.

La noticia se propagó de prisa, con una velocidad descontrolada. Mi derrumbe no era seguro, pero sucedió y mis adversarios comenzaron a celebrar y yo con mi hidalguía a cuestas, soportando las pedradas, menos terribles que los insultos.

 

13

Le aprietan las tuercas al tuerto y tiene una sacudida violenta. Después queda pasmado y piensa en los hermosos colores de los pétalos.

En una inmensa pantalla se proyecta un documental sobre tullidos y de pronto se tiene la desagradable impresión de que aquellos personajes son actores profesionales.

Retumba un trueno en los alrededores y ocurre una amenaza hiperbólica. Un animal de costumbre se aplica a la pierna de su amo y un sentimiento de impotencia se ensancha hasta límites insospechados.

De un empujón caen las barreras y los agujeros que habían en ellas expelen un tufo que constituye un atropello al buen gusto.

 

14

De extremo a extremo se destruyó la abundancia de dibujos y muñecas. Los músicos abandonaron sus instrumentos en medio de la batahola general. Un desenfrenado habló de una justicia punitiva, mientras la gangrena lo corroía todo y ponía los pelos de punta.

Un buen pellizco podía sacar de aquella pesadilla, pero ¿quién se atrevería a darlo? Palpitaban demasiado las sienes como para que volviera la calma.

Otras formas del escándalo se alejaron volando. Hombres toscos e ignorantes lanzaron frases que significaban “nada” y un golpe de viento fue tan certero que produjo consecuencias infinitas.

 

15

Dentro del mortero el moscardón se exaspera porque no puede expresarse según su deseo. Hay criaturas que nacen con la proporción de la ineficacia ajustada a sus patas.

Se percibe una hostilidad en el ambiente y los escrúpulos se levantan y bajan alternativamente. Sobre el piso se divisa un reguero de cotufas y almohadillas para la fiebre. No hay desacierto que valga y para comerse los codos sobra tiempo y energía.

En poco estuvo que no plantamos notoriedades. Públicamente se nos reconoció nuestro esfuerzo y se sacó a la plaza la propaganda que echaba a volar nuestra reputación.

 

16

Se destapan las fisuras; se rompen las vetas rojizas de la carne. Se desvían las presas hacia los matorrales y se atropellan los huesos sin consideración. El camino que se suponía iba a seguir se hizo trizas repentinamente.

Y puede deberse todo a la espuma sobre las olas o al follaje excesivo y traspasado por procesos que sobrevienen a rachas. Entonces, con el alba, vale espabilarse y recoger lisuras.

El tiempo se serena antes de lo previsto. A decir verdad, existía confusión al respecto y un querer atenuar la impudicia de la confesión.

Lo serófilo encuentra su bastardía, de un tirón, en la secreta hostilidad de lo que serpea.

El que sabe de ejercicios espirituales abre su portal y recambia su grafito.

 

17

Me ausento, por momentos. Luego doy relación de mí y de mis quehaceres. No ignoro que me vigilan. Sé que exploran todos mis pasos. Aunque soy malicioso, a veces peco de ingenuo. (En la oscuridad, un agente me adhirió a su obra y me le zafé con una alabanza a los muertos.)

Marrajo, me abstengo de martillar cada lunes y cada martes. Me tiemplo en los tormentos que produce el himno nacional. La lengua la llevo afuera para que se nutra y adquiera una coloración de enfado.

Un gato nació frente a mis ojos y el suceso me puso a tartamudear. Con una navaja corté la masa frita y me acoplé al hambre vespertina. Mi juicio se fue adelante, en procura de un sitio trastornado por la visión de tetas.

 

18

Responde fielmente por sus mejillas, a pesar de la desazón que lo abruma. Él prefiere quedar en el medio y ejercitarse en las artes del brujo. Su voz se refuerza con invocaciones, mientras un líquido le corre por los muslos.

Hay utensilios para mecer la vaselina y para que obre en beneficio de los triángulos. Por lo menos el cansancio no se nota y la ayuda se restringe a un mínimo. Lo que menoscaba, escasea.

También es deseable una trifulca en medio del bienestar. Se completa el nombre de la mujer y se la relaciona con asesinatos en los puertos y en los almacenes.

(La pomada se ha empleado como purgante.)

 

19

La urdimbre del crecimiento luce milenaria y, de milagro, no produce un combate que extermine su propio blancor. La ponderación es supersticiosa.

Se minuta la mirada desde que empieza a atisbar por la abertura de la puerta. Se aspira a que haya una galería repleta de musas y miriñaques. Con tal entereza se cumple la regla con fidelidad.

Cuando llaman a soltar los pellejos, el primero en acudir es el señor deciente, quien elabora recados para sus vecinos.

De morfema a morfema se consigue la necesaria morigeración y se hunde el pico en el cenagal del reposo.

En dos que se usan surge el adorno adecuado que no se violenta ni experimenta la grandilocuencia de las plagas.

Hasta ayer no más éramos plurales y ahora hemos devenido en este mordisco que nos sepulta la piel y el celo.

 

20

La multitud se reproduce de acuerdo a su imperiosa necesidad. El sistema gana en efectividad y no acontecen recargos en las multas.

No obstante, aún quedan personas sin domesticar y el Estado debe velar por la seguridad de las convenciones, las sociales y las otras.

Enardece enterarse de que sufrimos los efectos de los narcóticos, mientras los narcisos se miran en sus espejos adquiridos en cómodas cuotas.

Desde los nichos nos espían las imágenes de antiguos dioses y sus sonrisas perniciosas causan una cierta turbación en la nuca. He descubierto cigarrillos depositados como exvotos y me los he fumado aferrado a sus gritos.

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