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Feria del Libro de GotemburgoÁfrica tiene la palabra
Feria del Libro de Gotemburgo 2010

La Feria del Libro de Gotemburgo no deja de sorprender. Se inició en el año 1985 e inmediatamente atrajo a 5.000 personas. En la actualidad, con más de 100.000 visitantes, es la feria más importante de los países nórdicos y la segunda en importancia en Europa, luego de la de Frankfurt. A pesar de estos méritos, hasta hace apenas unos años sus organizadores se aferraban a lo cercano y abarcable, y entre los países invitados figuraron Lituania (2005), Estonia (2007) y Letonia (2008). El año pasado, de pronto, soplaron vientos de renovación y el tema elegido fue España y la literatura en lengua española. Esta elección inusual generó nerviosidad en los amantes del orden de este país escandinavo. Tener como invitado al mundo literario peninsular era relativamente fácil de organizar, pero si de pronto había que incluir a una enorme cantidad de escritores de América Latina, la cosa se complicaba notablemente. A pesar de los interrogantes generados, la muestra resultó exitosa y muchos de los escritores que más llamaron la atención llegaron del ámbito latinoamericano. Escritores que, sin embargo, tuvieron que dedicar mucho de su tiempo a explicar que en realidad no existe “la” literatura latinoamericana sino “las” literaturas latinoamericanas.

Después de esta especie de cóctel literario podríamos creer que los organizadores de la Feria pensaban calmarse y retornar a lo conocido y manejable. Pero el tema de este año resultó aun más arrojado: África. África, ese continente magnífico e inabarcable, con su diversidad de culturas, idiomas y expresiones artísticas. ¿Cómo resumir y organizar una muestra representativa de este espacio literario tan poco explorado para el ojo europeo? Si tenemos en cuenta factores como la fuerte tradición oral, la diversidad de idiomas y dialectos a lo largo del continente, la carencia de editoriales africanas de peso, los pocos textos traducidos y la dificultad de muchos escritores de lograr difusión internacional, el tema era un desafío. Y sin embargo, el éxito fue rotundo.

Feria del Libro de GotemburgoClaro que afloraron una serie de críticas, en su mayoría muy justificadas. Se criticó a los organizadores de intentar simplificar la diversidad africana para adaptarse a la mirada europea; al exotismo como forma de abordaje de lo diferente; a la actitud paternalista para con los creadores del continente africano, etc. Por supuesto que todos estos son riesgos latentes, y el cuestionamiento de las formas de abordaje a la literatura africana debe mantenerse vivo, pero la curiosidad intelectual, la alegría de conocer escritores y textos de un continente aún inexplorado fue más grande. 70 escritores provenientes de 28 países africanos visitaron la Feria y participaron en charlas, mesas redondas, seminarios, presentaciones de libros, entrevistas y —no menos— en fiestas y homenajes durante cuatros intensos días. El otoño sueco se vistió de fiesta.

El éxito de estos días de intensiva exposición mediática fue posible gracias al trabajo incansable de varias personas que realmente hicieron su trabajo con entusiasmo y alegría, entre ellos Carin Norberg, la directora del Instituto Nórdico Africano (Nordiska Afrikainstinstitutet) y el editor sueco Svante Weyler, dueño de la editorial del mismo nombre (Weyler Förlag). La presencia de África en Gotemburgo se hizo posible gracias a la colaboración del mencionado Instituto, los editores suecos y africanos, la asociación sueca de escritores (Sveriges författarförbund) y, sobre todo, gracias al financiamiento de SIDA, el órgano sueco de cooperación internacional y desarrollo. El aporte de las editoriales que decidieron publicar traducciones de una gran cantidad de escritores africanos fue fundamental y dará seguramente frutos en el futuro.

 

Africanos en la diáspora

Entre los escritores africanos presentes se destacó, naturalmente, la presencia de la escritora sudafricana Nadine Gordimer, Premio Nobel de Literatura 1991, quien inmediatamente dio muestras de protagonismo y coraje político llevando la iniciativa de una proclama donde se critican las nuevas leyes del gobierno sudafricano que coartan la libertad de expresión en el país. Otros destacados participantes de la Feria fueron la egipcia Nawal al-Saadawi y el mozambiqueño Mia Couto.

Alain Mabanckou
Alain Mabanckou.

Si bien es siempre interesante escuchar a figuras de renombre y trayectoria como las mencionadas, lo más reconfortante de la Feria fue, a nuestro entender, la visita de los más jóvenes y menos conocidos representantes de la literatura del continente africano que, dando muestras de vitalidad, alegría y madurez, se concentraron en los aspectos positivos de dar a conocer su literatura al mundo, sin lamentos ni quejas por las dificultades experimentadas durante el camino. Uno de los escritores más carismáticos presentes en Gotemburgo fue sin duda el congolés Alain Mabanckou, nacido en 1966 en Point Noire, Congo Brazaville, y actualmente profesor de Literatura francesa en la Universidad de California. Mabanckou, residente en Los Angeles desde 2002, es autor de cinco novelas, seis libros de poesía y numerosos relatos aparecidos en diversas publicaciones en francés.

Mabanckou presentó en Gotemburgo la traducción al sueco de su libro Memorias de un puercoespín, donde retoma la tradición africana que sostiene que todo ser humano tiene a un animal como doble. La voz narradora la lleva un simpático puercoespín, a quien le ha tocado la buena o mala suerte de ser el doble de un malandrín, hijo de un carpintero, cuya vida va barranca abajo. El relato, enriquecido por el humor y la distancia de la perspectiva animal, es una reflexión sobre la naturaleza del ser humano, con sus limitaciones y sus torpes intentos de encontrarle sentido a ese corto período sobre la tierra que se denomina vida. La novela, pese a su tono juguetón, no carece de peso y en muchas reflexiones que espontáneamente despiertan una sonrisa se ocultan temas de gran profundidad.

Petina Gappah
Petina Gappah.

Otra figura destacada entre los muchos escritores africanos que visitaron la Feria fue la zimbabwense Petina Gappah, quien presentó su libro Lamento por Easterly, una serie de cuentos que nos introducen en la vida cotidiana de la Zimbabwe de Robert Mugabe. Gappah, al igual que Alain Mabanckou y muchos otros escritores jóvenes africanos, ha vivido gran parte de su vida fuera de África. Nacida en 1971 en Zambia, creció en Zimbawbe y es abogada con examen en Cambridge (Gran Bretaña), Graz (Austria) y en la Universidad de Zimbabwe. Petina Gappah vivió hasta este año (en que retornó a Harare) en Ginebra, Suiza, donde se desempeñó como abogada con especialización en transacciones comerciales con los países en desarrollo. Además de su trabajo como abogada, Gappah escribe crónicas en el periódico sudafricano Sunday Times y lleva un blog muy visitado. Lamento por Easterly es su debut como escritora, y ha recibido premios (Guardian First Book Award, otorgado por el periódico británico The Guardian), elogios de la crítica y el aprecio de una gran cantidad de lectores.

Éstos son solamente dos ejemplos de la pluralidad de escritores que visitaron la Feria, y a ellos se pueden agregar figuras como Nuruddin Farah (Somalia), Maissa Bey (Argelia), Shailja Patel (Kenia), Ondjaki (Angola) y otros. Sin dudas es imposible resumir a todo un continente, compuesto por 53 países con más de mil lenguas, en apenas unos días. El esfuerzo, sin embargo, ha rendido frutos en el interés creciente de los lectores y de todos los que nos acercamos a la literatura africana con curiosidad, interés y deseos de difundirla.