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Dan BrownLas pistas y profecías de un plagio de oro

El plagio es un dinosaurio que se alimenta de lagartos, pero es serpiente vieja de muchas cabezas. Zorro como pocos, devora la imaginación, la poesía de la muerte fluye de sus venas avinagradas. Qué dientes más falsos, qué dentelladas más silenciosas. Es un golpe seco en la nuca. Chilla ratón de cola negra, plagio de lengüetas ásperas, revienta en la noche la página el blanco. ¿Qué ojos abrirá el cocodrilo del plagio, cuando arranca las piernas, la humanidad entera del otro? Y luego se sumerge a escribir su obra bajo el manglar. En Nueva York, España, Panamá y Colombia, he sentido las pesadas garras del plagio. Sé de qué hablo, qué no digo y por dónde la carroza lleva el muerto.

En esta nota sólo me remito a lo que está y se debate en el ambiente, en el Tribunal Supremo de Londres, lo que apenas se está conociendo, de parte y parte. Es un caso de los más relevantes de todos los tiempos, emblemático, por el impacto comercial, la difusión que ha tenido la obra a nivel mundial y que además será divulgada en una película que se espera sea una supertaquilla. El código Da Vinci de Dan Brown, que le ha reportado ganancias de 85 millones de dólares, fue acusado de plagio, está en el banquillo de los acusados, y su autor subió al estrado a declarar y a contar cómo hizo la historia, investigó y escribió su libro. Nadie más autorizado que un autor para hablar la verdad y mentira de su propia obra. La palabra mágica de Brown ante sus acusadores, Michael Baigent y Richard Leigh, autores del “plagiado” El enigma sagrado, es que él reformuló pasajes de esa obra, editada hace poco más de dos décadas (lástima que sus autores aún estén vivos).

El tema para los acusadores es que El código Da Vinci copia la historia del casamiento de Jesús y María Magdalena, quienes tuvieron hijos y descendientes, hecho que la Iglesia Católica rechaza y condena. Da Vinci es quien, de acuerdo con la trama de la novela, deja algunas pistas al respecto y la Iglesia lo oculta. Brown sostiene que él incorpora a su manera, no copiando, sino recreando, la investigación realizada en El enigma sagrado, pero que además consultó cientos de documentos y revisó 38 libros para hacer el suyo.

La parte acusadora le interrogó por el uso del término “profeta mortal” que aparece en el libro El enigma sagrado, y el autor norteamericano sostuvo que no es patrimonio ni idea original de ese libro, sino que es una expresión que aparece en la religión del Islam, que considera a Jesús de esa manera.

La demanda de los escritores británicos es directa contra la editora Random House por un total de 17 millones de dólares y podría neutralizar la puesta en escena de la película, estimada para el 17 de mayo próximo.