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Frida, secretísima...
Los tesoros de la Casa Azul

“Raíces”, de Frida Kahlo

Frida más íntima, secreta, cómplice, más viva y Frida que nunca. Asoma desde el silencio de su vida y obra, con su arte y vísceras a flor de Frida, la pasión de sus días, el amor, ahora “desarchivada” con su piel total junto a Diego Rivera. Estamos presenciando poco a poco en imágenes, lo que se ha dado en llamar Los tesoros de la Casa Azul, la vida de Frida y Diego. Es la fiesta de sus cien años, que México y el mundo del arte conmemoran y celebran con la pasión de Frida.

Ricardo Pérez Escamilla, curador general de la exposición Los tesoros de la Casa Azul, entrevistado por el diario mexicano La Jornada, cree que la fotografía de la niña Frida Kahlo fue tomada por su padre, Guillermo Kahlo. Ha revelado con sentidas palabras su encuentro con la obra desconocida, los archivos privados, correspondencia, dibujos de Frida: “Lo primero que vi, de todo el material, fueron los dibujos de Frida; sentí su presencia, su ansiedad, su angustia, su ternura y, sobre todo, encontré su espíritu de niña”.

Y con el correr de los días, adentrándose en los baúles de Frida y Diego, se irán descubriendo más acerca de sus vidas, como por ejemplo, que mantenían lecturas sobre la masonería y el judaísmo y que Rivera consideraba que el futuro del arte estaría en manos de los judíos.

Frida KahloY el curador Pérez Escamilla, quien había soñado con encontrarse con esos materiales, sigue revelando lo que sus ojos ven: “En el acervo figuran libros ilustrados por Rivera, con imágenes que nunca han sido reproducidas en estudios sobre el pintor, ni en México ni en el extranjero. Se trata de revistas estadounidenses de los años 30 que no llegaron al país y que, por su corto tiraje, en general ya no existen”.

“También me emocionó profundamente el teatrito de títeres de Frida. Lo vamos a exhibir, es una pieza que da testimonio del espíritu infantil que siempre tuvo ella. Nos revela la fortaleza, la energía, la fuerza interior de Kahlo para luchar contra la adversidad”.

“Fue su espíritu de niña el que muchas veces le permitió vivir más lo que imaginaba que lo que era su realidad, especialmente por sus mutilaciones físicas que la hicieron sufrir desde sus primeros años”.

El curador nos da a entender que la armonía existente en la casa entre los colores, la naturaleza que la rodea, se trata de una casa habitada, y seguramente ahí está el espíritu de por vida de Frida y Diego, en verdad la pasión de dos artistas gigantes mexicanos que se amaron con pasión, que continúa develándose a través de su obra, la interioridad de su mundo.

Pérez Escamilla los conoció a ambos y los considera líderes de su generación y estima que la estética creada por ellos internacionalizó a México.

Frida superó el dolor, porque disfrutó la vida, dijimos en alguna de nuestras notas, y nos lo confirman las palabras del curador, venidas de la intimidad de la obra nueva de Frida, de sus pequeñas cosas que le avivaban el diario vivir.

En la Casa Azul está la vida de Frida y Diego, sus luchas sociales. Esta la visión de ambos artistas y se refleja en una dedicatoria de Diego a Frida sobre el libro La nube estéril, que le regalara para una ocasión: “Algún día los hombres te agradecerán, como ya le agradecen a Beethoven, a Ostrowski, a Rembrandt, el incentivo a la lucha épica, al esfuerzo creador, a la batalla contra la adversidad que estás dando. Yo te agradezco desde ya, con la profunda veneración de quien ha hallado en ti un ejemplo difícil de seguir”.

¿No hay mucho más que agregar sobre Frida?

Además, sostiene el curador, se exhibirán los estarcidos del primer mural de Diego Rivera. Lo realizó entre 1921 y 1922, ahí se conocieron Diego y Frida. “Esa obra tiene profundo significado: ahí nació la pintura mural mexicana. Es como presenciar, otra vez, el parto de un periodo sustancial del arte nacional”.

La cita para celebrar a Frida es en Londres 247, colonia Del Carmen, Coyoacán, a partir del 7 de julio próximo.