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El rollo de Kerouac

Jack Kerouac. Foto de Allen Ginsberg, 1953

Sal Paradise

Padre,
este cielo da lo mismo,
nos pertenece
a mí y a ese ángel devorado
que pulsa la sombra
con la yema de sus dedos
y se ríe con nosotros.
Camina con mis pies
y se aleja en las noches.
Tú muestra la cara
a tus desamparados
y no conviertas este paraíso perdido
en tierra de nadie más.
Mis rodillas no tienen importancia,
ni mi voz representa nada.
Saldré a desayunar
porque es un nuevo día,
esos que caen del cielo.

Rolando Gabrielli.

Homenaje a J. Kerouac, padre de los Beat y a su viaje iniciático por Estados Unidos profundo. A su envidiable y magnífica vida de perdedor. A los 50 años de edición de la mutilada, censurada novela On the road, En el camino, que pronto conoceremos en su versión original. Muchos editores rechazaron esta novela himno de una época. ¡Felicidades, Jack!

Por un cable de la agencia France Press me entero de que la novela de Jack Kerouac, En el camino (On the road), se editará en una versión verdadera, completa, “sin cortes, ni máscaras”. La novela crónica beat cumple 50 años y según sus editores, Viking Press, se venden 100 mil ejemplares anuales. La editora lanzará además la versión ya conocida y un ensayo nuevo sobre On the Road. Kerouac relata un viaje iniciático que vive en la famosa Ruta 66 de Estados Unidos con sus amigos Neal Cassady, Allen Ginsberg y William Burroughs: de Nueva York a Denver, retorno a México y finalizando en el punto de partida, N.Y. Prosa directa, espontánea, conversacional sin tiempo ni espacio, Kerouac se sumerge fuera del stablishment norteamericano, y se decide respirar a plena velocidad y capacidad por la carretera de Estados Unidos. Es fundamentalmente la historia de Sal Paradise, Kerouac, y Dean Moriarty, Neal Cassidy. “Dactilografiada sobre un rollo de papel de teletipo de 36 metros, la novela fue publicada seis años después, el 5 de septiembre de 1957, en una edición de la que se suprimieron algunos detalles eróticos y con nombres ficticios disfrazando los reales”, revela la agencia, una noticia de la cual teníamos noticia. John Sampas, albacea de la obra de Kerouac, justificó la edición podada por 50 años, “para evitar demandas judiciales por aquellos que podían sentirse difamados o invadidos en su vida privada”. El rollo del gran rollo novelístico, escrito en 3 semanas en 1951, de acuerdo con su autor, fue subastado en 2,1 millones de dólares en 2001 y se exhibirá en noviembre próximo en la Biblioteca Pública de Nueva York, con el título Almas beatíficas. También es una gran noticia que el próximo año se rodará En el camino y contará con una versión cinematográfica que, producida por Francis Ford Coppola y dirigida por el brasileño Walter Salles, director de Diarios de motocicleta, comenzará a rodarse el año próximo.

La profesora de literatura de la Universidad de Columbia, en N.Y, Penny Vlagopulos, ha dicho que “la edición del ‘rollo’ tiene más sexo explícito”. “La versión publicada que se conoce no es muy diferente de la original, advirtió, pero ésta tiene un estilo más experimental que da al lector la sensación de participar de cerca en la experiencia literaria que Kerouac tenía en mente”.

Kerouac da cuenta de que la libertad es lo esencial, el viento de las ruedas, la noche donde existe noche, el lugar, Denver en el sueño, un tiempo para estar con los amigos, en soledad, buscar y recordar. No importa el principio ni el fin... “Dean es el tipo perfecto para la carretera porque de hecho había nacido en la carretera, cuando sus padres pasaban por Salt Lake City, en un viejo trasto, camino de Los Ángeles”. Con vehículos desvencijados, haciendo dedo en las carreteras y con un flamante Cadillac, recorren Estados Unidos como bólidos sin tiempo, descomplicados, en el camino, viviendo, soñado en tiempo presente, realizando tal vez el Sueño Americano personal más allá de cualquier convencionalismo. Dean venía de Denver a N.Y. para aprender a escribir. Kerouac, Sal Paradise, le da la receta para ser escritor: “Dedicarse a ello con la energía de un adicto a las anfetas”. Dean abandona NY rumbo a Denver, de donde había venido, con su máquina de escribir portátil, 11 dólares, para comenzar a escribir en una pensión de esa mítica ciudad, siempre flotando En el camino. En el garaje de Arapahoe. ¿Te acuerdas? ¿Sabes que hay una carretera que baja hasta México y luego sigue a Panamá..?

Ahora casi podía ver a Denver allí adelante como si fuera la Tierra Prometida... allá lejos entre las estrellas, más allá de la pradera de Iowa y las llanuras de Nebraska... Ahora iba a Denver en busca de una chica y de una nueva vida... Denver, Denver, ¿cómo conseguiría llegar a Denver?... ¡Uf! ¿Cómo será Denver?... y me lancé de nuevo a la ardiente carretera... me imaginé en un bar en Denver... Justo delante de los ondulantes y dorados trigales, y bajo las lejanas nieves de Estes, al fin veía al viejo Denver... Antes de que me diera cuenta... estábamos en el mercado de mayoristas de frutas las afueras de Denver; había chimeneas, humo, vías férreas, edificios de ladrillo rojo, y a lo lejos de piedra gris del centro de la ciudad, y aquí estaba yo en Denver. Me dejó en la calle Larimer...

En el camino es un viaje maravilloso, profundo, poético, nostálgico, vivencial, desgarrador, placentero, vibrante, de sí mismo, absolutante biográfico, geográfico e iniciático. Una aventura personal entre amigos, bastante familiar, en un paisaje humano fraterno, solidario que se realiza en un camino, aventura por Estados Unidos y por sobre su esquemático stablishment. En medio de todo lo informal, carretero, hay frases formales que dicen mucho del espíritu y filosofía del hombre, no sólo del escritor: “Mi tía dijo en una ocasión que en el mundo nunca habría paz hasta que los hombres se arrodillaran ante las mujeres y les pidieran perdón”. “Guapa, sabes lo mismo que yo que todo anda perfectamente entre nosotros, por lo menos más allá de la más abstracta de las definiciones en términos metafísicos o cualquier otro término que intentes especificar o imponer suavemente o subrayar”.

“La única gente que me interesa es la que está loca, loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo; la gente que no bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde y explota como fuegos artificiales amarillos, como arañas entre las estrellas”.