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Bolaño: poeta maldito que Estados Unidos necesitaba

Bolaño: poeta maldito que Estados Unidos necesitaba

Ariel Dorfman siempre me pareció un tipo franco, descomplicado, hiperactivo, un gigante bueno. Fue mi profesor en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile en la época dorada. Un chileno nacido en Argentina que reside en Estados Unidos y vuelve a Chile cuantas veces puede. Su obra narrativa y ensayística es vasta. Incursiona en el cine, teatro, prensa y en la universidad como profesor: Dorfman vive a tiempo completo, viajando y diciendo lo que piensa. Conocedor de los medios de comunicación, ha sido un activo militante de las causas sociales, no ha dejado de opinar sobre los temas chilenos y la problemática internacional, Estados Unidos y de la literatura a la cual se debe. Nunca le he visto rehuir a los temas ni asomarse como una avestruz con la cabeza inclinada. Hace unos días lanzó en Buenos Aires su última novela: Americanos. Los pasos de Murieta. Es un bandido que vivió en California muy distinto al de la leyenda y a lo que cuenta Pablo Neruda en su Cantata a Joaquín Murieta, advierte Dorfman. “Reconstruye el mito del bandido oriundo de la Provincia de Valparaíso, Joaquín Murieta, también conocido como el Robin Hood de El Dorado. Es la narración del momento en que Estados Unidos experimenta y explora su dominio mundial”, precisó en la Feria del Libro en Buenos Aires.

De Buenos Aires saltó a Santiago de Chile, para lanzar allí su último libro. Es sabido que Dorfman trabaja con varios proyectos a la vez en distintos planos: está preparando una ópera con Peter Sellers basada en los Upanishads (parte de la religión hindú), escribe un guión para un documental de terapias con Salma Hayek y trabaja con Viggo Mortensen para estrenar Purgatorio, una de sus obras de teatro.

En Chile habló de Chile y la política, de la literatura. Opinó que la narrativa si bien no es tan influyente como la poesía chilena, no es menor.

Sobre el fenómeno del best-seller de Bolaño en Estados Unidos, lo calificó de real. “Recuerdo cuando Susan Sontag me dijo que estaba deslumbrada con la lectura de Estrella distante, yo dije: ‘Ahora todos hablaran de él’, porque ella hacía como lecturas adelantadas del futuro. Tengo la impresión de que Roberto Bolaño es el poeta maldito que Estados Unidos necesitaba”.

 

Machu Picchu literario en Chile

“Mire a su alrededor: ruinas sobre ruinas; una clase política en ruinas, con candidatos a la presidencia en ruinas, una literatura en ruinas, sin ambición, demolida, y la excepción de Zambra no alcanza a remediarlo, la peor de Latinoamérica, un arte en ruinas, una sociabilidad en ruinas”, afirmó a La Tercera. Y dijo en Boston, durante la presentación de un libro: “Lo que Bolaño escribe es a lo más una novela menor, con todos los convencionalismos del género, y las escrituras en el cielo son algo absolutamente inédito”.

“La verdad es que no sé cómo puede Zurita hacer ese catastro de toda la literatura latinoamericana y situar a Chile como la peor”, dice Gonzalo Contreras. “¿Incluye a la poesía, y la de toda su generación? Pienso en el muy activo Parra, en Hahn, Maquieira y otros. Y si es así, ¿incluye la suya? Paradójicamente, Bolaño, con quien ironiza, es el autor latinoamericano más aclamado en Europa y EEUU hoy. Es difícil saber hoy no en qué piensa Zurita, sino cómo piensa”, afirma.

Sergio Gómez, escritor y editor del sello Norma, cree que la opinión de Zurita es alharaca y tremendista, pero respetable. “Para mí no puede estar en ruina si crecen los lectores de literatura, si en Chile vendemos más literatura que autoayuda, si nos llenamos de originales en las editoriales, o si los ojos de Latinoamérica están puestos en lo que está pasando en Chile”, dice. Sin embargo, cree que “vamos a arruinarnos si consideramos la sensiblería siútica con algún valor literario. A eso súmale la corte de adoradores de ese canon chileno, los exquisitos, los ‘sesoculturistas’ de siempre, allí está lo ruin y que nos llevará a la ruina”.

Mientras Germán Marín asegura que “Zurita me importa un comino”, Roberto Ampuero se declara fan: “Cualquiera tiene una mala tarde y lanza su frasecita visceral. Le voy a pedir que me firme La vida nueva cuando vaya a Chile”, dice. Gonzalo Garcés, en cambio, cuestiona su visión “circense” de la literatura. “Si uno, como Zurita, entiende que las innovaciones literarias pasan por un lector que tuerce el cuello en un ángulo de 60 grados en vez de un lector que lo tuerce en un ángulo de 45 o mantiene el cuello derecho, seguramente una novela como Estrella distante le parecerá convencional. A otros, claro, Bolaño les ha cambiado la vida, mientras que Zurita les resulta apenas un nombre del montón”.

Hasta Rafael Gumucio abordó el tema en su columna de El Mercurio: “Ver en la literatura chilena, como en la sociedad o la política, sólo ruinas, es justamente hacer gala de lo que una y otra vez nos ha arruinado como cultura. Ser un profeta de la nada es una muestra viviente de esa flojera intelectual que es la marca de fábrica de la intelligentzia nacional”.

 

El contraataque de Raúl Zurita

Raúl Zurita abrió fuego. La literatura chilena está “en ruinas, es la peor del continente”, dijo a La Tercera.

Germán Marín, Gonzalo Contreras, Sergio Gómez y Rafael Gumucio rechazaron sus tiros. Ahora, el poeta remata: “¿No es cómica esta respuesta? No somos los peores de Latinoamérica. ¿Los antepenúltimos entonces? Me temo que el solo hecho de responder indica que las cosas no van del todo bien: ministros de economía que escriben como si fueran novelistas y novelistas que escriben como ministros de economía”, dice.

“Hoy los referentes en narrativa —Coetzee, Roth— están más claros que en poesía, y me cuesta pensar en un escritor de verdad que teclee una línea sin el entusiasmo de ser igual o mejor que ellos. Y ya que les gusta tanto pontificar con Bolaño, bueno, esa es precisamente la diferencia que él tenía con ustedes. Al verlos tan airados me fue inevitable recordar una frase de Baudelaire: ‘tontos como un pintor’ ”.

En algo teníamos que ser los mejores. ¿Zurita lo descubrió? Estábamos siempre en el casi. Esta vez el poeta laureado dio en la fama. ¿Qué habrán dicho las bostonianas y los bostonianos en medio de esa bella y gélida ciudad? Todos los discursos terminan en una pequeño gran basurero, hecho a su medida. A veces los escritores concluyen jineteando su propia yegua del fracaso. Zurita, Premio Nacional de Literatura, el poeta de Lagos le llamaron sus detractores, sí, del ex presidente economista y abogado. Los que no estamos en contacto directo con la literatura chilena y Chile, sólo vemos el paraíso virtual, y no respiramos su maravilloso smog, ni los aires de estas aireadas polémicas propias de la Belle Époque, creíamos que Zurita se había suicidado o estaba recluido, después de algunas declaraciones que él hiciera acerca de su mala salud, casi en estado terminal. Nos sorprendimos que estuviera viajando por el mundo con el estandarte de la poesía chilena. Él, a lo mejor, dirá, alguien tiene que alzar esta mierda en algún lugar.

En Chile hay más poetas vivos y muchos más muertos, interesantes. No los voy a mencionar por falta de tiempo. Pero en el ninguneo, somos los primeros. Roberto Bolaño no es autor de una sola novela, ni de un sólo libro, ni necesitó de compadres para estar donde está. Referirnos a Bolaño es como escribir un abecedario al revés.

Lo complicado para un escritor chileno es mirarse el ombligo en un país tan largo, rocoso y desmembrado. En cualquier momento el ombligo aparece por el ojo, la espalda, una rodilla o en el pecho como un hueco profundo convertido en sal o arena del desierto.

A propósito de este comentario, el semanario Die Zeit acaba de publicar una conferencia del escritor austríaco Thomas Bernhard, sobre Arthur Rimbaud, donde dijo que a los auténticos poetas sólo se les brinda reconocimiento después de que han muerto en la miseria y el desamparo y recuerda los casos —además del de Rimbaud— de Georg Trakl y Friedrich Hölderlin.

Estas afirmaciones corresponden a una conferencia que dio en Austria el día del centenario de Rimbaud y cuyo texto estaba perdido. Bernhard maldice el mundillo cultural que, según él, honraba a los burócratas de la cultura, pero no a los verdaderos escritores. La vida de Rimbaud, escribió, es “tan violenta, tan abismal y sin embargo tan religiosa como la vida de un santo”. Siempre ha sido combatida por aquellos que no le rinden honor a la verdad y que sus poemas no son para contemplarlos sino para vivirlos.

“Allí está todo lo que le falta a los contemporáneos: belleza y reverencia, en el sentido más profundo de la palabra”

Asedio sin sombrero

No hay mejor estado
que el Estado de Sitio
para un poeta.
Sitiarse,
sentarse
y no hacer nada.
Asediado,
hastiado,
angustiado.
Yo pasé n veces
por Estado con Huérfanos,
una combinación poetfecta
de mi estado de orfandad,
un futuro asegurado
vislumbrado
en el sitio
del futuro estado.