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Un asesino dentro de ti

Michael Jackson

Ha caído una estrella. Qué mal título. Quedó vacante el trono del Rey del Pop. Pésimo. Un sueño real, inmortal, se esfumó físicamente como suele hacerlo la realidad de lo real. Se están escribiendo todas las páginas del mundo para elogiar, criticar, especular, llorar, proyectar homenajes, rendir culto, examinar el cadáver para saber de qué murió (¿sobredosis de morfina o es un crimen?, ¿cuántas opiniones vienen en camino, de parientes, amigos, fans, la prensa, y después la palabra oficial y posteriormente la duda general?). La tinta corre por los talleres de la prensa escrita e Internet inunda el ciberespacio con todo tipo de información, reflexiones, opiniones, recuerdos, imágenes y sus relaciones con los niños. La deuda de 500 millones de dólares del cantante ocupa un sitio especial, como su herencia, hijos. Historia del esplendor e historia del derrumbe. Las horas de la resurrección que no llegó. Todo su esplendor ya se debatía entre la vida y la muerte. Se ha desmoronado la “coraza”, el cuerpo de un ídolo, y queda su obra, el espectro real de su fama. ¿Se salió del libreto el gran simulador? En la antesala de todo este nuevo escenario inesperado, estaba el telón de fondo que construía Michael Jackson para sus presentaciones en Gran Bretaña. Estaba lejos de hacer mutis por el foro, sólo se había detenido en una estación de su vida. La duda sigue en primer plano en el tapete noticioso.

El mundo mediático no escatima esfuerzos por presentar su propio enfoque y entregar los mejores pantallazos, las imágenes de siempre, inolvidables a pesar del tiempo. Sólo falta revivir al ídolo de Off the Wall y Thriller y que vuelva a los escenarios envuelto en el misterio y sombras, con el brillo descomunal de la gracia de su voz y maestría de sus pasos. Él fue siempre su propio espectáculo en un mundo en que el espectáculo supera la realidad. No vivió en el tiempo equivocado, simplemente perdió la identidad, nunca el ritmo, sino la piel.

Un genio del talento de Michael Jackson no se olvida jamás, el mito seguirá vivo, como Lennon, Elvis Presley, la Marilyn Monroe y todos aquellos que se desayunaban con la gloria en la gran mesa del éxito.

A un artista de este calibre, el público siempre le estará esperando.

Ni la copa más grande del mundo podría contener todas las lágrimas que sus fans están derramando por MJ.

Los medios de comunicación seguirán la pista de la autopsia y todo lo concerniente al caso post Michael Jackson. Las urracas proseguirán escarbando donde se ve y no se ve, en el lado oscuro donde sólo llega la última luz de lo imperfecto. Buscarán el sitio donde fue sepultado MJ y con el tiempo lo verán deambular con su guante blanco en la mano derecha, gafas de aviador, uniforme de militar, imagen de ídolo de un país de Las mil y una noches, hablar de un nuevo pop que está preparando en algún secreto lugar de Indiana, en Gary, su pueblo natal. En las esquinas, frente a una gasolinera, subiendo un bus, en los escalones de alguna casa, en el porche, grabará sus últimos pasos, danzando más allá del más allá, retrocediendo en paso de pepsicola, esfumándose casi del escenario y volviendo sin inmutarse con su sombrero Rey del Pop, volando, volando. El neón de la ciudad le bañará en silencio al amanecer. Así las cosas, así los días la vida no es lo que parece ser.

¿Las velas que se divisan en la tierra pertenecen al entierro del sol?

Al parecer el mito está venciendo las sombras que el inefable Jacko construyó sobre sí mismo. En Harlem, la patria negra histórica de los negros, donde el jazz lloraba en silencio en sus primeros albores y todo ritmo negro callaba como un esclavo africano, ha nacido el perdón a todas las excentricidades blancas del Rey del Pop, su cambio de nariz, cabello, su piel, todos los olvidos de sus raíces le han sido perdonados. El mito se alza por sobre sus flaquezas, ahonda en la grandeza de su ritmo. Los mitos tienen autonomía propia, un alma especial, siempre están presentes de alguna manera. Se van a dar una vuelta a la esquina, toman un helado y vuelven, se instalan a conversar en cualquier mesa. Su valor es que hicieron algo distinto al resto de los mortales. Son transgresores por naturaleza. Bautizaron su propio espacio. Irrumpieron en algún momento de la historia con su propia historia. Se convierten en estrellas y todos sabemos que tienen cinco puntas y brillan en lo alto, solitarias.

Los mitos que dejan su voz convierten su mensaje en un eco sobre el eco que nunca se apaga. La rueda rueda sobre su propio círculo y no espera que nadie haga su camino. Una ola de pop recorre el mundo en cuerpo y alma de Michael Jackson y es la fuerza única de su estilo, su incomparable energía, como una música y espectáculo sin fin. Cuentan sus allegados que, en la víspera de su inesperado fin, bailó intensamente, se preparaba intensamente para sus 50 conciertos en Londres y quizás lo hacía como un antiguo Jackson 5, con esa vehemencia de la inmortalidad de un niño.

La desaparición física de un icono de la presencia de MJ en el mundo del pop es más que una noticia que cae como una plancha de acero sobre toda la demás información. Absorbe el hecho la tinta de la prensa escrita y la imagen digital, visual, se vuelve un solo ojo. El mundo periodístico se convierte en unipolar. La noticia seguirá envuelta en noticia por varias semanas. Las dosis de especulación, frustración, de duda, son sombras paralelas en medio de la despedida. El mito ya está en manos del espectáculo íntimo de cada seguidor de Jackson, nada ni nadie separará esa fusión, mixtura de dolor y placer de sentirlo suyo, único, irrepetible.

El mundo continúa, la tierra sigue rotando, es la rueda sobre la rueda y no deja de girar. Michael Jackson cantó a la paz por un mundo mejor y aunque él flotaba en los escenarios, ingrávido, como si el suelo no alcanzara sus pies, así el mundo sigue a la deriva. MJ dominaba el escenario, como si un ballet subterráneo surgiera de su cuerpo tallado en un diamante de mil movimientos. ¿Un cuerpo para recrear y homenajear al colibrí? Allá los dioses que reservan a algunos mortales estos espectáculos irrepetibles.

Y seguirán ocurriendo milagros pop
otro cuerpo bailará por ti
otra voz cantará por ti
soñarán en tu nombre
por todos nosotros reirá la muerte
pero la vida seguirá en pie
negra / esbelta / sonriente
con paso firme / con sus alas blancas
no importa el color, sino volar
caminando, danzando, bailando
en su escenario habitual
mascará chicle el porvenir
canciones nuevas / brillarán monedas
algo tan simple como la muerte
es una gran verdad
desciende como una pluma
vuela como un halcón
pesa como el polvo
se desliza en un cajón de madera
otro horizonte lleno de luz
La mañana siempre abrirá
un sol nuevo para cada día
un día limpio
negro / blanco / un día nuevo simplemente
las pesadillas de la noche
con sus bártulos ya se van
todos los himnos
tienen un comienzo y un final.

Ves algo que ocasiona que se detenga tu corazón / y tratas de gritar / Pero el terror se lleva el sonido / y sin que puedas evitarlo comienzas a congelarte / El horror te mira directamente a los ojos / y quedas paralizado. Estas peleando por tu vida / dentro de un asesino

Escuchas la puerta cerrarse / y te das cuenta de que no hay por dónde huir / Sientes la mano fría / y te preguntas si volverás a ver el sol.

MJ