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El mandarín de la literatura chilena

Presentación de “Los detectives salvajes”, de Roberto Bolaño, en Pekín

La envidia es una rata que termina abrazando el silencio en un laboratorio para conejillos de indias. Hace unos días leí que un escritor norteamericano sostenía que a Roberto Bolaño nadie lo leía en Estados Unidos. Los viejos del boom latinoamericano, con la excepción de los muertos y Mario Vargas Llosa, lo ignoraron. Los chilenos nunca se dieron por aludidos de su valor, importancia y lugar en el nuevo escenario de la narrativa del siglo XXI post boom.

Bolaño, un autor indispensable, dijo: la patria de un escritor es su lengua. La larga lengua de su escritura ha llegado a China, traducida una de sus obras mayores, Los detectives salvajes, al mandarín. Cuánto darían algunos por vender una Coca Cola a cada chino, que juntos superan los 1.300 millones de personas. China se globalizó a sí misma antes de que el mundo se fijara en ella.

El lenguaje de Bolaño es a veces su sombra, un mero pretexto para romperle el espinazo a toda voluntad creadora y luego armar un esqueleto propio y sacarlo a pasear o bailar, según sea la ocasión. Bolaño escribió otra novela colosal, 2666, varios libros de cuentos, Putas asesinas, ensayos ácidos, críticos, irónicos, lapidarios, polemizó hasta morirse del hígado y la risa. Príncipe, le llamó Nicanor Parra al morir.

Hoy es un día memorable para las letras castellanas, de Latinoamérica, especialmente de Chile, porque un samurái de la palabra, poeta ante todo, un escritor de la diáspora, autodidacta, ha sido traducido y será leído en una lengua milenaria, en el país de la civilización más antigua sin interrupción en el planeta Tierra.

El joven trotskista del DF, anarquista por principio, perro romántico de la poesía, llega a Beijing, la patria de Mao Zedong, después de una larga marcha, ignorado por la mayoría de sus pares, ninguneado y ahora atragantado el escenario por el éxito que en vida, en cierta manera, se le negó. La presentación de su obra la hizo el embajador de Chile en China, el periodista y ensayista Fernando Reyes Matta, profesores de literatura y destacadas figuras de la cultura china, de acuerdo con información circulada por agencias internacionales.

Según el director teatral Mou Sen, sorprendió a la audiencia diciendo que el mundo retratado por Bolaño en el DF de los 70 y 80, de esos poetas urbanos viscerales, existe igual en China, pero aún nadie escribe sobre ello. En el debate sobre la obra del narrador chileno, se dijo que Los detectives salvajes no es una novela policiaca; que Bolaño, a pesar de ser latinoamericano, no tiene ningún parentesco con el realismo mágico. Reyes Matta subrayó la importancia de México y España, en las que vivió gran parte de su vida, para formar su imaginario literario, también calificó la llegada de la obra de Bolaño como “un gran salto adelante en la construcción de puentes naturales entre China y América Latina”. Chile es un telón de fondo en la obra de Bolaño, aunque Nocturno de Chile no es cualquier detalle en su obra, y fue uno de los libros que llevaron a Susan Sontag a recomendar su obra para que entrara en Estados Unidos.

Sin duda, la literatura no cambiará el mundo, no creo que lo pretenda, pero es un medio para acercar a los pueblos, comunicarlos entre sí y trasvasijar culturas. Bolaño es un Cid Campeador de la lengua castellana, sigue ganando batallas después de muerto.

La editorial Shanghai Century es la que publicó la obra de Bolaño, aunque no sabemos cuánto ha sido el primer tiraje; hablar sólo de China, la imaginación vuela.