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El Bolaño sueco

Stieg Larsson

Stieg Larsson, el Bolaño sueco, que dejó una mina editorial en venta y derechos de autor, volvió a sorprender con su nueva novela de 200 páginas, aún inédita por litigios inconclusos de una herencia de más de 20 millones de euros que duerme en un banco. Lo extraliterario tiene caminos supremamente conocidos, absolutamente repetitivos, y si bien no tienen arte, sí parte de la trama que queda cuando un escritor desaparece de súbito. Larsson no disfrutó de su éxito descomunal y hace cuatro años que su corazón reventó como un globo cuando se encontraba en su sitio de trabajo.

Con los escritores y su círculo familiar nunca se sabe, las relaciones suelen ser un misterio, la ficción se apropia de lo más real y cubre todo escenario posible. La trama ahora es por el rescate de esas 200 páginas que reposan en una laptop que conserva su mujer, que está marginada de los derechos de Larsson porque no estaban casados legalmente, por lo que su padre y hermano son los herederos directos.

Eva GabrielssonLos Larsson continúan su vida austera y están dispuestos a compartir parte de la fortuna con la viuda Eva Gabrielsson, quien fue pareja del autor durante 32 años y, según el viejo Erland Larsson, ella no quiere recibir nada. Eva no desea el dinero de Stieg, sino quiere proteger su patrimonio literario, para que “no se prostituya su obra”. El escritor, autor de la saga Millenium, que se vendió como pan caliente y lo transformó en un best-seller, vivía de manera sencilla en un apartamento de poco más de 50 metros cuadrados, un verdadero nicho urbano. Escribía como en un tobogán sin paradero, fumaba y bebía infinitas tazas de café, y la saga que tenía en la cabeza completaría siete novelas. Un escritor de esos que no quedan, devoto del oficio, sin importarle el día por delante, un narrador emparentado con Bolaño: trotskista, antinazi y al final de sus días incluyó en su novela a Ciudad Juárez, el cementerio vivo de México. Fue un activista destacado en su ciudad contra la guerra de Vietnam. Murió a los 50 años de edad, como Bolaño. Sin duda, es otro tipo de literatura, pero existen coincidencias de vida, porque ambos se la jugaron a su manera. Larsson describe una Suecia que no es la idílica que se pinta en la tradición escandinava, sino corrupta y agresiva contra las mujeres, por lo que cosechó bastantes enemigos. Larsson no se hizo el sueco con la realidad de su país ni del mundo. Hoy algunos escritores optan por ser “ciudadanos del mundo” que creen haber descubierto, sin espalda, raíces, y adquieren la noción cosmopolita como un mundo tierra de nadie, compromiso de ninguno. Nacen aquí, se casan allá, y “quedan sin realidad”. Los días suecos en esta época del año tienen sólo cuatro horas de luz y todo pareciera congelarse en el caso del legado de Larsson, menos su fama, su difícil historia juvenil y fatal desenlace en el umbral del éxito. Su vida es para una novela y película, vivió subterráneamente al extremo de no formalizar su matrimonio para no ser detectado por sus enemigos derechistas en los registros públicos.

El fenómeno Larsson ha vendido más de cuatro millones de novelas en Suecia, un país de sólo 9 millones de habitantes y sobre los veinte millones ya circulan en manos de sus lectores en el mundo. Su trilogía, que le transformó en el más impactante escritor sueco, se titula: Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire.

La literatura sigue estando debajo de las uñas de la realidad. Los parientes-herederos podrán seguir discutiendo sobre el dinero que ha dejado un superventas y las opiniones de quienes no están dentro de la cabeza de un escritor pulularán en medios de comunicación, blogs, y nada cambiará lo ya hecho por un hombre solitario frente a su ordenador. Las opiniones se sumarán en todas las vías y tendrán razones que no superarán el primer capítulo introductorio de un mero acto personal verbal.

Lamento que a Larsson se le haya fundido el motor sin haber disfrutado del comienzo de su carrera. Se le quemó la máquina antes de tiempo.

 

Nota: Las últimas noticias sobre la herencia literaria es que las partes están por conversar y ya existe una oferta en pie de la familia del escritor, para su esposa. Lo que no cuadra internacionalmente, para algunos atentos observadores, es por qué las leyes suecas no protegen a la mujer que vivió toda una vida con el escritor y que no formalizaron su matrimonio por razones de seguridad personal, ante los numerosos enemigos del novelista. Una incógnita muy grande para una sociedad tan avanzada como la sueca.