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Después de Bolaño...

El título nos indica un corte de épocas, períodos, un antes y un después. No es mío, está tomado de unas declaraciones del escritor mexicano Jorge Volpi, quien sostiene que después de Bolaño no hay literatura latinoamericana. (Esta nota no lleva imágenes, porque ha muerto la literatura temática de nuestro subcontinente, en opinión de Volpi.) Sólo salva, como rasgos aún existentes, los corridos novelescos de mexicanos y colombianos sobre el narcotráfico. Hay quienes han afilado más el lápiz desde hace mucho, diciendo que nunca ha existido la literatura latinoamericana, sino escritores que viven en Latinoamérica. Se habla de influencias europeas y norteamericana. ¿Qué es lo latinoamericano?, se preguntan algunos desde hace décadas.

Volpi dice en una entrevista reciente que ningún escritor latinoamericano está interesado en mostrar lo esencialmente latinoamericano, y sus poéticas y obsesiones son distintas a las propuestas de Bolaño y seguramente los clásicos del boom, a quienes no hace referencia.

Me parece que es una aventura ser tan rotundo en apreciaciones de esta naturaleza, ya que las editoriales y el mercado tienen sus pupilos, y éstos se orientan en esa dirección de lo publicable. Es difícil, a pesar de Internet, saber que la tierra es redonda y no plana, que se pueda saber qué se hace en cada país en el tema de la narrativa y poesía. Este tema ya se ha abordado en foros en España, sobre los escritores que tienen distintas patrias, que van y vienen, hablan idiomas (sic). (Gelman tuvo que huir de Italia para seguir conservando la lengua y poder escribir, y la Mistral nunca intentó aprender inglés, sólo lo leía.) Vargas Llosa y Cortázar fueron viajeros cosmopolitas, como Fuentes. Rulfo y Onetti se quedaron en sus propias profundidades, aunque el uruguayo tuvo que exiliarse en España, pero no abandonó “su temática”.

La literatura es más sorprendente que nuestros propios análisis y encasillamientos. La vida, la relación de parejas, la aventura, los amores frustrados, las historias policíacas, la ficción y la realidad, la geografía, los límites del silencio, las fronteras de la verdad, todo es posible en la escritura y ello es universal, no pertenece a ningún país o continente de manera particular. Es otro mérito el de Bolaño, que marque épocas y tiempos, nuevas realidades y caminos, así como los buscó él, abriéndose paso entre García Márquez, Fuentes, Borges, Vargas Llosa y todos los que le precedieron. Es un desafío de cada escritor, buscar lo nuevo, hacer camino propio.

En una época fue el boom, ¿ahora se trata del selecto grupo de los escogidos en Madrid o Barcelona? Bolaño fue esencialmente un espíritu libre, anarquista, anti stablishment, aunque se diga que escribió sus dos grandes, macro, épicas novelas, estando casado y con familia. Marx también lo estuvo, y no escribió algo menor, como El capital.

Creo que la novela como género está cambiando, combinando todos los posibles recursos, géneros e invenciones. La narrativa apuesta a su propia respiración y sabe que su escenario es amplio, mucho más espacioso, permisivo, que la poesía. El mundo está cambiando a paso acelerado, la contaminación, polución, no sólo se da en el medio ambiente, sino en el arte, y la literatura no escapa a ello.

El tema no quedará en estas líneas. Se ha dicho, en un mismo contexto, tantas veces, que ha llegado el fin de la novela. ¿Ahora le tocó al escritor latinoamericano abandonar o asumir la globalización literaria? Hay pioneros que se autocitan, como referencial de este nuevo enfoque. El peruano Iván Thays dijo alguna vez que Bolaño era un latinoamericano profesional. Esto me recuerda la borgeana frase para calificar a Federico García Lorca, de andaluz profesional.

Lo interesante es qué hará la novela después de Bolaño. No había terminado esta nota, porque el escritor también trabaja, así que algunas notas quedan en el aire, suspendidas momentáneamente, y esta es una ventaja de Internet. Se puede escribir un folletín online tranquilamente. Sí, esta nota de paso no llegaba a su fin, cuando el indio Salman Rushdie declaraba el fin de la novela. Según él la novela viene muriendo desde Cervantes, hace más siglos de los que puede aguantar el cuerpo de cualquier novela. Después de dar el tiro de gracia a la novela, salvó el libro a pesar de la revolución electrónica.

Existirá literatura, novela o poesía, o como quiera llamársele a cada uno de los géneros, mientras tengamos imaginación, memoria, y el hombre ejerza su capacidad de aventura y crea en sí mismo.

La literatura es hija, y seguirá siendo, de otras lecturas, la verdadera, aquella que es aventura, transformación, conocimiento, juego, placer, puro placer. Los grandes narradores y poetas han sido feroces lectores: Neruda, Parra, Paz, Bolaño, Borges, el primero, Onetti, Vargas Llosa, García Márquez, Carpentier y la lista es numerosa, se atropella en las páginas pasadas. La literatura nace de otra literatura, es experiencia vivida, ficción de lo que se dice de otra manera, realidad pura, pasión, memoria, sueño, visión, vida, una aventura que sólo termina en la última página.

De Bolaño podemos decir que fue un escritor que se la jugó, además de dejarnos su obra. No vivió con bozal y no es que los tiempos hayan cambiado para que el ser humano deje de ser humano, se pronuncie, participe, haga comunidad, sociedad, y se exprese en medio del caos como un habitante del planeta suicida. Tal vez estemos inaugurando una nueva especie de literato, el escritor avestruz, ese que ve el mundo como un hoyo de una cancha de golf. Tiene 18 opciones para esconder su cabeza.

Después de Bolaño, lo que queda es seguir escribiendo, leyendo, transformar la pesadilla en roca.

Los verdaderos escritores dejan señales en el camino.