Comparte este contenido con tus amigos

Federico García LorcaMataron por matar

Oye, mataron a Víctor
y miles más mataron,
mataron por matar.
Murió la muerte ese día
yo estaba en Santiago,
la copia feliz del edén,
la cordillera nevada
y la primavera despuntando.
Oye, mataron a Víctor
y miles más mataron,
yo estaba en Santiago,
la copia feliz del edén
y la primavera despuntando.
Los muertos se daban la mano
en el más allá.
Amigos, no saben,
los vivos también morimos,
mataron por matar.
Oye, mataron a Víctor
y miles más mataron.
La muerte es un soldado feroz
llorando sus balas perdidas
yace dormida junto a la vida
en un cuartel militar
arrodillada jura salvar
los muertos que ordenan matar.
Oye, mataron a Víctor...

Rolando Gabrielli

En algunos países la historia es un paso dormido en el vacío. Dejan que el tiempo pase como un pedazo de espacio sin aire. No hay apuro ni memoria, la historia nace huérfana y tullida, cuando olvidan y niegan a los muertos que mataron y desparecieron doblemente. Hacen cómplice a la historia con su silencio.

Hay historias de fechas vencidas en la memoria de los vencedores. Historias vacuas, doblemente festejadas por el statu quo, príncipe oscuro del olvido.

Para algunos, existen sólo dos historias: ganadores y perdedores. ¿Esa es la historia del asesinato de Federico García Lorca hace 73 años en Granada? Aún se conserva en la memoria un puñado de datos inexactos, no comprobados, cuando mucho, y todas las dudas de cómo lo asesinó el franquismo. Las causas que maneja esta historia trunca, manca de transparencia, identifica a la víctima como rojo, homosexual y poeta. “Hace más daño que si disparara un arma”.

Andaluz profesional, le llamaría Jorge Luis Borges, y García Lorca ya se había enamorado y conquistado Buenos Aires. Dos años después aproximadamente de esa visita, donde conoce y se hace amigo de Pablo Neruda, recuerda su muerte Antonio Machado: “Se le vio, caminando entre fusiles / por una calle larga / salir al campo frío / aún con estrellas en la madrugada. Mataron a Federico / cuando la luz asomaba. / El crimen fue en Granada / ¡en su Granada!”.

Neruda escribiría su Oda a Federico García Lorca:

Si pudiera llorar de miedo en una casa sola, / si pudiera sacarme los ojos y comérmelos, / lo haría por tu voz de naranjo enlutado / y por tu poesía que sale dando gritos...

Cuando vuelas vestido de durazno, / cuando ríes con risa de arroz huracanado, / cuando para cantar sacudes las arterias y los dientes, / la garganta y los dedos, / me moriría por lo dulce que eres / en donde en medio del otoño vives / con un corcel caído y un dios ensangrentado, / me moriría por los cementerios / que como cenicientos ríos pasan / con agua y tumbas, de noche, entre campanas ahogadas: / ríos espesos como dormitorios de soldados enfermos, / que de súbito crecen hacia la muerte en ríos con números de mármol / y coronas podridas, y aceites funerales: / me moriría por verte de noche / mirar pasar las cruces anegadas...

Víctor JaraEspaña busca, 73 años después del crimen, el cadáver más emblemático quizás de la Guerra Civil, donde su enterrador y otros dicen que se encuentran las osamentas del poeta. Se habla de indicios de profanación de la tumba y que quizás no estén allí sus restos. Se dice que serán exhumados sus restos en los próximos días. Se ha dicho más de la cuenta y habrá que esperar la investigación una vez se encuentren sus osamentas.

La historia de España no es única durante el siglo XX, se repitió en América Latina, y en el Cono Sur, hay diversos casos emblemáticos de artistas, escritores, músicos asesinados por las dictaduras militares. El crimen del folklorista chileno, Víctor Jara, se ha dilucidado por fin 35 años después.