2012, que los dioses nos acompañen

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2012

Amigas, amigos, hipócritas, irremplazables, queridos internautas, a mi entrañable diáspora, lectores fieles que me han acompañado este y otros años, un tiempo en que la poesía vela las armas en el silencio de sus propias, irrepetibles, únicas palabras. El mundo sigue siendo ancho y ajeno para millones de seres humanos, aunque algunos cuenten con banda ancha y vuelen por la autopista con su vocabulario mendigo y sus ansias de estar aquí y allá y en ninguna parte.

Este año 12, en el siglo y el calendario, año maya por mérito propio, costumbre publicitaria y cábala, un año que trae su propio ADN, en la ruina, magia, espíritu excepcional de los tiempos y antepasados. Siempre hay futuro, nos dice esta hoja del calendario del mes de diciembre, que caerá casi imperceptiblemente, en medio de la noche y madrugada de este 31 de diciembre.

Alguien pedirá algún deseo en una de las esquinas del mundo y las mismas sombras quizás no seguirán siendo oscuridad.

Felicidades, gracias por sus lecturas y palabras, por su maravilloso anonimato, por dar vuelta la página cada vez que pueden, y estar en el minuto perfecto de las horas simples, cotidianas y libremente acordadas por ustedes. Seguiremos arando juntos en este desierto de palabras que van a la mar y no es el morir.

Digo, es un decir, parodiando al eterno César Vallejo, terminamos un tiempo, iniciamos otro, en el ciclo de la vida, apagamos una vela y encendemos otra. Vamos, a veces, no lo ignoramos, contra viento y marea, las palabras se vuelven sordas, algunos gritan y martillan un mismo silencioso yunque.

Para ustedes, mi querida tribu, mis outsiders, mis indies, mis nada, mis semejantes, mis amigos, hermanos que nacieron sin espadas, un venturoso 2012 en el ceremonial de las palabras nuevas y de la vida fecunda. Esperanza y realizaciones, un tiempo para cambiar y hacer, construir lo nuevo, un presente con futuro...

Yo, el otro, el mismo.

 

2012

Que se aproxima,
que viene,
que es aire,
sol destellante,
siglo de espanto.
Nadie muere dos veces
a una misma hora.
Que es agua,
pez, cuerpo invisible,
un horizonte desconocido
nos nombra
Las palabras no tienen
solo un sentido
¿Abrirá el año la voz
de un mayordomo nuevo?
Soldado,
morirás, morirás,
no como un desconocido
Casi adivinamos
con pobres instrumentos
la bruma detrás de un faro
Que trae una estrella
más brillante que su luz
¿Un cuerpo luminoso
para la noche de la gran explosión?
Nada más,
el verbo y la carne,
Ángel de mis dudas.
Una vuelta de la página en blanco
en la rueda de la historia,
calendario original de tus días
y horas
Me repito como un loro
en una casa sin amos
con unas cuantas palabras,
sin ver detrás
de las discretas
persianas
Me repito con el mismo silabario
Corran la página
le digo a mis fantasmas
Remos que llevan a sus aguas,
se bifurca un camino,
pasará la luz atravesada
en tu cuerpo
Cenizas, vendrán cenizas
por nuestros huesos,
inevitablemente.

Rolando Gabrielli