Entre la estulticia y la intransigencia: polémica por Nicolás

Nicolás tiene dos papás

El Movimiento para la Integración y Liberación Homosexual, Movilh, es una institución chilena que desde su creación ha buscado señalar caminos para que esta sociedad sea más comprensiva con quienes han decidido tener una opción sexual distinta a la mayoría, y en esta lucha de varios años ha chocado siempre con la incomprensión, la discriminación y la burla; no obstante, han seguido adelante siempre con esfuerzo y respeto.

En el último tiempo, según he podido percatarme, también han abierto su mirada hacia el arte y especialmente hacia la literatura. Tal vez nunca han tenido cerrada esa puerta, pero es evidente que ahora, al menos, es más visible. He visto cómo han organizado en forma impecable un concurso literario de cuentos y ahora, con el apoyo de la Comisión Europea en Chile, han editado el cuento Nicolás tiene dos papás, relato orientado a que los niños en edad preescolar puedan comprender que existen distintos de familias y una de ellas es con dos padres, pues se trata de personas cuya opción de vida es levemente distinta a la nuestra. En un mundo donde es claro que existen tantos tipos de familias, el cuento que el Movilh ha logrado editar y con apoyo de la gubernamental Junta Nacional de Jardines Infantiles, Junji, distribuir en todos los jardines administrados por esta institución estatal.

Sin embargo, bastó que se conociera la noticia para que padres que en su juventud no tuvieron la posibilidad de ser educados con una mirada abierta, desprejuiciada y comprensiva de las distintas realidades, pusieran el grito en el cielo quejándose de la decisión de la Junji de distribuir esta obra. Por cierto les siguieron en sus quejas representantes políticos, religiosos y docentes de recalcitrante conservadurismo y escasa empatía.

Lo cierto es que pocos se han manifestado en términos de una crítica literaria a la obra (donde podría decirse que se parece demasiado al español Nicolás tiene dos mamás, por ejemplo), mucho menos en lo relativo a su potencial pedagógico o valórico. La mayoría de quienes lo han criticado sólo apuntan a que esté siendo distribuido por una institución estatal, lo que provoca —dicen— una imposición con la cual los padres no están de acuerdo.

La verdad sea dicha: el texto no se impone a los niños, no se entrega como lectura obligatoria (a esa edad muchos infantes no saben leer); sólo se distribuye gratuitamente en los jardines infantiles del Estado para que sea una opción más, entre muchas otras, de lectura para los niños, y siempre pasando por la decisión pedagógica y valórica de la educadora de párvulos y de los padres, por supuesto. Entonces, ¿dónde está el problema? Ciertamente, sólo en la mente de aquellos que piensan que su opción es la única válida, sea familiar, sexual, religiosa, política o de cualquier índole y, lejos de ampliar el mundo para una visión más integradora de sus propios hijos frente a la sociedad, lo estrechan al punto de buscar que ellos sigan su ejemplo de mirarse el ombligo propio y con ello seguir transitando desde la estulticia hasta la intransigencia que tanto daño ha causado en la historia humana.

Bien por Nicolás, que ya navega en aguas literarias y que, aunque con dificultades e incomprensiones, va abriendo mentes y conciencia de futuro.

Si ustedes quieren leerlo, el Movilh nos invita a hacerlo a través de esta versión digital.