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Gabriel García MárquezEntre la etimología y la ortografía

Quien más, quien menos, está enterado de la polvareda que, en abril de 1997, suscitó Gabriel García Márquez con su expresión de deseos de “jubilar la ortografía”. Las posteriores declaraciones del Nobel del 82 aclaraban que había sido mal interpretado porque había hablado de “simplificar la ortografía” y, por lo tanto, “es muy distinto lo que dije de lo que dicen que dije”.

Harto sabido es que el también premio Nobel Juan Ramón Jiménez (ignoro los motivos) escribía Antolojía poética y eliminaba la letra ge cuando le correspondía un sonido de jota. Al fin y al cabo, no hacía más que aplicar el criterio de los griegos y romanos, en cuyas lenguas el mismo signo correspondía siempre al mismo fonema. Como el autor de Platero y yo se limitó a la práctica y no sentó ninguna teoría, lo suyo no sobrepasó los límites de extravagancia de algunos escritores. En cambio, García Márquez atrajo enjambres de avispas lingüísticas que lo atacaron por “demagogo”, “anarquista del idioma”, “ignorante de las etimologías” y otros aguijonazos por el estilo.

Lejos de mí una intención polémica, que únicamente intento señalar algunos injustificados caprichos ortográficos.

¿A cuento de qué escribimos Mallorca, en lugar de la etimológica Maiorica? ¿Será porque es la mallor de las Baleares? ¿Por qué escribir Córcega y Cerdeña, si las respectivas etimologías se remontan a Corsica y Sardinia? ¿Por qué húmedo, humor, húmero y hombro, si sus antepasados latinos se presentaban como umidus, umor, umerus? ¿Por qué chubasco, si no podemos negar la filiación de los portugueses chuva y chuvasco? ¿Por qué nuestro centinela, si procede del italianísimo sentinella, derivación del verbo sentire = oír? ¿Por qué claraboya si nos remite al francés claire-voie, que reconoce, a su vez, a su madre latina clara via = camino claro?

No se pretende enseñar a decir misa al obispo, pero sería recomendable que sellaran su boca ciertos “tenores huecos”, así evitarían los gallos, aun cuando parecen convencidos de que dan el do de pecho.