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Luis CarbonellEl acuarelista de la poesía antillana

Junto a la celebración de la V Bienal Internacional de Oralidad la semana pasada en la ciudad de Santiago de Cuba nos llega la noticia del merecido homenaje que los cubanos le brindamos al maestro declamador Luis Carbonell en sus 60 años de destacada carrera artística, y aprovechando el 490º aniversario de la fundación de ésta ciudad, lugar que le vio nacer; un pedazo de mar y tierra que García Lorca refiriera en su “Son de negro” como “curva de suspiro y barro” y nuestro puertorriqueño Luis Palés en “Majestad negra” nos regalara su reflejo en la voz de Luis Mariano Carbonell,

“Por la encendida calle antillana
va Tembandumba de la Quimbamba
—rumba, macumba, candombe, bámbula—
entre dos filas de negras caras.
Ante ella un congo —gongo y maraca—
ritma una conga bomba que bamba”.

Ya en los años cuarenta, viaja Luis Carbonell a Nueva York buscando “abrir en grande” su carrera artística que comenzaría realmente en su encuentro con el maestro Ernesto Lecuona y aquella gran diva cubana, considerada por él como “su hermana”, Esther Borja; ambos facilitan su presentación en la cadena norteamericana NBC y le abren las puertas del Carnegie Hall en un magnífico recital que con maestría de verbo y representación magistral comienza a dar a conocer en el extranjero los valores de la literatura costumbrista cubana, y de hecho lo hacen ídolo de las temáticas antillanas y latinoamericanas,

“Culipandeando la Reina avanza,
y de su inmensa grupa resbalan
meneos cachondos que el gongo cuaja
en ríos de azúcar y de melaza.
Prieto trapiche de sensual zafra,
el caderamen, masa con masa,
exprime ritmos, suda que sangra,
y la molienda culmina en danza...”.

Son los años y la experiencia adquirida de éstos, lo que imponen a Luis Mariano Carbonell una disciplina propia a la que él se aferra para declamar con verdadera originalidad y de manera criolla esa unción de ritmo y verso, su admirado arte de calidad sin par que lo ha sostenido por más de 60 años a pesar de tiempos que nos fuerzan, obligan, a escoger una de las dos orillas en que hoy se divide Cuba, muchas veces sin darnos cuenta de que el tiempo y la ofuscación no nos hacen comprender que en lo cultural Cuba es una sola.

Luis Carbonell ha recitado poemas de notables glorias de la cultura latinoamericana como son nuestro Nicolás Guillén (“Guitarra”, “Sensemayá”), del venezolano Aquiles Nazoa (“Galerón con negra”), Emilio Ballagas (Nombres negros en el son), “El Niño Valdés” de Arturo Liendo y “Negra Fuló” del brasileño Jorge de Lima, entre otros... Con una gracia y rigor aferrado a lo genuino, Luis Mariano nos da una cátedra de sus maravillosas clases de caricatura verbal en poesía negra y mulata,

“¡Sús, mis cocolos de negras caras!
Tronad, tambores; vibrad, maracas.
Por la encendida calle antillana
—rumba, macumba, candombe, bámbula—
va Tembandumba de la Quimbamba”.

Ya se acaba el tiempo y también la vida que nos tocó vivir, y Luis Mariano Carbonell lo sabe, y está en la magisterial labor de preparar a varios discípulos que han asegurado seguir sus pasos, así acuden éstos con puntualidad a todas sus clases que imparte él en la Escuela de Música del Ministerio de la Cultura.

Yo reclamaría: si a la nunca olvidada Rita Montaner se le hubo de conocer como “La única”, a éste formidable declamador de la poesía costumbrista cubana y antillana, a este juglar del Caribe, se le debería llamar “El único”.

Luis Mariano Carbonell Pullés es y será uno de los artistas más distinguidos en las páginas de la cultura nacional cubana; como maestro de varias generaciones de artistas, y como defensor de los mejores valores de la literatura latinoamericana... como dijera Emilio Ballagas “un magnífico juglar antillano”...