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Prado y Neptuno, La Habana, Cuba

Un homenaje al músico Enrique Jorrín.
“La Engañadora”, cha-cha-chá (Panart 1536)

Con la muerte en La Habana de Ninón Mondejar, director de la Orquesta América, este año se cierra otro capitulo en la historia musical de Cuba, sus intérpretes y sus precursores. Un ciclo que comenzara con una composición musical y un nuevo ritmo que hicieran girar a la conocida esquina habanera de Prado y Neptuno sobre el mundo.

A este milagro musical de entonces se le llamó cha-cha-chá y su creador no fue otro que el director musical de esta orquesta y primer violinista, el maestro Enrique Jorrín, quien dejara inscrito, más que un género, su sello propio, y que le colocaría entre las glorias de la música cubana.

El experimento se gestó en la famosa esquina habanera, en las asociaciones “Prado y Neptuno” y “Silver Star”, en uno de sus salones de baile, “Amores de Verano”. Es precisamente en esta sala donde por primera vez se ejecuta la pieza musical que comenzaría toda una época del fenómeno rítmico.

“La Engañadora”, el primer número musical en cha-cha-chá escrito por Jorrín, deja en pocos meses impreso en los anales nacionales, y después en todo el mundo, el sello propio de esta gloria de la música cubana que fuera Enrique Jorrín.

“A Prado y Neptuno
iba una chiquita
que todos los hombres la tenían que mirar
Estaba gordita,
muy bien formadita,
era graciosita,
en resumen, colosal”.

Un ritmo pegajoso y atractivo el cha-cha-chá, según explica el mismo Jorrín... En él “combiné figuras simples, como las negras, blancas y corcheas en compás de 2/4. Suprimo el cinquillo, convirtiendo el ritmo básico del género al esquema no sincopado ejecutado por el guayo, el cencerro y la tumbadora”.

A medio siglo del triunfo mundial del cha-cha-chá, echemos una ojeada sobre este ritmo popular que recorrió el mundo e inmortalizó a una de las esquinas más famosas de La Habana, y que puso a La Habana otra vez en la cadencia musical de sus intérpretes y bailadores desde Buenos Aires hasta Tokio, donde el maestro Enrique Jorrín lleva su música.

 

¿Quién fue la Engañadora..?

¿De dónde salía aquella mujer que puso el mundo a gozar y convirtió a la famosa esquina Prado y Neptuno en el foco musical de toda una época..? ¿Cuál es el origen de la Engañadora..?

Según algunas fuentes, el maestro Jorrín se inspiró en una muchacha que un día pasó ante él y un grupo de hombres que conversaban en la esquina de las calles Infanta y Sitios, en La Habana. Ante el desprecio con que la muchacha les miró, uno de los admiradores le dijo: “Tanto cuento y cuando viene a ver son de goma”. En otra ocasión en que Jorrín se encontraba en el desaparecido salón de bailes situado en la esquina de Prado y Neptuno, entró una muchacha delgadita pero que ostentaba un voluminoso trasero. Una moda artificial muy usual en la época. Enseguida le pasó por la mente la pregunta: “¿Esta será otra engañadora? ¿Usará postizos?”.

Otras fuentes dan como inspiración de “La Engañadora” a Manolo Maylán (un famoso travesti cubano). Maylán fue objeto en la ciudad de Miami de un “incidente de confusión” por parte de un ciudadano norteamericano que, cultivado por sus “virtudes femeninas”, le propuso matrimonio. Al enterarse de la verdad, el confundido pretendiente la quiso emprender a tiros contra Maylán... Simplemente se trataba de “un hombre confundido”, manifestó Maylán ante preguntas de los periodistas de la prensa habanera que recogieron el incidente como “un drama pasional”.

Lo cierto de todo esto es que el ritmo y “La Engañadora” conquistarían en poco tiempo todo el continente, el mundo bailaba el majestuoso cha-cha-chá, que hoy se mantiene saludable, lleno de vida y de energía como sólo un ritmo del trópico y la creación del maestro Jorrín pudieran alcanzar.

Aún vive en Pueblo Nuevo, La Habana, Agueda Álvarez, a quien se le considera la bailarina que inventó los pasos del cha-cha-chá: uno, dos, tres; cha... cha... chá, y que sirvió como la primera modelo de “La Engañadora”, acompañando en teatros y salones de baile alrededor del mundo a la Orquesta América y a Enrique Jorrín.

“Pero todo en esta vida,
Se sabe, sin siquiera averiguar,
Se ha sabido que sus formas,
Rellenos tan sólo hay.
Qué bobas son las mujeres
que nos quieren engañar.
Me dijiste.
Ya nadie las mira,
Ya nadie suspira,
Ya sus almohaditas
Nadie las quiere apreciar.

En aquel entonces en Cuba había 10.000 vitrolas, alrededor de 100 emisoras de radio, varios canales de televisión —por donde se emitían magníficos programas como “El Cabaret Regalías” de la CMQ— y un sinnúmero de locales y establecimientos donde se reunía el pueblo para escuchar música y bailar.

“La Engañadora” fue el primer triunfo del maestro Jorrín grabado con el sello Panart, compañía que pasaba por problemas financieros en esos momentos. La grabación traía del otro lado “Silver Star”, que acompañó triunfalmente también al nacimiento del nuevo ritmo.

Al igual que Jorrín, muchos intérpretes de la música cubana ya no están entre nosotros, pero los recuerdos de su herencia musical para siempre estarán aquí. Nuevas generaciones ocuparán nuestros puestos bailables, es precisamente para que esto continúe sucediendo, motivo principal de este sentido y merecido homenaje a la memoria del maestro Enrique Jorrín.