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“Tres prostitutas en la calle”, de Otto DixAmérica Latina: de prostitutas y proxenetas

Considerado como uno de los más flagrantes atentados a los derechos humanos la explotación sexual de las mujeres, sean éstas adolescentes o niñas, constituyen en América Latina una de las más vergonzosas degradaciones y desvalorizaciones del género humano.

Cada día, en esta región considerada como el “Tercer Mundo”, miles de mujeres y niñas son transportadas como objeto comercial de un lugar a otro para ser explotadas como mercancía sexual llenando los bolsillos de mafiosos y proxenetas que se aprovechan por el engaño o por la difícil situación en que éstas se encuentran. Uno de esos actores que abonan la prostitución es el proxeneta (chulo, gigoló, padrote) quien fomenta esta actividad. El proxenetismo es ejercido por una persona que tiene los contactos suficientes o ha creado el ambiente propicio para promover o apoyar la prostitución para lucrar de ésta.

En uno de los últimos informes elaborados y publicados en España, existían en esta situación unas 12.000 personas envueltas en estas actividades. Identificadas por nacionalidad este informe precisa: brasileñas 5.015, colombianas 2.388, paraguayas 1.296, dominicanas 1.370, ecuatorianas 558, cubanas 150, bolivianas 144, venezolanas 779, uruguayas 140, argentinas 182, peruanas 49, panameñas 28, chilenas 16, costarricenses 34, salvadoreñas 8, mejicanas 4, puertorriqueñas 15 y guatemaltecas 2. Habrá que añadir unas 50.000 personas que son traficadas anualmente como esclavas sexuales sólo en los Estados Unidos; de éstas, más de 15.000 son latinoamericanas.

América Latina parece ser una fuente inagotable de recursos para estos rufianes y sus redes de traficantes que exportan su mercancía hacia los países desarrollados, un negocio que mueve billones de dólares anualmente.

Generalmente las autoridades persiguen a las mujeres que se dedican a este lucrativo negocio cuando en verdad se debería perseguir a quienes las explotan. Según un informe con base en Argentina el proxenetismo es un delito que hasta es publicado en diarios como anuncios que promueven la trata de personas. Hace poco se leía así en uno de estos periódicos: “Deme dos paraguayitas y una caribeña”. Penalidades y condenas deberían ser aplicadas contra los proxenetas descubriendo sus identidades, sacándoles del anonimato e informando sobre los locales involucrados. Es responsabilidad de los gobiernos el proceder contra el accionar de estos criminales.

En Cuba cada día se añaden nuevos casos de esta industria, el “turismo sexual” con el llamado negocio de jineteras y jineteros, víctimas del comercio sexual que sobrevive con los ingresos de los que en Cuba aspiran a calmar el hambre o tener bienes que les son negados por una economía gubernamental en bancarrota, que aunque por motivos diferentes, no pueden dejar exentos de persecución a sus explotadores.

 

Alberto Yarini Ponce de LeónVida y muerte de un proxeneta: Yarini

Esta historia real comienza al mismo tiempo del nacimiento de la República de Cuba. Nuestro personaje principal es Alberto Yarini Ponce de León, aristócrata, ñáñigo, guapetón de barrio y chulo habanero, más conocido y respetado entonces como “El Rey de San Isidro”, sobrenombre que aún en la actualidad y después de un siglo hace recordar a muchos escritores, músicos y cineastas cubanos aquel personaje que ven con cierto orgullo populista; de éstos, ejemplos son la película Los dioses rotos (estrenada en los cines de Cuba hace pocos meses); Réquiem por Yarini, clásico para teatro de Carlos Felipe, y libros de la importancia de San Isidro 1910: Alberto Yarini y su época, de la poetisa y escritora Dulcila Cañizares, que por 30 años recopiló datos del “famoso” personaje, el chulo Yarini.

De una familia rica, Alberto Manuel Yarini fue enviado a Estados Unidos para cursar estudios y así evitar que se enfrascara en la lucha por la independencia cubana del colonialismo español de entonces. Al terminar la guerra regresa y ,a pesar de su corta edad, 18 años entonces, se convierte en lo que sería el futuro y famoso proxeneta. Apuesto, de un caminar elegante, bien parecido, vestido siempre a la moda, usaba los mejores perfumes extranjeros; todo sonrisas y finos modales, era un derrochador de dinero y apasionado con las mujeres, muchas de éstas se rendían a sus pies por su marcado trato especial; a su paso por las calles de La Habana era recibido con una admiración desmedida. Era todo un dandy.

A pesar de su edad era dueño de varios lupanares donde “trabajaban” varias docenas de sus escogidas. Se cuenta que más de 25 mujeres tenían tatuados sus iniciales (MAY) en alguna parte privada de sus cuerpos como adoración por su dueño y explotador.

Todo esto hacía que proxenetas no cubanos, y en particular los franceses, que en ese tiempo dominaban una parte del comercio sexual en Cuba, le tuvieran envidia y le vieran como un respetable enemigo. Uno de estos, Louis Letot, de 18 años, había traído de Francia a una bella joven de 21 años conocida como “La Petit Berthe”, por su pequeña estatura y fulminante belleza, y a quien mantenía en el negocio de la prostitución. Un día Berthe, aprovechando que Letot estaba de viaje en el extranjero buscando “carne fresca”, se fue a vivir con Yarini. Cuando Letot regresó, sus amigos franceses se burlaron de él porque el chulo cubano le había quitado a la francesita.

En ese tiempo Yarini compartía su casa de la calle Paula con tres mujeres en perfecta armonía. Elena Morales, una mulata en la flor de sus 22 años, Celia Martínez, una mestiza preciosa y la Petit Berthe, la francesa por la que lo mataron. Con Yarini a la cabecera de la mesa todas sabían que quien se sentara a la derecha de Yarini era la elegida de la noche.

Una tarde, Letot junto con varios amigos franceses le tendieron una trampa a Yarini, quien al salir de su casa fue recibido por una lluvia de balas. La Petit Berthe recibió una herida en uno de sus senos. Letot fue muerto allí mismo por uno de los amigos de Yarini con un tiro en la frente. Era el 21 de noviembre de 1910. El Rey del Barrio habanero había muerto, tenía 28 años.

Hoy, a pesar de los años transcurridos, la tumba de Yarini en un cementerio de La Habana todavía es muestra de interés por muchas personas y alguna que otra vez se ven rosas rojas junto a la tumba que guardan sus restos.