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TeléfonoLess is more

Estamos en constante comunicación, enviamos textos cada 5 minutos, recibimos y hacemos llamadas constantemente y chateamos por la red hasta altas horas de la noche, esto es lo que denominamos comunicación, pero, ¿de verdad es comunicación? Tenemos cantidad, pero, ¿hay calidad en este intercambio de correspondencia?

Hemos perdido la capacidad de hacer una cita. Fíjense cuántos telefonazos se necesitan antes de poder tomarse un café con un amigo. —Mejor nos hablamos, —Luego confirmamos, ­—Te mando un texto, —Yo te aviso; la lista se hace infinita.

El teléfono celular pasó de ser un aparato a nuestro servicio a ser nuestro jefe, con el pretexto de estar comunicados nos sentimos obligados a estar disponibles a todas horas, la delicia del silencio ha caído en el olvido. Además el celular ha creado una nueva neurosis, continuamente checamos el teléfono, nos justificamos con un —Perdón, pero estoy esperando una llamada importante, y el que está enfrente de ti, ¿no es importante?

A veces ni recordamos la razón de la llamada, hablamos por hablar, quizás sólo para asegurarnos de que no estamos solos. Tomemos a una pareja que se habla diez veces al día, ¿de qué platican? ¿Tienen tantas cosas que decirse y éstas son inaplazables? ¿De qué van a hablar cuando ambos regresen a casa del trabajo? ¿O simplemente repiten lo antes dicho por teléfono, sólo que ahora aumentado y mejorado? O será que prenden la televisión y entonces, si el silencio es oro, sólo durante los anuncios se habla, aunque bueno, sólo lo necesario: —Pásame la coca cola y ¿de qué quieres la pizza?

El otro día recibí un texto en el celular y no lo pude leer, pensé que quien me lo enviaba tenía problemas con el teclado de su teléfono y no se había percatado. Estaba a punto de borrarlo cuando intenté leerlo de nuevo, el mensaje estaba en código, con palabras que no existen pero que si se leen en voz alta suenan conocidas.

Ahora deberán vender los celulares, por lo menos a los de mi generación, no sólo con un manual de instrucciones, que los párvulos ni siquiera necesitan leerlo para saber el cómo y dónde, sino además con un manual de frases encriptadas y abreviaturas más usadas en el celular.

Cuando éramos niños y jugábamos “Basta”, la letra K era de las menos preferidas, sabíamos tan pocos sustantivos con K, kiosco, kilo y kilómetro, para los animales y fruta koala y kiwi, y como todos teníamos siempre las mismas palabras, nos tocaban menos puntos. Sin embargo ahora la K está viviendo su mejor época: sustituyendo a la c y q es una de las letras más populares de las frases encriptadas.

No hay duda de que el famoso lema less is more, del arquitecto Ludwig Mies van der Rohe, ha llegado al lenguaje. Cada vez utilizamos un vocabulario más escueto y pobre. Y ahora gracias a la modernidad nos comunicamos en frases resumidas y sintetizadas en los chats y por los mensajitos del celular. Jamás se había imaginado que los dedos gordos tuvieran tanta flexibilidad y rapidez de movimiento como lo tienen a la hora de enviar un texto.

Ni quien envíe cartas y ¡qué decir de los telegramas! Los recaditos de amor modernos se escriben con una sola mano sobre un mini teclado. Guardo un telegrama que mi mamá me envió en el verano de 1986, me deseaba unas felices vacaciones. Mis nietos lo verán y dirán: —Mira, así se comunicaban en el siglo XX.

18 de junio de 2010.
Yura Luna, China