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Doña TeleDoña Tele

Para Claudia L. López B.

Todos la llamábamos abue Tele, pero ninguno de nosotros sabía cuál era el nombre de mi abuela Tele. Cada nieto aseguraba saberlo: el problema es que los nombres no coincidían. Mi primo Enrique aseguraba que su nombre era Teléfono, Lety era de la opinión que el nombre de la abuela era Televisión, imposible que alguien se llamara Teléfono —acometía muy segura de sí misma. Yo honestamente creía que su nombre era Telescopio, de ahí que le gustaran tanto las estrellas.

En secreto discutíamos el nombre de la abuela, pero por alguna extraña razón, ninguno de nosotros se atrevía a preguntar a los adultos: ¿cómo se llama la abuela? Quizás sentíamos que sería una ofensa mayor o, peor aun, se notaría que no éramos tan sabios como nos creíamos. Como todos la llamaban Doña Tele no había manera de descifrar el nombre. Cuando mis primos y yo entramos a la primaria y aprendimos sobre el árbol genealógico descubrimos que llamarse Tele era raro. Todos los compañeros de clase se mofaban de nosotros, llenos de vergüenza fuimos cambiándole el nombre a la abuela: Enrique la llamaba Lorena y Lety decía que su abuela materna se llamaba Patricia, yo le enjareté mi nombre Claudia.

El tiempo pasó, su nombre dejo de causar curiosidad. Doña Tele siguió trajinando en el mercado de Xochimilco. En algún momento y sin aspavientos me enteré de que su nombre era Telésfora y que el mismo significa la que llega lejos, y mi abuela, afortunadamente, le ha hecho honor a su nombre. Mis primos y yo nunca hicimos comentario alguno sobre nuestras apuestas infantiles. Todos fuimos viendo cómo la abuela Tele iba perdiendo la fuerza primero, después el ánimo y la vista y a veces la memoria. Sentíamos que se acercaba el momento de la despedida.

La sorpresa llegó cuando mi prima Lety parió a una hermosa niña, de ojos grandes y una gran mata de cabello negro; nada más la tuvo entre sus brazos exclamó contundente: Se llamara Telésfora, como la abuela Tele. Ahora mi querida sobrina no sólo anda por el mundo llena de orgullo de llevar el nombre de su bisabuela, sino además, como segundo nombre: Simplicia, como su bisabuela paterna.

Yura Luna, 8 de mayo de 2011
Hong Kong, China