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“Estudios grecolatinos y otros ensayos literarios”, de Elisio Jiménez SierraElisio Jiménez Sierra
La iluminada escritura de un mago autodidacta

El autodidacta cuando escribe busca, no siempre claro, demostrar su dominio sobre aquellos asuntos determinados que enfoca en sus escritos y esto a veces le convierte a los ojos del lector en un letárgico repetidor de enciclopedias, o en el peor de los casos en un advenedizo cultural con pretensiones. En otras ocasiones se le tacha sin escrúpulo como erudito petulante cuya pesadez es proporcional a su sabiduría autoinfligida, por aquello que una vez dijo Groucho Marx: “Nunca fui a la escuela. Mi educación es autoinfligida”. Para otros el autodidacta es un desalmado que quiere demostrar cuán ignorantes pueden ser los legos y aquellos que tienen estudios formales.

A pesar de este pésimo puntaje en contra, el autodidacta debe leer y estudiar el doble. Tiene que leer más de lo normal. Debe emplearse a fondo en el estudio y su esfuerzo para acceder al saber siempre es profuso y cuesta arriba, en este sentido sus puntos a favor están en que sus desvelos no buscan recompensas y sus logros son más bien intangibles ya que se dirigen en apuntalar su espíritu, en proporcionarle humanismo trascendente a su ser interior.

Son contados los autodidactas que a través de sus escritos demuestran tener un alma instruida a cabalidad y quieren más bien ofrecer un enfoque menos trillado sobre aquellos temas que le apasionan y obsesionan. Elisio Jiménez Sierra es un autodidacta con un alma perseverante, y su libro Estudios grecolatinos y otros ensayos literarios es un ejemplo impecable de una escritura que brinda puntos de vista distintos sobre aspectos literarios que han sido la potestad, especie de parcela particular, de eruditos y especialistas.

Estos estudios grecolatinos tienen como primera característica cierta iluminada lozanía y Elisio Jiménez Sierra, sin dejar de ser profundo, no pierde de vista la clara amenidad para transmitir sus ideas y presentar los temas más variados logrando darle carnadura elevada a la anécdota, de traspapelar la información ilustrada con la vida, de canalizar lo universal con lo cotidiano sin caer en la pesadez y permitiendo que el humor y un estilo desprejuiciado convierta los diferentes ensayos del libro en una verdadera fiesta de sabiduría sobre la tradición cultural latina y mediterránea.

Hay una desatada pasión por el saber, y no es casual que, en el prólogo de este incomparable libro, el escritor Gabriel Jiménez Emán, sobre el autor, acote: “Resulta conmovedor cómo la vida de un hombre puede estar tan hilvanada a una pasión por la letra, por el idioma y las lenguas, por la literatura y el pensamiento; mucho más si esa pasión se produce en condiciones culturales precarias, en el entorno agreste de una aldea del estado Lara llamada Atarigua...”. El pueblo de Elisio Jiménez Sierra quedó bajo las aguas a causa de una represa o algo por estilo. Ese recuerdo lo persiguió siempre como una extraña metáfora. Se hizo de una cultura gracias a la biblioteca de amigos y conocidos. Después llega a Caracas y la Biblioteca Nacional es su gran aliada. Posee un instinto innato para encontrar libros raros. Aprende algunos idiomas y lee dichos libros realizando sus propias traducciones. Escribe algunos libros de ensayos (Psicografía, del padre Borges, De la horca a la taberna. Turbia obra y clara vida, de Villón). También escribe libros de poemas (Archipiélago doliente, Sonata de los sueños y Los puertos de la última bohemia). Escribe también para la prensa artículos con los temas más dispares. A su muerte deja una obra inédita que la fundación que se lleva su nombre poco a poco ha ido publicando y al que pertenecen Viajes con Lovecraft a la ciudad del sol poniente, y este de los estudios grecolatinos.

La selección de los textos estuvo a cargo de Ennio Jiménez Emán, con el apoyo de Rafael Garrido. Dividido en cuatro partes (“Estudios grecolatinos”, “Literatura europea, romántica y moderna”, “Estudios d’annunzianos y pascolianos” y “Estudios varios”), Eliseo Jiménez Sierra se ocupa de distintos aspectos relacionados con la literatura, demostrando un dominio conciso y en profundo de los diferentes autores y sus obras. El autor aborda el ensayo con maestría y ningún tema parece complicado.

Los ensayos del libro Estudios grecolatinos y otros ensayos literarios poseen en su conjunto una belleza estilística sin igual. La sabiduría recorre cada frase, la metáfora está presente a cada párrafo. El ensayo es elevado a pieza pensada al ritmo del corazón, es armado desde la sensibilidad y cada ensayo posee una riqueza y variedad deslumbrante. Temas que van desde el cometa de Pascelo, pasando por los poemas antiguos de Leconte y por si esto no fuese suficiente un ensayo espléndido que medita sobre el murciélago: “A pesar de todos sus detractores y mixtificadores, el murciélago está hoy considerado como una de las maravillas de la naturaleza. (...) Ciertos esqueletos de murciélagos hacen pensar en los dibujos de Holbein y de la Crónica de Nuremberg sobre la Danza de la muerte (...). De sus ténebres guaridas sale al promediar la tarde, a beber luz de estrellas por los horizontes”.

Así sobre el poeta latino Cneo Nevio escribió: “Por su abierta y audaz rebeldía, por su orgullo campano, por su valiente actitud de oposición, Cneo Nevio vivió siempre, como si fuera nuestro contemporáneo, bajo el ojo de los espías, siendo por ello el primero de los poetas latinos que fue víctima de persecuciones por sus ideas revolucionarias”.

El estilo ensayístico de Elisio Jiménez Sierra es sobrio y sus textos no están exentos de una melodía con variaciones. En algunos escritos deja fluir un tono poético de enorme sutileza y sobre la poesía china escribió: “En aquel tiempo, cuando yo gestaba el ensayo que va leerse, mi alma era como un enorme río amarillo, en cuyo fondo vivía un Dragón. Su presencia turbaba mis noches”. Un texto inolvidable es sobre la bohemia: “También esa bohemia dorada y engañosa tuvo sus mártires. Como aprendices de brujo, los poetas desencadenaron en su ansia de aventuras una serie de fuerzas misteriosas cuyo vitando poder desconocían, y fueron víctimas de sus efectos al no poderlas restituir a su núcleo de origen”.

Aparte de su cuidada edición (Ediciones Imaginarias), corona la portada de este placentero libro de Elisio Jiménez Sierra la efigie de una bella mujer, que es un fragmento de fresco del Palacio de Tirinto, Grecia, siglo XII a.c.

En lo personal este libro es para mí una lección del escribir bien, de asumir el ensayo desde la frescura compleja de la sabiduría. Muchos son los ensayistas del patio local, o de la vecindad circundante, por quienes no siento inclinación de ninguna naturaleza. Para hilvanar buena literatura en el ensayo del día hace falta mucha información, algo de sensibilidad por la belleza del mundo y como es lógico grandes dosis de imaginación para hacer malabares con las palabras y sacar del sombrero del lenguaje cotidiano esa metáfora felpuda y que asombra. Elisio Jiménez Sierra es un indiscutible nigromante para utilizar el lenguaje con un toque de hechizada belleza y desde la lectura de este libro lo coloco en mi museo particular de ensayistas predilectos e imprescindibles junto a Santiago Key Ayala y el doctor José Solanes.