La llamada
Al Ciudadano G.U.26715 no le gustaba el tevéfono* (TVPHONE), lo consideraba como un mal invento que ya no le permitía al hombre mentir con tranquilidad. Con los antiguos teléfonos se podían inventar disculpas, excusas y falsedades de todo tipo, sin sentir ningún tipo de vergüenza o culpa. Además el nuevo artilugio había terminado con el halo de misterio, encanto e imaginación que se creaba al tener contacto sólo con la voz.
Un TVPHONE funciona de manera simple, se pasa por la ranura la tarjeta de cupo personal; en caso de ausencia del receptor aparece una videocinta. Entre otras ventajas técnicas, permite grabar la imagen del emisor cuando no encuentra a nadie. Así mismo, las personas pueden vigilar su hogar desde el exterior, utilizando un tevéfono portátil (hay diversos modelos y diseños, en forma de reloj, broche o como accesorio del vehículo), se activa con una clave secreta personal, lo cual brinda seguridad y tranquilidad.
Desde el punto de vista sociológico, la comunicación tevefónica dio origen a nuevos oficios, como el del “analista de rostros”, utilizado por las compañías de negocios. Cuando un aspirante laboral llama, puede ser descartado de inmediato por su manera de hablar, pestañear o por un tipo de tic nervioso, síntoma inequívoco de una aberración latente. Este sistema también es utilizado por la policía, que en ocasiones se comunica con los sospechosos de cometer un delito, pretextando una acción rutinaria, descubriendo criminales y terroristas. Incluso, el régimen actual de gobierno no descarta su uso para conjurar posibles conspiraciones. Gerardo Uribe por su prevención contra estos mecanismos, simplemente deja su videocontestadora activa, así se encuentre en casa, para decidir cuál llamada devolver y cuál no.
El timbre sonó, su sonido perturbó a Gerardo en una reacción espontánea. Corrió la cinta con su grabación. Luego esperó, mantuvo total silencio, aunque esta actitud le pareció estúpida. Sin embargo, escuchó atentamente el mensaje:
—Buenas tardes, lo llamo del Centro de Predicciones para atender su solicitud fechada el... —no lo dejó terminar, pocas llamadas habría contestado con ansiedad y esta era una de ellas. Sabía que si no lo hacía, su consulta quedaría guardada en un disco del archivo general, sin opción de recuperarla.
—Disculpe, me encontraba en el baño —no encontró mejor excusa.
—Entiendo —dijo el otro. Lo primero que le llamó la atención a Uribe de su interlocutor fueron los lentes oscuros, a pesar de que se podía apreciar la poca luminosidad del salón donde se encontraba. Contempló la posibilidad de que fuera ciego, lo cual en cierta forma tranquilizaba su espíritu, pues odiaría que se tratara de un analista de rostros. Luego de un incómodo silencio se aprestó a decir:
—¿Y bien?
—Señor Uribe ...mmm. Gerardo, verdad? —aunque parecía leer su cara, no hizo ningún gesto que lo revelara.
—Así es.
—No podemos darle una respuesta inmediata, antes debo formularle algunas preguntas, ¿hay alguna objeción?
—Ninguna —estuvo seguro de que esto lo había dicho con un ligero temblor en los labios.
—Ante todo, ¿usted se considera un hombre cobarde, temeroso? Puede tomar su tiempo.
—Pienso que en cierta medida, todos los hombres le temen a algo o alguien, ¿verdad? —pretendió ser inteligente en la respuesta.
—Pero mi pregunta no es sobre la especie humana, señor Uribe, sino sobre usted en particular, ¿a qué le teme?
—Bueno, creo que se puede inferir de mi consulta, ¿verdad?
—¿Usted sabe nadar, señor Uribe? ¿Puedo llamarlo Gerardo?
—Sí, claro.
—Entonces, ¿sabe nadar?
—No, lo que quiero decir es que me puede llamar por mi nombre, disculpe, ¿es muy importante ese dato?
—Gerardo, en esto, todo es importante. Pero cuénteme, ¿usted tiene conocimiento si su madre en el momento de su nacimiento tuvo problemas?
—Lo ignoro por completo.
—¿Por qué? ¿Nunca le comentó ese tema?
—No, la verdad es que no la conocí. Fui criado en un centro de formación especial con una madre común.
—Veo... ¿Usted alcanzó a querer a su madre sustituta?
—Cuando una madre se comparte con otros treinta niños, se crea un vínculo especial pero no creo que sea amor filial, quizás... Disculpe, ¿son necesarias estas preguntas?
—Debo conocer sus temores. A propósito, le teme a las alturas, ¿verdad?
—Usted está leyendo mi cara, ese no es el motivo de mi solicitud.
—No le mentiré, lo leo, pero no con el objetivo que usted piensa, practico la metoscopia, es decir, adivino el futuro por medio de las líneas del rostro, puedo decirle que por lo observado usted morirá de viejo, será algo natural y tranquilo, así que trate de vivir sin temor. El valor de la consulta se le descontará del cupo de asignación básica. Espero haberle servido. Adiós.
—Gracias. Hasta luego, es decir, adiós.
Gerardo respiró profundo, aunque el timbre nuevamente sonó, esta vez no le produjo sobresalto y decidió contestar.
La tarde transcurre normal mientras en el Centro de Adivinación Central los diferentes especialistas: videntes, taumaturgos, nigromantes y agoreros siguen resolviendo las consultas de los ciudadanos globales.
* Debe recordarse que este medio de comunicación se popularizó en el mundo a partir del año 2012, por la multinacional MECA. Suceso que contribuyó al desastre del sistema financiero estadounidense, marcando el inicio de su declive como potencia hegemónica, así se cumplieron las profecías mayas.
El clarividente analítico
Cierta noticia del mundo exterior
nos cuenta sobre un señor alemán
quien tiene como oficio o profesión
leer la suerte en el tafanario,
forma elegante de mencionar
una delicada parte del cuerpo
sin resultar vulgar o estrafalario.
Para dar una idea del sitio en cuestión
debe decirse que el aludido señor
dedicado a prever suertes y males,
en cierta manera es historiador
pues es un especialista en anales.
He pensado que esta interesante ciencia
tan particular de la adivinación,
podría ser aplicada en ciertas personas
de nuestra atribulada y bella nación,
por ejemplo sería fácil leer la fortuna
con una minuciosa revisión de cola
de modelos, actrices, reinas,
con seguridad el resultado sería
algunas cirugías y rastros de silicona.
Más complicado sería averiguar
el complejo e intrincado destino
de algunos de nuestros políticos,
quizás el único que deje interpretar
las líneas a las puertas del intestino
sea un buen ex alcalde capitalino,
quien seguramente daría al adivino
un texto de pedagogía y urbanidad
sobre el futuro de la bella Bogotá.
Ya quisiéramos que aquel “rabomántico”
accediera a las blindadas retaguardias
de tanto guerrillero y paramilitar,
para saber sus profundos pensamientos,
pues es conocido que estos tipos
suelen razonar con lo que se sientan.
Ingrata tarea la del clarividente
expuesto a lecturas desagradables
con posibles olores letales;
aunque por puro interés científico
interesado en el bienestar humano,
yo intentaría hacer algo similar
siguiendo al insigne pionero alemán.
Sin cobrar un céntimo
ni buscar fama o posición social,
buscaría decirles la verdad
a Natalia París, Sofía Vergara
o tantas ilustres colombianas,
averiguando su futuro devenir
a quienes por lo que se observa
les espera un inmenso porvenir.
De manera análoga se me ocurre,
que con la ayuda de estas damas
se podría inventar la “senomancia”,
otra disciplina del presentimiento
ubicada al frente del cuerpo
con una gran y doble ventaja,
pues a falta de uno serían dos textos
los que revelen intrincados secretos
del futuro de aquellas examinadas.
¡Sacrificios que deben hacerse
por el progreso de la raza humana!