Libertad de expresión, poder y censura • Varios autores
Monólogo del gran censor

Texto e ilustración: Wilfredo Carrizales

Ilustración: Wilfredo Carrizales

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YO, EL GRAN CENSOR les anticipo mi dicha: quiero y puedo controlar los medios de comunicación, los pensamientos de las personas y los rumores que se esparcen por las calles y avenidas. No me paro ante nada y si se me oponen produzco una carnicería. A las cabezas díscolas hay que echarles sal para que reflexionen mejor. Poco tardarán en enmendarse. Las purgas deben ser asunto de todas las semanas. A quien desobedezca le azuzaré los canes. Ellos no errarán las mordidas. Me excita sobremanera usar a los perros sarnosos, ya que sus dolencias pasarán a las pieles de los desobedientes. No puedo concebir que haya otro pensamiento que no sea el propugnado por mí.

Insulto donde haya que insultar. Dos cosas me enamoran. La primera: pagarle a mercenarios de la prensa para que se arrimen a mi voluntad y esperen el bien de mí; la segunda: emplear cada minuto en concebir la más eficaz estrategia para censurar sin que se vea como tal. A mis detractores les parecerá que son ideas fijas, pero yo les digo que pronto se acostumbrarán a ellas y luego terminarán como las ovejas de Job. Mis fieles seguidores nacen de mis ideas y son como hijos míos y por eso tienen los arrestos de los machos.

A los disidentes hay que hacerlos tornar a la razón. En tres saltos, si es posible, de lunes a miércoles y al cuarto día o sea, el jueves, el día de Júpiter, todas las amenazas de expresarse libremente quedarán reducidas a menudas cagarrutas. El único legado que se puede estirar será el que yo estipule. La paz de la uniformidad de criterios devendrá en amplio fasto y nadie volverá a caer en la tentación de la crítica o el desacuerdo. La armonía con mis dictados civilizatorios será la portada que se mostrará al mundo... Ahora que lo pienso: a los asnos que no lo entiendan, pues se les dará el mejor pienso. La nación debe quedar a salvo de los pensamientos disociadores, decadentes y burgueses. Aquellos que persistan en aferrarse a ellos, entonces que se exilien, fuesen quienes fuesen. En mi palacio de gobierno no puede admitirse las puntilladas que lancen desde periodicuchos o empresas televisivas o estaciones de radio. ¡Ya basta de enojos y de decir cosas antes dichas! ¡Este es el tiempo de la pura gestación de principios rectos y rectores!

Vendrán semanas paridas de mentiras y falsedades. Por eso resultará muy eficaz interrumpir los partos, guardar a los progenitores y atarles los pies y bocas a los que saquen ventaja de las falacias. Yo rezaré menos y me esforzaré más para que los tribunales impongan el orden. Hay que probar darles de comer a los hambrientos. Los que coman serán de los nuestros. De sólo pensarlo se me revuelven los huevos y supongo que a mano no existe pan desmenuzado. Desde mi tribuna instituiré la forma de conocer cuál será el peor de los cachorros. Porque los amontonados y cagadores no pueden tener sus propias opiniones. ¡A las caras sucias les salen abluciones! ¡Quítenmelas de aquí y pónganlas allá, debajo de las camas, donde no se vean ni afeen!

Dicen que el que pega primero, pega dos veces. Pues golpearé entonces dos veces al inicio para impedir que haya réplica. Yo creo en el poder de convencimiento de los golpes cuando son prematura y soberanamente aplicados. Al que le duele una vez, lo pensará dos veces antes de incurrir en la misma equivocación. Hace falta poner orden y acabar con el bochinche. El Estado, o sea Yo, está en la obligación moral, ética, histórica y estética de controlar todos los medios de comunicación habidos y por haber, humanos y sobrenaturales, impresos o libertos... Se me tuerce el rostro y se me revuelven los fueros internos cuando recuerdo que los enemigos del progreso continúan propalando calumnias y no los hemos terminado de poner con las caras contra el suelo. Debo estirarme la cola más atrás y asumir de una vez mi dureza y comenzar a restringir, coaccionar, limitar, restriñir, reducir, estreñir y cerrar todo lo que ponga en peligro el Magnánimo Pensamiento Único e Indivisible.

Nadie será más amado y mamado que yo. Yo soy la madre que gasta lo que tiene y lo que no tiene también. Soy de cuerpo ancho y soberbio: todo un catador de los ecos democráticos. Cosa más natural, por lo tanto, que se me permita tirar la plomada cuando el muro represivo lo amerite. Las maravillas que recibiremos después de lograr la unanimidad de los criterios, el consenso donde los ojos y los oídos vibrarán al unísono... ¡Ah, la vara se me atiesa al no más pensar en el brillante futuro que se nos encima como lluvia de leche benefactora! ¡Ah, se escucha ya el rumor de las ensoñaciones más altas!

Que no me obliguen a estirar el pescuezo para tener que escuchar detrás de las puertas los chismes y consejas. Ha llegado la hora de extirpar la llaga para que deje de manar sangre. Los que me conocen bien saben que no dejo crecer a los uñeros más allá de un mes. A los treinta días exactos los corto y adiós molestias. Así procederé con el libertinaje de la comunicación. A mí que no me vengan a ofrecer sopas con aguas tibias, ni aceites donde frieron muchachos chiquitos. Hay que poner los capítulos necesarios para conminar a los indóciles a transitar el camino de la concordia y la obediencia. Otrosí hay que alejar los rasguños de las tetas de la madre patria. Aquello que lude en la sombra debe ser erradicado.

Yo anhelo que mis conciudadanos se críen juntos como una próspera y eficiente familia y que salgan a tomar cuando haya menester, pero siempre en sana armonía y que se puedan permear todos los intereses a través del fluido que emana del Estado, o sea Yo, y que sean capaces de derribar los iconos que nos pervierten y nos impiden avanzar.

Los más escogidos colores de mi bondad, unos dos o tres, serán los que decidirán los patrones a seguir. Desde las atalayas que levantaremos podremos avistar el bermejo porvenir que nos aguarda y así mismo agradeceremos al Altísimo el habernos dado el enojo controlado para vencer a nuestros adversarios y ponerlos como gatos barcinos en los pipotes de la Historia. Disfrutaremos de las golosinas y de los sainetes; de los tocinos y de los quesos asados; de los platos y las bacinicas; de las gorduras y el exilio de las ruindades.

Con palabras de buena crianza convenceré a los obcecados enemigos del Estado, o sea Yo, de que más vale transigir que perecer y que a la larga el perro reconoce a su amo, aunque cambie de sastre y que es buena señal del cielo cuando llueve para no escampar y que el paladar no se torna somero sólo con chorizos y mortadelas. Mis efugios son variados y múltiples y múltiplos de nueve y mucho pertenezco a los luchadores que cumplen sus promesas y no ando en batallas estériles porque lo mío son cocimientos de altura y siento a mi mesa, con manteles de organza, a quienes me son leales y los traidores pronto migran con sus migrañas a donde se los lleve el río y yo no ceso de reírme de ellos porque creen que inventaron el arte de hacer senderos y trochas y se olvidan que en mi tierra se requieren de astucias traviesas para llegar hasta el estrado donde estoy yo y a quien le fastidie, pues que se busque otro amor.

En estas disquisiciones solitarias se encuentra la médula de lo que me acucia y por propia experiencia sé que a la gente no hay que darle muchas luces porque se enceguece y luego quiere mandar más que yo y después todo eso deviene en desentendimientos y en lances inapropiados y para desfacer entuertos cierro un ojo y a través del hueco de la cerradura hago mirar las realidades y espero que nadie me desobedezca de nuevo y entre en cintura.